El Unicaja tira las semifinales (79-75)
Alba Berlín - Unicaja Baloncesto
Dominaba el equipo de Casimiro por 13 puntos a falta de 12 minutos y dilapidó el partido con un último cuarto en el que se le atragantó la zona de Aíto.
Al Unicaja se le bajó la persiana en Berlín y entregó el pase a semifinales al Alba Berlín. Jugaba un partido notable, mayúsculo por momentos, en los dos lados de la pista y dominaba por 13 puntos (51-64) a 12 minutos del final. Las rotaciones de Casimiro, ejemplar en el planteamiento y con una gestión dudosa en los momentos de la verdad, y el desacierto de los jugadores dieron vida al Alba. En un santiamén voló la diferencia tras una secuencia de triples alemanes. Tuvieron el mérito de apretar y estar ahí. Pese a ello, llegó a irse por ocho puntos en el cuarto final.
La zona que tenía preparada Aíto en el último cuarto fue el veneno definitivo. No se supo leer, ni dentro ni fuera de la pista. Estuvo en el partido hasta el último momento el Unicaja, pese a que tras un tiempo muerto, con uno abajo a 40 segundos, se perdiera un balón con un pase al contrario de Suárez y que en el ataque alemán siguiente se perdiera el enésimo rebote de ataque. Después, Salin falló un triple para empatar a falta de 12 segundos. Cogió el rebote Lessort y prefirió buscar el triple para empatar. Perdió la bola y se fue el partido (79-75).
Es un palo tremendo para el Unicaja, que en la primera mitad de marzo se queda sólo con la ACB para vivir y pensar. Mejor equipo sobre el papel que el Alba, debió ganar en Berlín aunque tuviera el factor cancha adverso. Duele ver cómo se escurrió un trabajo excelente durante 28 minutos, bueno hasta el minuto 35. Se puede reflexionar sobre la oportunidad perdida el viernes, pero el partido era éste, un punto de inflexión de una temporada en la que sólo queda una bala.
Casimiro apostó de salida por un quinteto con lo mejor en características defensivas del equipo. Suárez de titular, contra la costumbre de empezar con Wiltjer, y Salin y Milosavljevic para desgastar a sus exteriores. Y Lessort dentro. Grandes minutos de arranque, con ataque fluido y posiciones cómodas de tiro. Y con buena mezcla, con Lessort bien alimentado para anotar. El 4-10 de salida fue la máxima ventaja de cualquier equipo hasta bien entrado el segundo tiempo. A partir de ahí, igualdad extrema, con rachas mejores y peores. Pero en un ritmo de partido en el que el Unicaja se sentía cómodo.
El equipo malagueño mantenía la línea de flotación defensiva en los mejores niveles. Sólo había una fuga en los rebotes de ataque, algo que puede pasar cuando se ajusta la defensa. Pero sería una de las razones por las que se iría el partido. Juntar a jugadores con capacidad defensiva le daba vida al Unicaja, que al descanso dominaba con grandes minutos de Suárez (36-39).
En el tercer cuarto estuvo el momento. El Unicaja colapsó el ataque del Alba Berlín. Encontró un momento de inspiración máxima de Salin, que se alió con Shermadini para firmar un parcial de 1-14 y ganar una renta interesantísima (51-64). Entró en el partido Wiltjer por Suárez, que había dado una exhibición en los minutos previos. Lógicamente, necesitaba un descanso, pero igual Dani Díez procedía mejor. La primera defensa fue una canasta de su par bajo aro, solo. La segunda, otra jugada con el canadiense silbando. Entró en combustión el Alba, que se acercó en el marcador con tres triples consecutivos (62-64).
Pese a ello, se recompuso el Unicaja y se marchó tras un triple de Boatright (65-73). Ahí puso la zona Aíto y ahí se desangró el Unicaja. Sin ninguna idea para atacarla, se la tragó entera el equipo malagueño. En los últimos siete minutos, el Unicaja sólo metió una canasta, un tablerazo de Dani Díez que dio la última ventaja sobre el límite de la posesión (74-75). Fue a 2:32. No hubo ningún recurso para meter un balón, sacar una falta (tenía tres el Alba el Alba desde que quedaba 9:18 para el final del partido) o crear un tiro cómodo.
Tuvo miedo el Unicaja de ganar. El remate fue el minuto final, un despropósito en el que se gasta un tiempo muerto para perder un balón en el segundo pase. En un rebote en el que el balón parecía que tenía jabón, Giedraitis metió (78-75). El triple de Salin no entró y el Unicaja perdió un partido que debió ganar. Una decepción muy grande, de las que marca un proyecto.
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