La tensión entre Pedro Sánchez y Pablo Motos en 'El Hormiguero' más agrio
No para, no para
El presidente del Gobierno se toma como una afrenta personal las críticas en este programa de Antena 3 y vierte toda dialéctica vehemente en un hora de programa extenuante
Pedro Sánchez y su victimismo se abrigan en Pablo Iglesias
La cantinela de presentación de Pablo Motos es "hoy ha venido a divertirse a El Hormiguero". Pero el invitado de esta noche no iba a divertirse, iba a defenderse. A justificarse. Un poco, a liarla. "El presidente del Gobierno", presentado no por su nombre y tratado de usted por el presentador del espacio de Antena 3, no tenía previsto tener un momento de relajación durante su estancia en territorio enemigo. Hay una confabulación mediática consevadora que le tiene acorralado, ultrajado, los medios y comunicadores que piden "derogar el sanchismo" al servicio del PP.
Y fue un programa incómodo para todos. Incluso desagradable. Pedro Sánchez, el presidente, incluso se lo podía haber ahorrado. Con su actitud ni iba a convencer a los indecisos ni iba a vencer a los opositores. De hecho en las redes los que llegaban con las opiniones traídas de casa se mantuvieron en sus posiciones. El presidente no iba vestido de presidente, sino de Pedro Sánchez, camisa vaquera (lo que era la pana para Felipe González), perfil bueno y una pulsera con los colores del arcoíris. Y palabras para dejar mudo a su interlocutor.
Este invitado no sólo traía la lección aprendida, traía toda la enciclopedia de argumentos escrita por los asesores. Era tal perorata desatada que Motos se enmarañaba para poder calzar alguna otra pregunta. Y tenía preparados los vídeos en los que estaban las declaraciones más incómodas. Un contertulio que apenas ha superado el nivel random como Juan del Val hablaba en su momento de que la fecha del 23J era "una estafa" porque el convocante tenía intención de alterar el resultado. A Sánchez, que ya había lamentado este discurso como ejemplo de los ataques de los medios facciosos, se le cambió la cara al oírlo en la grabación. Esas eran las frases que venían a tirar por tierra todo lo bueno y mucho que ha hecho por este país.
El presidente ha pasado por tres fases en Atresmedia, donde tendrá lugar el cara a cara con Feijóo. En este tour de remontada primero estuvo en El intermedio, dicharachero El intermedio,y relajado con Wyoming; prudente pero con el argumentario reforzado ante Évole. Y este martes tenso, muy tenso, hasta la agresividad en su retahíla de defensas. Sánchez no cambia de opinión, sólo rectifica. No pacta, busca lo mejor para todos.
Y sin respiro. En una justificación machacona. No para, no para, como diría Mila. La España progresista, la que no está presente en los medios, buena y tolerante, frente a la mala España, anti-sanchista, convencida por PP y Vox, que zarandea nuestra estabilidad.
Es el retrato social que pinta el presidente de un pintoresco consejo de ministros que acumula muchos de los reproches contra los que tiene que batallar en lugar de insistir, como hace Zapatero, en realzar la gestión y los logros. En El Hormiguero desperdició mostrar un talante constructivo y moderado ante el ogro del prime time, líder de los fachas que se sientan en el sofá.
De esta no hemos salido mejores, sino más polarizados. Y el bipartidismo que surja de este verano va a estar más enfrentado que nunca. Ni siquiera Trancas y Barrancas, que surgieron a última hora como un ligero bálsamo, consiguieron amainar un Hormiguero agrio. Núñez Feijóo, que va este miércoles, no es que lo vaya a tener más fácil, es que no va a convertir su aparición en prime time en un mitin de autodefensa bajo los focos. La audiencia fue este martes al menos la más decepcionada.
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