Baño y maquillaje (86-90)

Resultado y crónica del Unicaja-BAXI Manresa

El Unicaja recibe una lección de baloncesto de parte del modesto Manresa, que domina hasta por 19 puntos, pero una reacción final le concedió una opción de pelear el partido

Darío Brizuela, defendido. / Marilú Báez

El marcador del partido es muy engañador (86-90). El Unicaja sufrió un baño de baloncesto durante 35 minutos por parte del Basquet Manresa. Un equipo con tres veces menos de presupuesto, pero primorosamente entrenado, con sus jugadores potenciados hasta el extremo de sus posibilidades, se paseó por el Carpena, con 30 minutos por encima de los 10 puntos de renta ante un Unicaja paupérrimo al que sólo una reacción desesperada en los cinco últimos minutos le permitió bajar de los 19 puntos de desventaja que tuvo el rival para fabricarse incluso una opción de triunfo después de haber penado durante demasiado minutos. Postreros triples de Brizuela y Alonso no entraron y se hizo justicia a lo que se vio en el parqué.

El partido es para reflexionar, tienen que cambiar cosas en el equipo. En un Carpena con público habría habido una bronca de campeonato. Seguro debe mejorar la actitud y la concentración. Y es posible que deban cambiar nombres y roles. En el baloncesto, en el deporte, hay ciertos mínimos innegociable. El esfuerzo, la concentración, la intensidad se presuponen a un equipo de élite. Un Carpena helado, con frío emocional y ambiental, igual no sea la mejor atmósfera para motivarse, pero no hay opción para no hacerlo. El Unicaja dio en el primer tiempo una imagen de equipo poco serio, triste, impropio de un aspirante a algo. Sin chispa, pasivo, laxo, a merced absoluta de un equipo limitado pero con las ideas claras y con hambre y baloncesto, algo importante. Apenas las burbujas que le aportó Yannick Nzosa, que pide minutos a gritos y a dentelladas, y dos minutos enchufados, tras algunas buenas defensas y algo de tino, al comienzo del segundo cuarto para transformar un 15-25 en un 25-25 en apenas dos minutos. Antes y después, la nada casi absoluta. Pobreza de ideas en ataque y pasividad. 9-22 era el balance en el rebote tras 20 minutos (25-38 sería al final), en ataque se sucedían las pérdidas en el segundo cuarto y no había soluciones. Casimiro rotaba bastante al equipo, debutaba Carlos Suárez esta temporada, aún lógicamente falto de ritmo, y los 12 jugadores habían jugado ya tras 15 minutos. Pueden entenderse los errores, pero la falta de actitud es imperdonable. Y varios jugadores del Unicaja no tenían la mínima exigible.

El Manresa, bien dirigido tanto por Pérez como por Tabu, colapsaba al Unicaja y ni siquiera le dejaba abusar del triple. En ese 10-0 de parcial metió dos. Y otro más Bouteille. Pero es algo que se palpa desde el inicio de la temporada oficial. Los equipos cada vez extienden sus defensas más lejos del aro. Y si no hay desequilibrio desde el bote ni hay buena circulación de balón ni se domina el rebote (siquiera se compite) para jugar rápido y sortear la ordenada defensa rival, no hay espacios para tirar. Con la anotación repartida, con una defensa solvente y un juego lógico, el Manresa lideraba al descanso por un claro y merecido 34-48.

Nada cambió tras el paso por el vestuario, lo que tampoco habla bien de Luis Casimiro. Si el equipo sale así dos veces, igual hay algún problema más de fondo. El Baxi Manresa dominaba a placer el partido con Dani Pérez gobernando en la pista. El entrenador cajista hacía hasta un cuádruple cambio mediado el tercer cuarto, pero era inútil, estuviera quien estuviera en pista, el Manresa dominaba (46-64). El Carpena vacío evitaba una buena bronca porque lo que se veía era impropio de un equipo de nivel. Un triple de Francis Alonso, primeros puntos del partido, daba un poco de alegría, también un rebote en ataque de Rubén Guerrero, pero Tabu llevaba la manija del partido, administrando triples o asistencias según procedía para los intereses de su equipo. Un triple de Francis Alonso (58-73) dejaba la renta en 15 puntos al final del tercer cuarto.

Dos jugadas reflejaron bien en el último cuarto lo que era el partido. Con 60-73, Eatherton fallón dos tiros libres. El rebote lo cogió el Manresa y metió un triple ante la pasividad cajista. Con 64-78, tras un gran mate de Nzosa, al que Casimiro no había sacado hasta el cuarto final, una buena defensa fue respondida con un triple desde más de ocho metros de Tabu. La diferencia de confianza entre los equipos era abismal. Y la de juego.

Con el congoleño dando un recital defensivo de lo que debe hacer un pívot, el Unicaja pudo soñar con una remontada. Poco a poco, bajó de los 10 puntos, con defensa a toda pista, una energía que no se había visto antes. Consiguió hacer dudar al Manresa, que perdió varios balones, con Nzosa en alguna acción inverosímil, y tuvo en la mano darle la vuelta. Abromaitis, en un partido muy estimable y clave para tener opciones, falló un tiro libre y a Brizuela se le salió un triple a falta de 24 segundos para poner al equipo a uno (84-88). Francis Alonso no metió otro a falta de ocho segundo con 86-90. Y el Manresa se llevó un triunfo merecido. Un maquillaje final no lleva a engaño, fue un baño de baloncesto y de actitud, muy preocupante, durante muchos minutos del partido.

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