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Mikel Lejarza
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Cirugía taurina
El matador de toros Manuel Escribano, después de ser atendido por el doctor Domingo Jiménez en Sevilla, tras su grave percance en Belmonte el pasado lunes, sin todavía haber cogido un capote ni una muleta, ha decidido que en caso de que todo vaya bien en las sesiones de fisioterapia que correrán a cargo de José Antonio Salas, reaparecerá el próximo viernes en la plaza de toros de la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón, alternando con Curro Díaz y Jesús Martínez Morenito de Aranda.
Escribano sufrió en primera persona una experiencia sumamente amarga tras una cornada de 15 centímetros en la región perienal derecha, el pasado lunes por la tarde, en la plaza conquense de Belmonte, donde el galeno que le atendió, Javier Albendea, no se enteró de la gravedad de la herida. Tras una odisea en la que su apoderado, Raúl Gracia El Tato, fue decisivo para que la situación no acabara de manera dramática, Escribano fue operado de madrugada de urgencia por el doctor Pascual González Masegosa, un relato estremecedor que contó en estas páginas el diestro gerenense desde la clínica Santa Cristina, de la ciudad manchega, donde estuvo ingresado.
Después de la cura realizada hoy por el doctor Domingo Jiménez en Sevilla, Escribano respira más tranquilo: “La herida está bien. El doctor me ha dicho que tenga reposo. Y que empiece a andar y a torear de salón lo antes posible. De momento, no puedo todavía coger ni los chismes. Espero que a principios de la próxima semana me vayan retirando los puntos de la herida. Ya sabe que soy muy optimista y en lo que estoy pensado... Solo pienso en la reaparición. Si todo va bien quiero vestirme de luces el próximo viernes en la plaza de Pozuelo”.
El diestro gerenense afirma: “Si no es por El Tato y la operación por el doctor Masegosa, probablemente hubiera cogido, como mínimo, una infección tremenda. Además, por la cornada de Alicante, se hubieran complicado mucho mis problemas de circulación”.
El torero sevillano, al revivir su odisea, explica: “Lo peor de todo fue la anestesia, los pinchazos, el dolor, todo lo que me hicieron en la UVI de Belmonte... y todo para nada. Me siento impotente. No quiero hablar del médico de la UVI móvil de Belmonte. El tema lo he puesto en manos de la Unión de Toreros. Ya hemos tenido contacto con Juan Diego –presidente de la citada asociación–. Por el bien de todos los profesionales, espero que no vuelvan a suceder cosas así. Que tuvieran que operarme de nuevo de urgencia en Albacete me ha causado unos gastos, la clínica y me ha hecho daño”.
Manuel Escribano, más allá de los aspectos económicos, piensa en el riesgo de más que corrió su vida: “Si El Tato no me lleva a Albacete, hubiera tenido una infección de caballo y me hubiera buscado la ruina. En lugar de una o dos semanas, hubieran sido varios meses de convalecencia. Todo eso me da vueltas en la cabeza y ya hemos hablado con varios profesionales para que tomen cartas en el asunto”.
El espada, para evitar casos anacrónicos como el suyo y pensando en el conjunto de profesionales, concluye: “Los toreros, todos los toreros, deberíamos, de una vez por todas, asegurarnos de que los empresarios cumplan y que los médicos sean especialistas en cirugía taurina. Deberíamos movernos más y que se vigile que en cada plaza haya un equipo cualificado”.
El prestigioso cirujano taurino sevillano Domingo Jiménez, quien ha atendido a Manuel Escribano en una primera cura después del grave percance en Belmonte, sufrido hace cuatro días, señala: “La herida está bien. Es muy probable que de no haber sido atendido de nuevo se le hubiera infectado y hubiera tenido complicaciones. Tenga en cuenta que el doctor González Masegosa es el presidente de la Sociedad Española de Cirugía Taurina (SECT). Si hacen caso al cirujano de Belmonte, podría haber acabado en un drama”.
Con respecto a la labor de ese médico –Javier Albendea–, Domingo Jiménez explica: “Probablemente será un gran cirujano. Pero las enfermerías deben ser atendidas por especialistas. Esa herida –hablo a título personal– debería haberse explorado como hizo el doctor González Masegosa”. Para evitar tragedias y no retroceder medio siglo en la atención a los toreros en los ruedos, el doctor Domingo Jiménez apunta la siguiente idea: “La Sociedad Española de Cirugía Taurina debería acreditar a los cirujanos taurinos. Hay empresarios que contratan al equipo médico más barato. Además de los requisitos de la Administración, todas las enfermerías deberían contar con un especialista en cirugía taurina. Nosotros hemos sacado una beca para que entren los jóvenes que quieran aprender esta especialidad. Y todos los toreros, que ahora parecen más interesados, deberían aplicar más atención en este aspecto. Ellos tienen la llave”. / L. Nieto
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