Un baño de Aíto (81-101)
Unicaja Baloncesto - Alba Berlín | Crónica
El Unicaja empequeñece y encaja una de sus peores derrotas de la historia en casa en un partido europeo cuando tenía la oportunidad de sellar el pase a las semis de la Eurocup
Los trenes pasan y el Unicaja seguramente desperdició ayer el de la Eurocup. Tras trabajarse un triunfo que debía ser capital con una remontada histórica en Berlín, no usó la bala definitiva del Carpena y deberá jugar en una lucha final en Berlín el próximo miércoles. No jugó bien, acabó haciéndolo fatal, el Unicaja, estuvo a merced del Alba Berlín desde mediado el segundo cuarto. Gran baloncesto del equipo de Aíto García Reneses, fluido y rápido, con mecanismos para encontrar posiciones de tiro cómodas y martillear a la frágil defensa del Unicaja, que no rayó al nivel del segundo tiempo en Berlín. Y con inteligencia para desnudar las carencias ofensivas. Resulta una obviedad, pero para jugar a 100 puntos hay que meter 100 puntos. Si no hay acierto y no hay defensa, hay condena (81-101). Teledeporte no ofreció el partido, berrinche que se ahorró quien no fue al Carpena...
Fue una derrota fea. Los pitos a Aíto en la presentación se convirtieron en pitos al equipo al final del partido. Merecidos. La imagen y el juego fueron impropios en un partido con tanto en juego. Algún tímido grito de “fuera, fuera” también se escuchó. Fue una decepción mayúscula, una de las derrotas más feas que se recuerdan en el Carpena. Preso de la irregularidad, el Unicaja se desmoronó con el paso de los minutos. Empezó dominando, aunque fuera en cánones de mucha igualdad, pero le entregó el testigo al Alba. Y el equipo alemán no perdonó. Le dio un buen baño de baloncesto. No perdía desde el siglo pasado un partido de eliminatorias europeas en el Carpena el Unicaja, 18 encuentros en línea. Sucedió en un encuentro que era el billete a semifinales de la Eurocup.
No puede decirse que fuera una sorpresa la derrota. El Unicaja es irregular, no es estable. Ese aura de imprevisibilidad tiene dos caras distintas. La positiva hace soñar, la negativa desespera. Tardó en ser consciente tanto el equipo como el público de la trascendencia del partido. Sucedió con 13 puntos abajo (45-58) a comienzos del tercer cuarto. Se encendieron ahí mutuamente, recortó el Unicaja la distancia hasta colocarse a uno solo (66-67). Pero ahí murió la resistencia cajista, pese a que Luke Sikma, corazón de este Alba, se colocaba con cuatro faltas y se abría un panorama mejor. El Alba no fue el azucarillo del primer día.
Era triste comprobar cómo a cinco minutos del final el público desfilaba por las gradas del Carpena camino de casa, cabizbajo. El marcador (73-91) era doliente. Su equipo había recibido un baño importante de la mano de un Alba espléndido que, obviamente, vira el sentido de la eliminatoria. El segundo tiempo fue la continuidad de lo que se vio en el primero de Berlín. Un equipo excelso a la hora de castigar las evidentes carencias del Unicaja y otro impotente a la hora de atacar el aro rival. Se cerró el Alba para impedir el equilibrio entre el juego interior y exterior y ahí colapsó el Unicaja, que no encontró soluciones, ni en el campo ni en el banquillo. Con una rotación de nueve jugadores (sin Dani Díez ni el habitual Okouo), Suárez y Milosalvjevic ofrecieron los mayores rasgos de competitividad en una plantilla que carece, sin Alberto y Jaime, de la consistencia necesaria.
Es la Eurocup la principal vía para soñar en esta temporada. Y costó ver cómo se desperdició la oportunidad de colocarse en la penúltima estación. Fue doloroso. Hay imágenes concretas de partido muy preocupantes. Ver cómo Wiltjer, con una simple carga, es expulsado de la zona. Cómo Waczynski se come las puertas atrás con constancia. Cómo Boatright, un jugador todo descaro, se retrae en un tiro y después lanza dos veces sin tocar aro. Cómo un simple pase rival genera una posición muy cómoda de tiro... En fin, imágenes que proyecta un equipo sin una base de rendimiento sólido, que se ha ido cayendo conforme pasaba la temporada. Las lesiones han influido, pero no ha habido capacidad de respuesta colectiva.
Malas señales del Unicaja, que en pocas horas juega un partido de ACB y el miércoles tendrá que ir a Berlín a un partido con la moral baja. Quién sabe qué imagen se verá. Pero la moneda al aire no siempre sale cara.
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