Alfonso Sánchez, en paz con el baloncesto

El CB Marbella retira este sábado la camiseta del ex jugador malagueño (36 años), que desconectó del deporte en 2018 tras una carrera marcada por las lesiones y el dolor y ahora vuelve a disfrutar con él en otra faceta

Repasa con Málaga Hoy una trayectoria con sinsabores pero también con éxitos y que le forjó como persona

Su carrera, en fotos

El descanso del guerrero

Alfonso Sánchez, con Aaron Gordon, estrella de la NBA, en The Embassy. / The Embassy

La vida sonreía a Alfonso Sánchez Delgado (Jaén, 1987). Su familia es originaria de la otra provincia andaluza, pero, desde que tenía pocos meses de vida, sus padres, profesores, se instalaron en Marbella. Aquel verano de 2007 tenía 20 años y se le proyectaba como un jugador del Unicaja para más de una década, el siguiente eslabón en la cadena de ADN Guindos tras la mágica generación del 80 (Cabezas, Berni y Germán), justo en medio, siete años, los que van después también hasta Alberto Díaz (1994). Había vivido en primera persona el título de ACB de 2006, había tenido minutos en la histórica Final Four de la Euroliga en Atenas, venía de ser subcampeón de Europa sub 20 con España, titular en una generación con Sergio Llull, Pau Ribas o Javier Beirán (campeones del mundo absolutos después) tras rendirse sólo ante la Serbia de Milos Teodosic. Y ya era uno más en la rotación de Sergio Scariolo, que le había dado su bendición. Un exterior con gran capacidad física, duro defensivamente, 1.97 metros y mentalidad guerrera.

Alfonso Sánchez, tras romperse la rodilla. / Málaga Hoy

Algo empezó a ir mal tras un torneo de verano en Siena. Terrell McIntyre, que después fuera jugador cajista y entonces uno de los mejores bases de Europa, cayó encima de su mano derecha en un apoyo por un balón dividido. Sería el inicio de un calvario que no le impidió jugar 181 partidos de ACB (37 oficiales con el Unicaja, 13 de Euroliga), más de un centenar entre LEB Oro y LEB Plata y ser jugador profesional, lo que soñaba desde niño siguiendo los pasos de su madre, antigua jugadora. En 2018 dijo basta después de salir del Betis, su último club. "Mi relación con el baloncesto había sido de amor-odio, en ese momento era odio, dolor", confiesa. Este sábado recibe un homenaje del CB Marbella, el club donde dio sus primeros pasos y aprendió a jugar y destacó bastante hasta que el Unicaja lo reclutó en su segundo año cadete. Antes del partido de Liga EBA (19:00 horas) con el Enrique Soler de Melilla se retirará su camiseta con el número 8.

Alfonso Sánchez, en su etapa junior.

Ahora, Alfonso está en paz interior con el baloncesto, ha vuelto a disfrutar en otra faceta tras distanciarse radicalmente durante varios años. "El CB Marbella se puso en contacto conmigo hace meses, pasó el verano y querían tener un detalle conmigo. Desde que salí hacia el Unicaja mi relación ha sido bastante cercana, me han tenido en cuenta y presente. Y estoy muy agradecido por la retirada de la camiseta. Todo jugador de baloncesto debería retirarse en una cancha. Yo no lo hice. Estuve un año retirado pero sin decirlo, vino la pandemia... Siento que se cierra un círculo. En Marbella está de entrenador Rai López, compañero en el Clínicas, con Adri Fuentes de segundo, compañero de generación. Es para mis padres, para mi familia, para todos los que han estado conmigo. Es un día para que el club disfrute y estemos en familia. Intentar dejar un poco de huella en los jugadores de formación en Marbella, crearle una expectativa para que lleguen, también en humildad y valores", relata en Málaga Hoy.

Alfonso Sánchez, con el brazo escayolado.

