El sevillano Javier Jiménez corta la única oreja en una complicada novillada en Madrid
Una oreja in extremis cortó en Las Ventas el novillero sevillano Javier Jiménez del único novillo potable de un encierro áspero y muy complicado de Hermanos Sánchez Herrero. Una novillada difícil como pocas. De entre los tres actuantes destacaron Daniel Martín, a las puertas de una inminente alternativa, y, sobre todo, Javier Jiménez, todo pundonor con el único novillo con opciones, el sexto, al que cortó una oreja tras una faena de muchos arrestos.
Martín sorteó en primer lugar un auténtico barrabás, que derribó en el primerO de los cinco encuentros que tuvo con el caballo, donde, además, cobró de lo lindo, y que, por si fuera poco, tuvo hasta peligro en la muleta: embistiendo rebrincado y al paso, acostándose y defendiéndose con la cara por las nubes. Gran actitud de Martín, seguro y capaz para lograr sacar petróleo de un pozo vacío, justificándose con creces. El sobrero de Javier Molina que hizo quinto tampoco se prestó, por manso y blando. A pesar de ello Martín anduvo a buen nivel.
No tuvo tampoco demasiadas opciones Javier Jiménez en su primero, utrero de descompuestas embestidas, que unas veces tomaba la muleta, aunque sin humillar, otras acortaba el viaje, sino se colaba por el derecho. Anduvo digno el sevillano en una faena valiente y tesonera, aderezada con un par de muletazos aislados de buen trazo, y muy bien rubricada con una estocada de efecto fulminante. El sexto fue el menos malo, pues al menos se movió, aunque sin acabar de descolgar y punteando los engaños. Jiménez, que quiso mucho en todo momento, se confió más de la cuenta, lo que le costó dos volteretones en los inicios de faena. No obstante, la impresión del doble percance, el aguante del novillero en los muchos parones que pegó el astado, y algún que otro pase de cierta enjundia fue lo que llegó a la gente, a la que acabó de meterse en el bolsillo con unos valentísimos y emocionantes estatuarios. Cortó una oreja.
El peor parado fue el debutante Miguel Maestro, que no tuvo tela que cortar en su primer turno.Ya con el cuarto, otra alimaña con mucho genio y malas ideas, Maestro simplemente no quiso ni verlo, en un proyecto de faena que no duró ni dos minutos antes de ir a por la espada.
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