Alberto no quería perder (90-86)

Unicaja 90 - Casademont Zaragoza 86

El malagueño decanta la balanza junto con el resto de españoles para tumbar a un indomable DJ Seeley (29 puntos) y a un muy bravo Zaragoza

Ahora, el Andorra (21:00)

Alberto Díaz, tras acabar el partido. / Javier Albiñana

Alberto Díaz recuerda perfectamente en qué lugar estaba en cada uno de los títulos que ha conseguido el Unicaja en su historia, incluso en la Korac de 2001, cuando aún tenía seis años. Con la Copa de Zaragoza, la Liga de 2006, también en la Final Four, ese día estaba en el Carpena con la pantalla gigante. Ahora tiene 25. Con 22 estaba en el parqué de La Fonteta, conquistando el MVP. Y justo con ese grito, MVP, era despedido por un Carpena encendido después de que el Unicaja consiguera una victoria agónica, justa por su gran segunda mitad, ante un admirable Casademont Zaragoza que optimiza recursos hasta el extremo y que tenía a un jugador iluminado, DJ Seeley, al que Casimiro conocía bien de Gran Canaria. 29 puntos enchufó, en algún momento pareció imparable.

En cada momento crítico del partido, apareció Alberto Díaz como un ángel pelirrojo convertido en salvador. Dio la primera ventaja de todo el partido con un dos más uno tras robarle el balón al propio Seeley (33-31). Cuando el Casademont Zaragoza atacaba con nueve puntos arriba y el Unicaja estaba al borde del colapso, Alberto alargó una mano imposible para cortar una transición que parecía clara y metió un triple en el siguiente ataque. Cuando, después, de adquirir nueve puntos de renta (83-74) y verse con el Casademont a uno (83-82) tras otra ráfaga del infatigable Seeley, Alberto metió un triple desde nueve metros que puso el Carpena bocaabajo. Y, por si no fuera poco, un 2x1 letal suyo con Thompson a mitad de pista permitió al americano meter una canasta con adicional (fallado) que era la sentencia casi práctica del partido. De remate, después de que el Zaragoza fallara un tiro para ponerse a uno a cuatro segundos, el malagueño agarró el balón entre gigantes y forzó una lucha, que, ahora sí, era el definitivo 90-86 que daba la primera victoria de la historia en una fase final de Copa en Málaga. Seguramente hubiera regalado su vida que ese balón.

Y, mientras suena Mi gran noche con la charanga, Alberto se retira entre vítores, como el héroe de un partido vibrante, con muchos matices tácticos en el que los dos minutos finales se acercaron al despropósito porque los dos estaban como flanes y derrengados. No deslució un notable partido de baloncesto que tuvo muchos matices, con Casimiro apostando al final por el small ball y Fisac por el tall ball, con los jugadores españoles del Unicaja como grandes protagonistas. Era una alegría ver a cinco nacionales sobre la pista, con un titánico Rubén Guerrero que fue esencial para mantener al equipo en la primera mitad, con Carlos Suárez también terrible. Con un chispazo decisivo de Brizuela para el sorpasso del tercer cuarto y con, claro, un Jaime que encontró las musas en la segunda mitad.

La imagen del final contrastaba con la descanso. En los últimos segundos del primer tiempo, Rubén Guerrero, que había hecho una primera parte primorosa, se metió una autocanasta cuando intentaba coger un rebote tras un tiro libre fallado de Fran Vázquez, pasado y presente de la factoría de pívots de Los Guindos. El Casademont Zaragoza, con un sublime Seeley (18 puntos) se iba al descanso siete arriba (41-48), pegando saltos. Los rostros de los jugadores del Unicaja eran tristes, incapaces de jugar cómodos, siempre a remolque de lo que proponía Fisac y su equipo. En su ritmo y con acierto en momentos en los que el Unicaja exigía más, como en una racha de Rubén Guerrero y con un arrebato de Alberto Díaz. El pelirrojo dio una ventaja (33-31) con un dos más uno tras robo. Fue el único momento de sonrisa en el primer tiempo. A Jaime Fernández le faltaba flow y cometía su tercera falta antes del descanso. Thompson era una máquina de perder balones, superado por el ritmo del partido. Con Toupane tomando tiros con riesgo y sin acierto. En fin, con un Gerun tan blando como siempre.

Al final del tercer cuarto, Jaime Fernández se iba pegando botes al banquillo. Con 45-54 llegó el momento de Alberto Díaz sacó esa mano y metió ese triple.Brizuela cogió la batuta y al final del tercer cuarto la ventaja era de 69-63. Es de justicia, buen cuarto de Toupane. Alberto Díaz distanciaba hasta el 83-74 a cuatro minutos y aquello parecía ya el definitivo puntillazo. Craso error. Fisac ha construido un bloque pétreo que no se rinde. Parcial de 0-8. Y ese triple, que pareció temerario al tomarlo, de Díaz para un 86-82 que se complementó con una personal de Ennis en el rebote que dio oxígeno.

En ese tall ball contra small ball, se veían situaciones como que Benzing, casi en los 2.10, era defendido por Brizuela o Alberto. Pesó más ahí en la balanza quizá la necesidad del Unicaja de vencer y espantar maldiciones. Se sacó un partido muy difícil y espera en las semifinales, en menos de 24 horas, un Andorra quedejó una gratísima imagen y que perdió las dos últimas veces contra el Unicaja. La tercera final de Copa de su historia está a sólo 40 minutos. Y Alberto Díaz parece que quiere jugarla.

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