Alfonso Sánchez se rompió los dos ligamentos cruzados de sus rodillas, una vez en 2007 con el Unicaja y otra vez más adelante en el Gipuzkoa, cuando le entrenaba Pablo Laso. Pero es aquella mala caída con McIntyre la que ha vertebrado su trayectoria. "Todo lo que me ha pasado lo he intentado manejar de la mejor manera posible. Cuando hago un balance de mi carrera, me siento afortunado. Todo lo que me ha pasado ha sido un aprendizaje para mí. Todo lo aprendido me ha cambiado el carácter y me ha formado como la persona que soy. Muchos médicos se sorprenden de cómo he sido capaz de hacer una carrera con un deterioro tan importante en la mano. Tuvimos que cambiar hasta la mano de tiro. Allí en Siena con McIntyre sufrí un traumatismo en el escafoides. No se vio nada en el hueso. Seguí jugando, fue cuando vino Memphis Grizzlies [captura 12 rebotes en esa recordara victoria ante Pau Gasol y Juan Carlos Navarro en el Carpena], me rompo la rodilla poco después ante el Murcia y entonces la muñeca la desatiendes, queda en un segundo plano", relata con precisión el marbellí: "Me recupero de la rodilla y vuelven las molestias en la mano. Me hacen otra radiografía y sí, hay un fractura en el escafoides que obliga a pasar por el quirófano. No salió todo lo bien que nos hubiera gustado la primera enMálaga. Hay una segunda operación en Madrid, con injerto de cresta ilíaca de mi cadera. Estoy 8-9 meses con la mano escayolada, hay un deterioro importante y tengo una pseudoartrosis de escafoides. Es lo que marca todo".

Alfonso Sánchez practica lesionado.

"Si tenía que abrir un bote lo tenía que hacer con la mano izquierda, era imposible con la derecha. Aún hoy es igual. El dolor nunca se fue, lo canalicé y lo hice rutina. Está ahí, no se ha ido. De alguna manera esto significaba el sentir, aguantar los costes que había elegido al ser jugador de baloncesto", reflexiona Alfonso Sánchez sobre esa dolencia que ha presidido su carrera: "Era un jugador pasional, de mucha vocación. Intenté seguir disfrutando, después de cada entrenamiento, seguía eligiendo el baloncesto una y otra vez a pesar de que no siempre me hacía bien, era como mi propio maltratador. Pero todo lo que he aprendido de diferentes situaciones viene de ahí. De jugar poco, te quieren más o menos, hay cambios de equipos. ACB, LEB Plata, Oro, ACB... Es el aprendizaje por la carrera que he tenido".

Alfonso Sánchez, en su adiestramiento a un perro. / M. G.

El mundo del perro

Ese 2018 en el que sale del Betis tras tres temporadas es un punto de inflexión. "Mi mejor decisión fue decir basta. Quise alejarme del baloncesto, no quería saber nada, fue mi modus operandi. Lo que más amaba era el baloncesto, pero fue había ese amor-odio, más odio al final. Me pregunté. ¿Qué es lo que amo más tras el baloncesto? Los perros. Me dediqué a formarme dentro del mundo. Soy adiestrador canino profesional y técnico modificador de conducta. También instructor canino profesional en operaciones de seguridad y protección civil. Pertenezco a K9 Málaga, son las iniciales anglosajonas de canine. Es una de las empresas más longevas de educación canina, un centro profesional referente en Andalucía. Estoy muy involucrado con el área social, donde se realizan actividades asistidas con perros de terapia. Van orientadas a un tipo de usuario. Menores, centro día, plantas de hospitales con cáncer infantil, centros de tercera edad, residencias... A través del apoyo emocional y motivacional que aporta el perro en estas actividades", explica Alfonso Sánchez.

Pero el veneno de la pelota naranja seguía dentro. Tras dos años de desconexión, la llamada de su amigo Berni Rodríguez, con el que coincidió en su aterrizaje al primer equipo y también en su tramo final en el Betis, le hizo volver poco a poco. "Cuando Berni arranca 675 nace el boom que tiene con el SuperBasket para los jugadores con diversidad funcional cognitiva, pero buscamos actividades que puedan complementarla, por ejemplo, el trabajo de técnica individual durante la temporada. Berni y Bernardo padre iban haciendo becas técnicas por diversos municipios de Málaga. Y me engancho mucho al entrenamiento de técnica individual con jóvenes. Repiten gestualidad, rutinas y no se centran en resultados. Con actitud y con repetición todo se puede conseguir. Ahora mismo no me apetece gestionar un vestuario, minutajes, los padres... Es ser un entrenador que perfila tu bote, tus porcentajes a través de la repetición, interiorizar este gesto, en un estado emocional que permita generar confianza. Es ya la cuarta temporada con sesiones de técnica individual para cualquier jugador de cualquier club, de minibásket hasta junior, que considere una sesión extra aparte de las de su club", relata sobre su conexión ahora con el baloncesto, que compatibiliza al 50% con el mundo del perro.

