"Comprender la realidad que hay no quita que se sea ambicioso y exigente"
Entrevista con Berni Rodríguez
El gran capitán del mejor Unicaja de la historia es ahora comentarista de televisión y lleva la Academia 675, que intenta enseñar baloncesto
Pasó la peor racha de derrotas de este siglo y explica cómo se sentía: "El jugador sufre de verdad mucho"
Bernardo Rodríguez Arias (Málaga, 1980) jugó su primera Copa del Rey en el año 2000 y nadie intervino en más partidos de la fase final con el Unicaja que él (17), el gran capitán del mejor equipo de la historia del club. Berni es ahora comentarista de televisión en DAZN y dirige la Academia 675, que, como toda la sociedad, sufre los rigores del Covid-19. Repasa en 'Málaga Hoy' sus experiencias coperas y la actualidad del Unicaja.
-¿Cómo está viviendo la pandemia y cómo está afectando a su Academia?
-Como todos, en la parte personal, relativamente bien. Tengo gente cercana que no lo pasó bien, pero en mi familia, por suerte, no hubo problemas. Intentamos cumplir a rajatabla las normas y medidas. Y la pena es que mis padres no pueden disfrutar de mi hija, Adriana, que tiene seis meses. Apenas la han visto y es algo que pesa. A ver si esto se supera. En la parte profesional haciendo lo que se puede con la Academia, sobreviviendo y dando la posibilidad a los chavales de que tengan esa posibilidad lúdica y deportiva. Cuando no se puede, se cierra. Somos precavidos. Muchos de los proyectos que tenía en mente están en stand by, esperando a que se pueda emprenderlos.
-¿Y la vida como comentarista en DAZN?
-Un nuevo mundo, un nuevo camino. Me llamó Piti Hurtado el año pasado, me preguntó si me apetecía y decidí probar. Había hecho alguna cosilla en radio, pero sin continuidad. Y ahí voy, intentando mejorar, disfrutando del baloncesto desde otro ángulo, no queriendo entrar en el intrusismo periodístico. Pero dando mi visión de mi experiencia ahí dentro de la pista.
-Alguna vez dijo que su experiencia en el Betis como director deportivo le quemó. ¿No le llama volver al baloncesto de élite?
-Mi experiencia en el Betis me gustó mucho, aprendí muchas cosas y vi el baloncesto desde ese otro ángulo. Pero, a día de hoy, no me llama la atención volver a estar en esa primera línea ultraprofesional. Estoy contento con lo que hago ahora y no es el camino que quiero recorrer. Estoy en otro momento vital.
-¿No le gustó que haya cosas que no pueda controlar desde ese puesto?
-Quizá vaya por ahí la cosa. Al final, para bien o para mal, los que deciden si la pelotita entra o no son los jugadores. En cierta medida, el entrenador. Y el resto no tiene posibilidad de modificar nada el juego, esa parte. Mi sensación era muchas veces de impotencia. A nivel de gestión y organización me gustó mucho la experiencia, de hecho sigo por ahí en parte. Estoy gestionando, a otro nivel, este tipo de cosas. Espero desarrollar más de lo que tenemos en mente. Pero la parte del día a día se me hizo pesada, fue duro, un año complicado para el club. La experiencia me gustó y estoy contento de haberla hecho, volvería a hacerlo por todo lo que aprendí ese año.
-Imagino que la gente le preguntará qué le pasa al Unicaja, allí en la tele y en otros sitios.
-En el último partido de Eurocup me decían que era la segunda peor racha de derrotas de la historia reciente y yo les decía que yo estuve en la primera. Es muy difícil, no hay respuesta concreta. Si fuera algo solo, pues se solucionaría y punto. Son muchas circunstancias. Para mí, una de las más importantes, es que el baloncesto es un mundo de sensaciones y momentos. Y en los momentos negativos, si no los sabes cortar, me refiero a jugadores, técnicos, directivos... Todos. Si no lo cortas, la bola empieza a ser tan grande que luego ni el que era bueno es bueno ni el que sabía fichar sabe fichar ni el que sabía dirigir sabe dirigir. Es un poco complejo. No sé cómo se arregla, pero sí sé cómo no se arregla. Bajando los brazos, estando apagado, protestando, echando la culpa al de al lado... Así seguro que no se arregla. Se puede arreglar siendo positivo, haciendo lo mejor de mí mismo, mirándome al espejo y pensando en cómo mejorar, siendo un jugador entrenable, trabajando más... Esto puede hacer cambiar esa rueda.
