Alejandro Vergara, ADN Unicaja que triunfa en Chile
Canterano del Unicaja que salió del club con 17 años; carrera que se antojaba difícil, pero logrando hacerse un hueco de nivel en el baloncesto sudamericano
Narra su historia a Málaga Hoy después de disputar los Juegos Panamericanos, ya como un fijo en la selección chilena, país natal de su madre
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Alejandro Vergara Hasboe (Mollina, 1995) valora un proceso que ha valido la pena. Canterano del Unicaja hasta los 17 años, con esos valores de Los Guindos inyectados en vena y un sueño que estuvo a punto de truncarse en edad juvenil, grave lesión de rodilla que frenó esa progresión, pero que no fue una razón lógica para colgar las botas. Temporadas de montaña rusa hasta acabar en Chile, país de su madre, donde vive una etapa de madurez a sus 28 años, ya como un jugador de primera línea en el baloncesto chileno, aunque ese lazo con Málaga y el universo Unicaja se mantiene pese a los 11.000 kilómetros de distancia. Con un acento malagueño intacto, Vergara atiende a Málaga Hoy desde Valdivia, después de haber disputado los Juegos Panamericanos con Chile, también un fijo con la selección sudamericana. "Balance positivo porque ganamos a selecciones que Chile no había ganado en su historia, pero sabor amargo porque no nos quedamos lejos de las medallas". Sexto puesto a valorar, aunque con selecciones B. A Chile le faltaba Sebastián Herrera, campeón de BCL con el Bonn en Málaga, pesadilla del Unicaja en la semifinal de Final Four. "Ya le di una colleja por lo que nos hizo, le eché una buena bronca", bromeaba. Le conoce bien al ser compañeros de posición, también un escolta. "Soy un jugador disciplinado, con esa palabra me definiría; un currante, que además me ayuda a estar concentrado y poder mejorar. Buen defensor, tirador y mucha disciplina".
Una historia que empieza en Mollina a los ocho años, cuando Nacho del Moral, entrenador malagueño, lo recluta para Novaschool. "Ahí fue el paso de Mollina a Málaga, mi madre decide mudarse a Benalmádena para que estuviese más cerca de Málaga y poder entrenar con el Unicaja. Estuve desde minibasket hasta el último año juvenil". En ese año de promoción, se produce esa lesión grave de rodilla. "Fue un mazazo porque venían los torneos de Euroliga. Me lo perdí y me renovaron un año más para jugar con el EBA. Los años anteriores entrené con el Clínicas Rincón de Francis Tomé. Tenía compañeros tremendos. En ese año con el EBA, mi rodilla no terminó de responder. Le di vueltas en si dejaba el baloncesto o no, cuando me llaman de Novaschool para jugar un año, luego un salto a LEB Plata con Morón, donde conseguimos jugar play off por primera vez", recuerda.
Con 20 años es cuando da ese salto a Chile, aprovechando esa nacionalidad. "Mi agente se da cuenta que tengo la doble nacionalidad, intento poder estar disponible para la selección chilena, pero no se pudo dar por papeleo, y me llegó la oportunidad del CD Valdivia, que en ese momento era el campeón de Chile. Ahí doy el salto. Puedo jugar la Liga Sudamericana (segunda competición continental)". Aprendizaje para Álex, esencial para dar un nuevo paso. "Después del primer año en Chile, ficho por el otro equipo de la ciudad (CD Las Animas) y conseguimos ganar la Liga, ahí doy un salto de calidad, mi nombre empieza a sonar con más fuerza. Mi entrenador se va Puerto Baras y me voy con él, juego otras dos temporadas. Me pilla el estallido social de Chile y la pandemia". Decide volver a Málaga para estar cerca de la familia; no se interrumpe una carrera baloncestística que acaba en Marbella, en LEB Plata. "Obtengo un contrato por tres meses, vimos si se podía renovar por una cantidad superior hasta final de temporada, ese año económicamente no fue bueno en Marbella, y me voy a Alemania, a la 4ª División, aprovechando que mi madre vive allí, hasta el final de temporada". Otro giro, aunque con una voracidad intacta.
"Terminé la temporada de Alemania en abril, muchos meses colgado, y quería dar un salto de calidad como jugador. Me puse a entrenar muy fuerte en Málaga, además el Unicaja me ofreció un montón de cosas; pude entrenar con los jugadores que se quedaron de la postemporada, como Francis Alonso, Alberto Díaz porque tenía que prepararse para la selección. Mejoré un montón físicamente y vuelvo otra vez a Las Ánimas. Y ahí la reventé (risas). Salí en las mejores estadísticas de la temporada, además que pudimos superar los objetivos del equipo, con un presupuesto bajo nos pudimos meter entre los cuatro mejores. Ahora renové, con aspiraciones mayores y estamos ahí peleando a ver qué se da. Tras esa buena temporada, me contactó el seleccionador chileno porque quería contar conmigo. Se le abrieron los ojos cuando le dije que tenía la nacionalidad chilena desde los once años, ya en esa misma tarde me incorporé a la selección. Desde ese momento, no me ha dejado de llamar en ninguna convocatoria. Se me ha abierto una puerta para promocionarme, poder ayudar a Chile, donde he jugador estos años y porque es el país de mi madre. Contento de poder estar ahí defendiéndolo y poder jugar ante jugadores muy buenos", desarrollaba Vergara. Compara el nivel del baloncesto chileno como un "término intermedio entre LEB Oro y LEB Plata". Con un buen músculo a partir de febrero, cuando se dirime el título liguero. "Hay tres extracomunitarios por equipo, con más presupuesto unos que otros, pero lo normal es que vengan extranjeros que viene muy bien pagados. Cuando eso se produce, la Liga da un salto muy importante". En esa primeros campeonatos con Chile, pudo disputar el Preolímpico ante una Argentina estelar; señala especialmente a Campazzo. "Me sorprendió mucho de él su sencillez, que el mejor base de Europa se preocupara tanto por mí, fue algo que me impactó".
