Baxi Manresa - Unicaja: 'Finezza' y fiereza para llegar a semifinales (63-86)

El Unicaja rompe al Manresa en una gran segunda mitad y consigue su segundo acceso consecutivo a semifinales de la ACB para ratificar su candidatura a todo en este final

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El Unicaja aplaude al final.
El Unicaja aplaude al final. / Acb Photo

Es basket champagne, pero también el baloncesto desde el sentido más primitivo del niño que quiere su balón y hace todo lo posible para tenerlo. El Unicaja conjuga las dos cosas, la finezza y la fiereza, y está en semifinales de la ACB por segundo año consecutivo. Otrora era rutinario; hace poco, una entelequia. Desde el bienio 2013/15, los primeros años de Joan Plaza, no se enlazaban dos Top 4 en ACB seguidos. Es el valor de lo que Ibon Navarro ha construido en un tiempo récord. Hace dos años se salía vapuleado en una eliminatoria de play off de BCL de la misma pista en la que se enseñoreó en el segundo partido de la eliminatoria para conquistar el pase. Tuvo sus dosis de exigencia en una primera mitad equilibrada, pero una salida maravillosa tras el descanso, en la que se voló y se bordó el baloncesto, bajó los brazos del admirable equipo de Pedro Martínez, uno de los presupuestos más bajos de la Liga pero peligroso. No hay que minusvalorar lo conseguido (63-86), tampoco venirse demasiado arriba si se piensa en que hay un accesible camino a la final, que no sencillo. Pero sí hay que aplaudir y paladear lo que consigue este equipo maravilloso, ya histórico y que intenta ser legendario. Martes y jueves próximos hay cita con Valencia o Murcia en el Carpena, que debe arder para llevar en volandas al equipo.

La previsible salida del Baxi Manresa era potente. El ambiente del Nou Congost no lo tienen muchas pistas del baloncesto español. Y en ese nivel se colocó el partido en la pista, máxima exigencia e intensidad. Los play off son una prueba de velocidad pero también de fondo. Acelerón local, castigando mucho la defensa del Unicaja del bloqueo directo, mucho pick and pop y tiros cómodos de media distancia. También la proverbial presencia en el rebote de ataque del equipo catalán, seña de identidad. Barreiro se marchaba con una brecha en el párpado tras un choque, Vaulet poco después también sangraba tras un golpe con Osetkowski. Era síntoma de que no se repartían caramelos. Los árbitros dejaban jugar y los contactos fuertes no se penalizaban (cinco tiros libres en toda la primera mitad) en las dos canastas. Si esa línea se sigue hay a lo que atenerse.

Hacía daño el Baxi Manresa y metía mucho puntos. Acababa también con un triple desde su zona de Travante Williams para poner una máxima renta de ocho puntos (28-20). Sucede que el Unicaja no pierde la compostura, tiene la autoconfianza elevada. Pero sabe que tiene que subir varios puntos en momentos concretos. Ya había causado pérdidas el Unicaja al rival, aunque en el primer tiempo falló tres bandejas a campo abierto (dos de Barreiro y una de Djedovic).

La salida de Will Thomas y el regreso de Kalinoski a la pista equilibraron el partido. Metió un triple de Baltimore en su primer balón. Puso un tremendo tapón en la esquina a Steinbergs después de hacer una ayuda en el centro de la zona de las que parece desmentir que vaya a cumplir 38 años en pocas semanas. Buenos minutos también de Lima. Un rebote por aquí con palmeo, un tapón por allá, algún movimiento en el poste bajo. También Kravish, martillo pilón. Y dos triples de alta dificultad, equilibrándose en el aire, de Kalinoski más una asistencia para triple de Carter permitían al Unicaja mandar al descanso (36-40). Qué jugador el escolta de Ohio. Había bajado el acierto catalán en el tiro de tres (0/9 en el segundo cuarto) y en el baloncesto moderno es muy difícil vivir sin meter desde fuera.

La salida del vestuario del Unicaja fue volcánica. Gran pase de Carter a Ejim, un triple desde la esquina de Ejim tras pase de Kravish, tiro de media distancia de Kalinoski y mate de Kravish a pase de Carter. Tiempo muerto de Pedro Martínez (38-49) porque el partido se le iba a su equipo. Y sí, se le escurría porque no le entraba un triple a sus jugadores, incluso en buenas posiciones, y eso fue generando una psicosis colectiva que impedía hacer el juego que le hace ser atractivo y competitivo a la vez. Al tercer cuarto las semifinales (47-65) se tocaban con los dedos. Y quedaron 10 minutos intrascendentes para rodarse de cara para lo que viene y para aplaudir a un equipo local que honra al baloncesto. El Unicaja está en semifinales. Era previsible, pero hay que aplaudir y seguir soñando. Esto equipo obliga a ello.

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