-Recuerda un poco la situación de este equipo a lo que vivió en la temporada 2011/12, aquella de la peor racha.
-Aquel equipo perdió sólo cuatro partidos en la primera vuelta, fuimos cabezas de serie en la Copa, pasamos muy bien la primera fase de la Euroliga. Y todo aquello lo cambió, exagerando un poco, Mirotic. Jugamos un partidazo el primer partido del Top 16 con el Madrid y perdimos por un punto con una canasta que nos mete él en el último segundo. ¿Cómo era posible? De estar tan bien a estar tan mal, a una racha increíble. Pues es uno de los misterios del deporte. Influyen los jugadores y el tipo de plantilla que tienes, en determinados momentos, se ve el carácter y la mentalidad que tienes. Que eso no se puede saber de antemano, cómo responden cabezas distintas como conjunto, no hablo individualmente. Y eso hay que trabajarlo, la fortaleza mental. En partidos anteriores veíamos al equipo con mucha mejor mentalidad, con mejor nivel defensivo, pero cuando el Valencia apretó el equipo se hundía. En esos momentos, el jugador sufre de verdad. Nunca sabes cuál es el click que va a hacer cambiar esa dinámica.
-¿Ayuda una victoria como la de Fuenlabrada?
-Lo que vi fue lo que vimos en los partidos últimos, con Valencia y Nanterre, pero más tiempo. Lo que ya se percibió ahí pero prolongado en ese nivel, con pocos errores, con seriedad, se hizo la mayoría de los minutos, casi todo el partido. Con más confianza, es el mínimo Unicaja que tenemos que ver, a nivel de potencial. Con una victoria así, más de uno ha suspirado y piensa 'ya nos hemos quitado la mochila'. Leía a Jaime en Twitter y expresaba exactamente eso, que cómo echaban de menos esa sensación de ganar. Perder tanto te quita la sensación de que sabes hacer algunas cosas, es como si perdieras referencias, dudas tanto de ti mismo que de repente no sabes hacer acciones que haces habitualmente salen sin pensar.
-Tuvo a Casimiro aquí ese año, después de que prescindiera de Chus Mateo, y también en Sevilla. ¿Qué cree que pudo fallar?
-No tengo ni idea. Hablando después es muy fácil. Ahora se habla del debate del pívot. Quizá se podría haber hecho algo en un momento determinando, sobre el papel la plantilla no era mala, quizá faltaba algo ahí. Hay que valorar la parte presupuestaria que tenía el club. Hay mucha variabilidad. Uno de los cambios más sencillos en esta situación es cambiar el entrenador. No por ello toda la culpa, ni la mayor parte a lo mejor, sea de él. Sino que para cambiar la dinámica y el rumbo lo mejor es otra manera de ver el baloncesto, con una cara diferente. En muchos casos funciona y no siempre va contra el trabajo del anterior. Cambiar a cuatro jugadores, normalmente, no es posible.
-Aquel año vio debutar a Abrines y Alberto. Este año vemos la consolidación de Francis y el tremendo impacto de Nzosa. ¿Puede verse por ahí un lado positivo? El de que salgan jugadores de la casa.
-Yo creo que el proyecto deportivo del club, en el caso de jugadores jóvenes malagueños, debe ser independiente de los resultados. Es muy complicado, pero hay que ser lo suficientemente objetivos, al menos desde el ángulo del propio club, para entender que el camino que llevas en una cosa concreta no debe tirar de la mano del resultado de una temporada concreta. En este caso, tu proyecto de cantera, de jugadores jóvenes, como el llamativo caso de Nzosa, su camino tiene que ir independiente de los resultados del equipo. Porque es un proyecto a medio o largo plazo. Que pierdas cinco partidos seguidos no quiere decir, digo una tontería, que su plan de preparación física tenga que cambiar. No tiene por qué. Que el momento favorece que juegue más minutos de lo previsto, pues fenomenal, algo que nos llevamos. Creo que en estos casos hay que sacar la parte positiva, pero debe ir en un carril diferente de los resultados.
-Ha jugado con varios jugadores jóvenes que dieron el salto a la NBA, tipo Freeland, Porzingis, Satoransky... ¿Le ve esa madera a Nzosa?