También se expande el trabajo del malagueño desde el baloncesto a la empresa. "Estamos mucho con Berni enfocándonos en el tema del team building, dinámicas de grupo para empresa, contenido de actividades y dinámicas de grupo, todo lo que el baloncesto profesional y nuestra experiencia nos ha dado a través de valores y aprendizaje trasladarlo a situaciones que se puedan dar en un día a día en una empresa, enfocándonos mucho ahora a ofrecer un servicio a empresas en trabajar en diferentes criterios, comunicación, sentimiento de pertenencia, lo que significa el vestuario para los jugadores. ¿Tenéis un propio vestuario, donde el trabajador se quita la careta? ¿Conoces a los compañeros de enfrente del ordenador? Utilizamos el balón y la canasta como hilos conductores y aprendizajes que queremos transmitir", señala.

Aaron Gordon y Alfonso Sánchez. / M. G.

Niños y mayores

Del trabajo con niños a hacerlo con profesionales en The Embassy, el pabellón de última generación que gestionan Berni Rodríguez y José Manuel Calderón en Fuengirola. Este año ha acogido a la selección española en su preparación para el Mundial y también por segundo año a una selección de jugadores de la NBA por el acuerdo firmado con el sindicato de jugadores. "Este verano así sin quererlo se ha dado muy bien. Empecé a un jugador profesional chino, una primera parte del verano conmigo 6-7 semanas y después otras 6-7 las hizo con Pepe Sánchez, que lo trajimos para que fuera el entrenador, nos dividimos el trabajo. Vino Andreas Obst, campeón del mundo después con Alemania, que juega con el Bayern, estuvo 10 días aquí. Estuvo muy bien, tuvimos mucho feeling desde el principio. El tenía un preparador físico online y necesitaba un entrenador que le hiciera planning de sesiones. Estudié vídeos suyos para ver qué tiro gastaba más, cuáles era sus puntos débiles, nos sentamos para que me contara si tenía alguna molestia o lesión, y hablé también con Pablo Laso, que iba a ser su entrenador. Estuve con él en San Sebastián justo el último año de Pablo antes de ir al Madrid, que me rompí la segunda rodilla. Organizamos 10 días de trabajo. Trabajar con profesionales es una pasada, tienen una predisposición al trabajo y al esfuerzo tremendas", relata sobre su experiencia en el máximo nivel.

Aaron Gordon, titular en los Denver Nuggets campeón de la NBA, vino con el grupo del sindicato de jugadores. Le gustó lo que vio en la Costa del Sol y las condiciones de trabajo en The Embassy. "Estuvo cuatro semanas entrenando. Iba un poco más por libre. Tenía en mente lo que quería trabajar físicamente. Y después, 5-6 rutinas de situaciones donde más gastaba sus tiros o recibía bolas y practicar situaciones. Volumen de tiro y mucho manejo de balón. Es una experiencia brutal. Es un súper héroe. Físicamente es otro nivel. Manos gigantes, brazos, piernas... '¿Tiene lo mismo que yo? ¿es humano?', te preguntas. De repente hacía un mate 360 sin calentar. Una predisposición genética a movimientos difíciles, con una capacidad asombrosa. Te sorprendía mucho. Me llamaba la atención una rutina. En todos los entrenamientos hace tiros desde detrás de cada tablero, desde la esquina de la zona. Tenía que meter cinco desde cada lado. Y entonces empieza a trabajar. El tiro no es su punto fuerte... Escucharlo, ver su mentalidad, el concepto de entrenamiento en Estados Unidos, cómo trabajan en verano... Berni y Calde quieren incidir en ese cambio de mentalidad en el trabajo. No hay instalaciones como ésta en Europa. Iba a venir al Sanctuary, el programa de la NBPA, pero venía de China y llegó 3-4 días más tarde. Hizo una semana, hizo una prueba y se quedó hasta septiembre".

