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La tragedia se ceba con los ancianos japoneses

Las zonas costeras más devastadas por el terremoto y el 'tsunami' tenían una población envejecida

Los servicios de rescate ayudan a un anciano enfermo.
Takehiko Kambayashi (Dpa) / Tokio

19 de marzo 2011 - 05:01

El terremoto y el tsunami que hace siete días asolaron Japón tuvieron un desproporcionado efecto en la población más longeva. Y es que el desastre afectó especialmente a zonas con una elevada concentración de ancianos.

Ellos son además los más vulnerables a las penosas condiciones de los improvisados refugios, donde el agua escasea y las provisiones de alimentos y petróleo también comienzan a disminuir.

El promedio de edad en los pueblos pesqueros del noreste de Japón (la zona más afectada por el terremoto) es considerablemente superior a la del resto del país. Muchos de los ancianos permanecieron en las aldeas cuando la generación joven se fue a los centros urbanos en busca de trabajo. Otros se trasladaron allí al llegar a la vejez, atraídos por la tranquila vida y pintorescos paisajes de la región.

Algunas residencias de ancianos se encontraban en la primera línea del desastre. Una de esas dependencias, en la prefectura de Miyagi, distaba sólo diez metros de la orilla alcanzada por el tsunami. De los 170 ocupantes, 30 aún continúan desaparecidos. Sus familiares deambulaban ayer por la zona, buscando a sus padres o abuelos, mientras los rescatistas registraban entre los escombros.

Los refugios, instalados en escuelas y edificios públicos, están sufriendo la falta de combustible, comida, mantas y otros productos básicos, una escasez que sienten especialmente los ancianos, que incluso durante el día se sientan muy juntos para entrar en calor.

En la zona que rodea la planta nuclear de Fukushima, 14 ancianos murieron ayer durante la evacuación a una tienda de campaña, dos de ellos durante el trayecto en autobús, y otros 12 poco después de su llegada. Todos se encontraban en un delicado de salud.

Otros ni siquiera fueron trasladados a los refugios, como los cerca de 130 que viven en el asilo de Minami Soma, en la zona cercana a Fukushima. Aquellos que se encontraban en el perímetro de 20 kilómetros de seguridad fueron evacuados.

Pero a quienes residen entre los 20 y los 30 kilómetros de distancia se les recomendó quedarse en casa y mantener puertas y ventanas cerradas. Sus provisiones de comida y combustible comienzan a agotarse, según aseguraron los trabajadores de los servicios sanitarios.

"Me gustaría trasladarlos a un lugar más seguro", relató al canal NHK un empleado sanitario. "Hemos reclamado ayuda del gobierno, pero todavía no la hemos recibido".

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