-Hay muchas variables. Es muy joven, superjoven, sólo 17 años. Tiene una planta física brutal, muy mejorable sólo con el hecho de cumplir años, porque su naturaleza evolucionará simplemente con ello. Estamos viendo cosas anormales en un jugador de esta edad. Obvio lo que ve todo el mundo y me voy más a posiciones defensivas, inteligencia espacial en el campo, buena mentalidad en el trabajo, me comentan que es buen chico, no lo conozco personalmente... Todo esto es lo que me hace pensar que tiene un buen camino. La parte táctica o técnica ya la pillará con el paso del tiempo, que ya muestra que va bien ahí. ¿Su evolución NBA? Tiene toda la pinta. Pensando en el Unicaja, ojalá tarde mucho y que podamos disfrutarlo más. Es un poco lo de Doncic. Ojalá no hubiera sido tan, tan, tan bueno y lo hubiéramos podido ver algún año más aquí. También está el caso de Garuba o Alocén, de los que ahora se habla, que si se han estancado... Calma, calma, que tienen 18 y 19 años. Son niños en un mundo de hombres. A veces se nos va de las manos.
-¿Algunas referencias previas de Katsikaris?
-Lo conocemos bien de estos años aquí. Es un entrenador con experiencia, entiende bien al jugador. Es un entrenador de perfil muy detallista, enfocado mucho a nivel defensivo. Ha cambiado la manera de defender del Unicaja desde el día uno. Quiere imponer su filosofía y hacerlo lo mejor posible para poder seguir el año siguiente con un proyecto de inicio, que a veces no es fácil para engancharse en un proyecto ya empezado.
-No está ahora en el gran nivel de los primeros meses, pero ¿le sorprendió el impacto de Francis Alonso?
-Sabía de sus cualidades. Recuerdo jugar con él de niño cuando iba con su padre allí al Carpena, cuando Paco Alonso era ayudante de Boza. Pero es de eso de lo que nos conocemos. Somos de generaciones diferentes. Tenía muy buenas referencias de la universidad y a todos nos quedaba la duda que siempre ocurre con universitarios. Su primer año aquí fue de mala suerte en cuanto a que no entró bien al equipo al que llegó y tuvo alguna lesión. Cuando ha entrado bien, ufff, el impacto ha sido tremendo. Ahí sí nos sorprendió. No pensaba que iba a tener ese desparpajo tan rápido, que iba a asumir ese protagonismo tan veloz. Además, creo que seguro que lo está trabajando, no quiere que se le encasille sólo como un tirador. Hace muchísimas más cosas y las pone al servicio del equipo, aunque lo más visual sea cómo mete.
-Por su trabajo ve mucho al Barcelona, comenta frecuentemente sus partidos. ¿Cómo lo ve?
-Es un equipo que está diseñado sobre el papel, lo que ocurra es otra cosa, para ganar todo. Es mi diagnóstico de entrada. Fichan a un entrenador con la intención de marcar una época para los próximos años. A nivel de fichajes, por edad, por categoría, nivel, presupuesto... Y a día de hoy está en un momento brutal, a un nivel defensivo tremendo, poniendo un nivel físico muy alto en todo el campo y sigue construyendo ese momento que quieren tener en los próximos años. No es seguro el mejor rival para encontrarse. Pero los cabezas de serie se lo han merecido y por eso se evitan entre ellos. Ganar siempre es mejor que perder, en concreto en esta situación, vencer al Fuenlabrada hará que llegue mejor el Unicaja al partido que si hubiera perdido. Pero a ver, es el Barça, el mejor Barça desde la época de Xavi Pascual, es un partido muy difícil. Pero esto es la Copa, lo divertido de la competición, y hemos visto muchas copas. Y todo cabe en ella.
-Se enfrentó muchas veces en la pista a Jasikevicius. ¿Ya se le veían esas dotes de mando?
-No era sólo base en el título, también en la ejecución. Era muy exigente, demandando siempre en el campo a sus propios compañeros. Y le veo una transformación muy natural a entrenador. Habla el mismo idioma, le recuerdo muy expresivo en la pista, igual que ahora. No descubro nada si digo que es uno de los mejores entrenadores que hay en Europa. Es bueno haber sido jugador si lo utilizas para bien, toda esa experiencia que colocas a tu propio servicio y tu equipo.
-¿Qué destacaría como técnico?