Sin rencores al pasado

Han pasado años ya desde su último partido con el Unicaja, un jugador predestinado a tener una carrera larga en el club de casa. "Esa espinita está clavada pero ya no duele. Acepté lo que me había pasado. Y seguí intentando disfrutar del baloncesto. En esa época tengo un sentimiento de pertenencia muy grande por el Unicaja. Yo tenía en un pedestal a Berni, Carlos, Germán... Fui el siguiente de ellos. Era el siguiente. Yo estaba en un momento súper bueno, muy bien, con la confianza de Sergio y estaba empezando a consolidarme como ese proyecto de jugador que parecía, pero lo superé, entendí que el Unicaja no estaba para esperar a ningún jugador", contextualiza Alfonso: "Vino un proyecto nuevo, vino Aíto, con Sergio se rompen los caminos. Es un proyecto nuevo. Quiere construir su proyecto, habló conmigo y me dijo que no entro de sus planes. Yo era un jugador de 20 años, con una rodilla rota y que llevaba ocho meses con un brazo enyesado. Salí a Alicante cedido y a raíz de ahí los caminos se separan. Siempre lo dije, las primeras temporadas en Obradoiro y San Sebastián mi motivación era demostrar que podía jugar en el Unicaja, que era un tío de la casa, un cupo, que podía ayudar, pero me rompí de nuevo".

Un quinteto con cuatro malagueños y Ndong.

Los siguientes pasos son un año blanco, otro en Ourense en LEB Oro con otros malagueños, Rai López y Pablo Movilla, en el que se desciende a Plata. Otro año en blanco y, ya con 27 años, el Clínicas Rincón. "Tras Ourense me matriculé en Fisioterapia y entrenaba con el Clínicas Rincón. Con Francis Tomé consigo volver a buen nivel y no llego a febrero, recibo una oferta de Manresa con Pedro Martínez. Era el segundo máximo anotador de LEB Oro y primero en asistencias y el primer anotador era Ricardo Guillén. Me engancho en ACB y logramos una exitosa permanencia allí. Me gano la confianza de Pedro Martínez, hago la pretemporada en Valencia con él cuando firma. Me llegan a plantear continuar, fichan a Lucic y Pedro lo quería al cuatro y a mí al tres, pero finalmente ponen a Lucic al tres y fichan como quinto interior cupo a Jordi Trias. Y me voy a Sevilla. Berni ya estaba allí y hacía falta un cupo. Durante la pretemporada se mueve, hablo con Luis Casimiro y allí me quedó tres años".

Celebración de la Final Four en el vestuario.

Y ese fue el final de una carrera que seguramente no fue lo luminosa que se esperaba aquel verano de 2007, pero que fue dignísima. "Esos años como jugador joven eran increíbles. Imagina estar en un vestuario así. Desde la referencia más absoluta de Berni y Carlos, el carácter de Pepe Sánchez, la clase de Brown y Risacher, la garra de Herrmann, el liderazgo natural de Jorge [Garbajosa], grandes compañeros y entrenadores... Tuve la suerte de tener a Sergio, parte a Aíto, Pedro Martínez, Pablo Laso, Luis Casimiro... Me siento afortunado por haber tenido a tantos y tan buenos. Como compañeros, desde en el Obradoiro con Mark Jackson, en San Sebastián Andy Panko con su mentalidad militar absoluta, en Sevilla fue el último año de Berni, lo disfruté increíblemente bien con él, siendo capaz de involucrar a todo el mundo, con Pierre Oriola... Han sido muchos", remata Alfonso Sánchez, con un dolor crónico en una mano, pero ya en paz interior consigo mismo y con el baloncesto, del que ahora siente todas las vivencias positivas. Este sábado, un homenaje en Marbella, donde empezó todo.

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