Álvaro Folgueiras, un MVP que rompe el molde

El canterano cajista, un jugador distinto, fue el mejor de toda la jornada de la Liga EBA con 42 de valoración

Álvaro Folgueiras, en un posado. / Unicaja B. Fotopress / M. Pozo

Las pocas decenas de espectadores que había el sábado pasado en Los Guindos contemplando el Unicaja-CB Andújar de Liga EBA abrían la boca con lo que veían en el último cuarto del partido. El Unicaja perdía 70-77 mediado el periodo definitivo. Ganó por 92-80 con un parcial de 22-3 con una descarga conducida porÁlvaro Folgueiras. El joven malagueño acabó con 18 puntos (6/6 en tiros de dos, 0/3 en triples y 6/6 en libres), 15 rebotes y tres asistencias (oficiales, repartió no menos de dos más que no se computaron en la estadística) más una recuperación y siete faltas recibidas para 42 de valoración. Del centenar de equipos y un millar de jugadores que componen la cuarta categoría del baloncesto español, Folgueiras fue el más valorado de la jornada por delante de nombres con mucha trayectoria en las categorías FEB como Jan Orfila, Omar Lo o Imanol Martínez. Aún en su primera temporada de edad junior (16 años), aunque ya el año pasado estuviera completo con el equipo junior, el paleño obtenía un galardón honorífico inusual para un jugador de su edad. Hay que contextualizar que la limitación de extranjeros ha hecho bajar algo el nivel de la competición, pero no es sencillo llegar a esas cifras.

El molde con el que el Unicaja ha producido jugadores en las últimas décadas para llegar a la élite ha basculado por dos perfiles distintos. Exteriores con un sello característico casi común de alta competitividad, desde la generación del subcampeonato (parte alimentada desde Maristas, con hombres como Nacho Rodríguez, Dani Romero, Curro Ávalos, Gaby Ruiz, Berni, Cabezas, Abrines o ahora Alberto Díaz y Francis Alonso). O interiores más físicos o más técnicos reclutados antes o después (Richi Guillén, Germán Gabriel, Fran Vázquez, Vitor Faverani, Augusto Lima, Domas Sabonis o el último ejemplo de Yannick Nzosa).

Folgueiras es un jugador distinto. Está ya rozando los 2.05 metros, un proyecto moderno. Rebotea en cancha propia, sube el balón y distribuye. Juega en el poste para crear o decidir (el sábado hizo un movimiento por la línea de fondo primoroso para dejar una bandeja) y enlaza rachas metiendo desde fuera con otras más erráticas, habitual en la edad. Desborda con el bote, aunque pierde balones dentro de ese proceso de crecimiento integral que le exigen los entrenadores. También juega con esa insolencia de los jugadores que se saben buenos, mejores que el resto. A veces se distrae y tiene que corregir actitudes, pero no ha habido un jugador de su perfil en la cantera en tiempo, quizá nunca. Este verano, tras una cuarentena por un positivo en la concentración de la sub 16 que no pudo participar en el Youth Challenger, entrenó alguna vez a las órdenes de Katsikaris. Lo volverá a hacer en época de ventanas.

El paleño, como sus compañeros Rubén Vicente, Álvaro Fernández y José Tanchyn, está inscrito en la Basketball Champions League. La supresión de campeonatos de selecciones y una lesión en el Nacional cadete en San Fernando el pasado verano le han impedido tener más brillo en grandes escenarios, pero en la Federación son perfectamente conscientes del nivel del jugador, fijo en cada lista de su edad. El próximo verano asoma el Mundial sub 17. Queda seguir trabajando duro y fuerte para desarrollar el talento de un MVP que rompe el molde.

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