-Por un lado está la parte no táctica, la emocional, cómo transmite a sus jugadores, cómo les demanda esa energía. Es una de las cosas más difíciles para un entrenador, cómo gestionar a un grupo así, sobre todo con la plantilla que tiene. A nivel táctico hace muchas cosas buenas muy sencillas. Eso es lo más difícil del baloncesto, cómo hacer cosas simples pero muy inteligentes y pensadas para tus propios jugadores. Un jugador debe adaptarse a un entrenador, sí, no es mentira, pero muchas veces es el entrenador, sabiendo lo que tiene entre manos, quien debe adaptar su estilo y su idea para que todo cuadre.
-Tiene muy buena relación con Oriola y Abrines. ¿Qué le dicen sus infiltrados en el vestuario azulgrana?
-Me dicen que es muy duro, intenso, pesado... Pero que todo lo que hace tiene un sentido, no hace nada que no tenga una razón. No echa una bronca cuando no debe, no hace un entrenamiento extra cuando no debe... El jugador lo entiende rápido a pesar de que te exija mucho.
-Hablábamos antes de Abrines. ¿Recuerda la sensación que le produjo cuando lo vio por primera vez entrenar?
-Hace unas semanas hice una entrevista con él en su casa en Barcelona y fue divertido recordar cosas de esa etapa en Málaga. Era un chico que salía por primera vez de casa, pero que tenía algo especial se veía desde el primer día. De estos jugadores que tienen claro a lo que van, de dónde vienen. Sin tener una personalidad que demandara atención, un chico normal en el mejor sentido, tenía magia en el tiro, técnicamente en general era extraordinario. Era un niño, se fue muy joven aún, pero le recuerdo con los ojos muy abiertos y las orejas levantadas, queriendo aprender mucho de los veteranos.
-Confesó que lo pasó mal durante un tiempo. ¿Cómo está ahora?
-Está en un muy buen momento. Pasó por lo que yo calificaría una lesión, porque pasa a mucha gente, lo pasó mal y se recuperó. Está genial. Tiene una niña que tiene dos días menos que la mía. Está muy feliz y tranquilo. Ha encontrado tras pasar por la NBA su sitio en Barcelona. Está muy a gusto, está jugando su mejor baloncesto en una plantilla tan exigente. Ni los minutos ni los tiros sobran ahí. Se está adaptando bien a la situación.
-¿Qué se siente al levantar una Copa?
-Es el momento culmen. Hace años que no levanto una (risas). Mis sensaciones eran de compartirla, es lo que quería, era de todos. El foco recae sobre ti, pero era un momento de compartir. Da igual todo, el objetivo está. Es un icono de lo que está pasando.
-¿Cree que a todos (prensa, afición, dentro del club) nos cuesta digerir que ya no se está en Euroliga, cerca de los títulos? Hay clubes por encima del Unicaja, a una distancia mayor. ¿Hay que hacer un ejercicio colectivo de readaptación a la realidad?
-Dos cosas. A tu pregunta, sí. Nos cuesta a todos digerirlo, entender que estamos en una situación actual a nivel presupuestario en la que no estamos en la posición de aquella época. Por otro lado, te digo que eso no quita que no se deba ser exigente, ambicioso y pensar en lograr cosas importantes. Y hay que jugar con eso, entenderlo y jugar. Como aficionado no me quita ser exigente y querer hacer cosas importantes y ver que mi equipo juega bien, jugar finales y, si se puede, ganar títulos sin dejar de entender que hay cuatro-cinco equipos por encima a nivel presupuestario, que hace ocho años algunos de los que está ya cerca por detrás ni jugaba en ACB.
-Ha sido campeón, finalista, semifinalista, se ha ido a casa el primer día, ha vivido todos los estados de la Copa. ¿Qué tiene de especial?
-Es muy especial. Lo primero, aunque este año no haya público, por todo lo que rodea, todos los equipos en el mismo hotel, atención mediática nacional e internacional, todos los focos ahí. Todo el mundo en la misma línea de salida y te da la oportunidad de continuar algo bueno que estés haciendo o resarcirte de algo malo que te esté pasando. Esa burbuja, ahora nunca mejor dicho, para un torneo de cuatro días es muy divertida. Verlo, jugarlo y, si ganas, mejor.
-¿Qué sensación le da y le transmiten los jugadores de jugar sin gente?
-Ya está todo el mundo adaptado, pero al principio sí fue duro acostumbrarse. Aún me chirría escuchar zapatillas, el árbitro, el sonido ambiente diferente. Los jugadores se han adaptado después de muchos meses. Una pena, pero es lo que toca ahora mismo.
También te puede interesar