Vergara precisa que gracias a Juanma Rodríguez, los canteranos que salen mantienen el nexo con el Unicaja. "Hubo un momento que estuve más despegado del club, pero él ayuda a mucho a que los jugadores que han pasado, al final sea nuestra casa siempre porque hemos respirado y nos hemos educado con el Unicaja. Juanma es una persona muy importante para el club, ha recuperado el ADN del baloncesto malagueño, no solo del Unicaja, y a nosotros nos hace sentir eso, como que somos parte del club, además que se preocupa en que nos sintamos en casa cuando volvemos. Que jugadores como yo estemos tan lejos, el tener esa facilidad para entrenar, esas instalaciones de primer nivel, pues son un lujo, y es algo que agradezco mucho", agradecía al director deportivo. "Sigo manteniendo contacto con muchos compañeros, otros más y menos. He estado entrenando este verano con Francis Alonso y su padre, con el mismo Alberto, una alegría cuando nos vemos y nos ponemos muy contentos con las cosas buenas que nos pasan; obviamente con Domas tienes menos relación, un All Star de la NBA, que acaba viviendo en una burbuja. Se mantiene el contacto un poco generalizado, preocupado en cómo va evolucionando la vida de todos".
Hace un inciso con el capitán del Unicaja. "Lo que le ha pasado a Alberto este último año es como si me hubiese pasado a mí. Sé que ese chico ha trabajado lo que no está escrito, porque hemos vivido los momentos malos con él, también los buenos. La gente que ahora ve a Alberto en ese estatus, siendo importante con la selección, no es realmente consciente de ese proceso, de toda la gente que le ha ayudado por detrás. Me tengo que alegrar y ojalá siga en esa línea. Es un tipo muy familiar, que se acerca mucho a la ciudad; el Unicaja no es tonto, dentro de que esto es un negocio, es consciente que es un jugador que siempre te va a sumar muchísimo, tanto dentro como fuera de la cancha, y que la gente se siente identificada con él. Es un luchador, como la gente lo ve. Es importante que esté ahí. Juanma lo sabe, el club lo sabe y por eso está él ahí. No es por capricho. Le ha venido todo de golpe, pero cuando uno es capaz de soportar eso es porque es un chico humilde, sencillo; cuando una persona trabaja, y soy consciente de todos los pasos que ha ido dando, tiene más posibilidades de que le pasen esas cosas. Tarde o temprano llega". Como un aficionado más del Unicaja desde Chile, también consciente Vergara de dónde se viene. "Tengo problemas con los canales de aquí, pero la mayoría de las veces me las arreglo para poder ver los partidos, por lo menos seguir las estadísticas. Tengo jugadores en el Super Manager también, que es algo que me obliga a estar atento. Pero los números, resultados y demás lo sigo. Deseando que le vaya bien y que pueda pelear donde tiene que estar, ese sitio donde queremos verlo todos los aficionados de Málaga. Hay que disfrutar del momento. Lo que ha hecho Juanma renovando a casi todo el equipo es una locura. La gente tiene que confiar en el equipo porque son los mismos, plantilla que creo está mejorada". Recuerda que vio la final de Copa "en casa, mientras hacía un Facetime con la familia".
Vergara analiza un presente que dimensiona, pero abre la puerta a salir de Chile, sitio que le permite vivir del baloncesto, que no es poco. "No me ha llegado nada de España en este tiempo. Claro que me gustaría estar cerca de casa, a nadie le gusta jugar a 10.000 kilómetros, pero es verdad que esa opción me seduce, aunque no descarto nada, ni Sudamérica, cualquier país de Europa. Una de las cosas cuando salí de Málaga a los 19 años fue conocer países nuevos, gente nueva, tengo una capacidad para adaptarme a los sitios y eso me ayuda a formarme como persona. Me encantaría volver a España, pero también si pudiera a Colombia, México, allí además que está Pablo García. Tengo una buena referencia. Estoy abierto a todo. Ahora mismo centrado en esta temporada, para que las opciones puedan ser mayores. En febrero tenemos el clasificatorio para la Americup, en un grupo complicado con Argentina o Colombia; a ver si podemos meter a Chile por primera vez en la Americup, sería algo tremendo". Además, cuenta con un campus en Mollina, tratado ya como personaje ilustre en la localidad malagueña. "Seguía teniendo contacto con gente del pueblo. Con 20 años voy a Chile y me propusieron formar ese campus, viendo que estaba viviendo del basket, como que me convertí en un referente para los chicos. Me lo plantearon para estar cerca de los jóvenes, compartir con ellos, enseñarles todo lo que pueda, porque al final es una semana y se pasa rápido. Pero me encantan los niños, que puedan aprender; lo mínimo que podía hacer es pasar una o dos semanas al año. Yo una vez fui como ellos, jugando en el pueblo con esa edad, un poco para transmitir esa idea de que hagan deporte y no dejen de insistir en sus sueños. Que a base de trabajo, disciplina, lo que nos han enseñado en la cantera de Unicaja, pueden llegar a vivir de lo que te gusta, y encima conociendo otros países".
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