Visto y Oído
Emperatriz
Darío Brizuela vive un momento excelso, en un estado de confianza altísimo tras una lesión de cuádriceps de hace semanas. Parece haber encontrado esa línea regular, con un rol de agitador de partidos manifiesto, cada vez más cómodo en esas funciones de microondas. Es otro desde el pasado verano en cuanto a lectura de juego, sin perder esas dosis de descaro y el amplio caudal de talento ofensivo que corre por sus venas. Si el vasco se enciende y entra en eclosión, es un jugador diferencial. Ha entrado en el club de los 2.000 puntos con el Unicaja, palabras mayores, solo doce jugadores en la historia del club malagueño han alcanzado esas cotas. 19 le endosó al UCAM Murcia, clave a la hora de romper el partido en la primera mitad, algunas acciones exquisitas.
El donostiarra está en 2.010 puntos, registro que ha alcanzado en 157 actuaciones de verde, 13º posición en la lista de máximos anotadores. Tiene a tiro colarse entre los diez mejores: Nedovic (2.059), Waczynski (2.181) y Mrsic (2.275). Le van a faltar algunos partidos esta temporada para alcanzar a dicho trío. Acaba contrato este verano con el Unicaja, justo cuando vive su mejor momento desde que llegara en diciembre de 2019.
La continuidad del campeón de Europa podría estar muy cerca, tal y como confirmó hace unos días Juanma Rodríguez, mostrándose "bastante optimista" para que Brizuela acepte la oferta del club malagueño, hasta 2026. Está en un momento de madurez a todos los niveles, en lo baloncestístico y lo personal, habiendo dejado atrás semanas difíciles, se transmite en la pista. Un Brizuela que se ha ganado a la afición del Unicaja, simbiosis cada vez más llamativa cuando hay partido en el Carpena. Frente a UCAM fue uno de los claros animadores de la fiesta, con final feliz para el equipo malagueño, también en lo individual.
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