La tortuga más deseada

Sólo un apareamiento puede salvar al quelonio del Yangtsé

Carmen González (Efe) / Pekín

11 de enero 2008 - 05:01

A sus 80 años de edad, la última hembra sobre la faz de la Tierra de tortuga de caparazón blando del Yangtsé será apareada el próximo verano con uno de los dos últimos machos de la especie, con la esperanza de salvar a este poco conocido reptil de una extinción anunciada.

Tres ejemplares del quelonio Rafetus swinhoei, una de las mayores tortugas de agua dulce del mundo, sobreviven en el planeta: una hembra y un macho en dos zoológicos chinos, y otro macho en Vietnam, según explicó Lu Shunqing, de Wildlife Conservation Society (WCS).

WCS y Turtle Survival Alliance (TSA) son las dos organizaciones internacionales que están costeando un dificultoso proyecto: el apareamiento de la pareja china, que lleva décadas, o quizás toda la vida, sin contacto sexual de ningún tipo.

Conocida también como tortuga de caparazón blando de Shanghai, su hábitat se extendía por el lago Taihu, en la provincia oriental china de Jiangsu, los cursos bajos de los ríos Yangtsé y Honghe y el Norte de Vietnam.

Sus rasgos más distintivos son un caparazón ancho y plano, y un morro parecido al de un cerdo, mientras que sus proporciones son unos 100 centímetros de largo por 70 de ancho, y de 120 a 140 kilos de peso.

La especie fue durante casi todo el siglo XX víctima de la captura indiscriminada. Su carne servía de alimento, su caparazón y huesos para la medicina tradicional, y su cráneo como trofeo.

No fue hasta la década de los noventa cuando comenzó a despertar el interés de los zoólogos en un país cuya rica biodiversidad sufre una perenne mengua, con varias especies al borde de la desaparición, debido a factores como la contaminación o a la industrialización.

Por todo esto la tortuga, que acabó recluida a los zoos del país y de la que no hay ejemplares en libertad, está rodeada de un aura de misterio y se desconocen muchas de sus características vitales, incluso su esperanza de vida.

"El año pasado murió uno de los últimos ejemplares en el templo budista del Lago Occidental de Suzhou y, según los monjes, tenía unos 400 años", dijo Lu, aunque el dato no está contrastado.

El proyecto de apareamiento surgió el año pasado, cuando Lu visitó el zoo de Changsha junto a otro experto de WCS y supo que su tortuga ponía huevos (sin fecundar) todos los años, hasta 70 en un desove, lo que significaba que está aún en periodo reproductivo.

La hembra está ahora hibernando y despertará a mediados de abril, momento en que será sometida a un proceso de recuperación física tras el cual será transportada a Suzhou. En Suzhou la espera un macho de más de 100 años, virgen quizás como ella, y por si fuera poco herido, lo que dificulta la reproducción natural.

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