Coviran Granada - Unicaja: Una exhibición de baloncesto (69-101)
El equipo malagueño ofrece un recital de juego en Granada en una atmósfera festiva por la fraternidad entre las aficiones
Un ciclón de baloncesto antes del caliente duelo de Murcia
Las fotos del partido
La excursión a Granada resultó óptima y plácida para el Unicaja. El equipo malagueño ofreció una exhibición de baloncesto (69-101) sobre el parqué del Palacio de los Deportes granadino, desde donde se observa Sierra Nevada. Allí está el límite de este espléndido equipo cajista, que ya es histórico pero que puede ser legendario. Si alguien podía pensar que la cabeza estaba en Murcia, lógica distracción por el suculento premio y la atmósfera envolvente, para ir a la capital pimentonera había que pasar por la de Alhambra. Y ahí dejó su sello el equipo malagueño, ya cercano a los niveles coperos en chispa, energía y baloncesto con un recital para los anales. La afición malagueña, hasta casi el millar esparcidos por el pabellón, disfrutaba y jaleaba sus canastas con momentos en los que parecía que se jugaba en el Carpena. Todo en un ambiente de camaradería, como debe entenderse el baloncesto, entre dos aficiones hermanas y vecinas en una fiesta del baloncesto andaluz.
El primer tiempo fue primoroso. Es otro ritmo de baloncesto al que circula el equipo malagueño, acercándose a su mejor versión en otra momento clave de temporada. El admirable cuadro de Pablo Pin, que está haciendo un temporadón optimizando presupuesto y sobreponiéndose a varias lesiones de consideración, sufría para contener las transiciones y contraataque cuando había rebote. Es cierto que los nazaríes no tenían puntería en el triple (2/13 al descanso), pero la velocidad de piernas y de bola del Unicaja llevaba muchas veces al error. Un dato demoledor al descanso. El Unicaja había metido 19 canastas de campo (10 de dos y nueve de triples) y 16 de ellas (ocho y ocho) habían llegado tras asistencia. El balón se compartía de manera excelsa y ocho de los 11 jugadores habían dado algún pase de canasta.
La diferencia fue creciendo exponencialmente y sólo los tiros libres impedían un hueco aún mayor. Una canasta de Kravish sobre la bocina del cuarto (14-20) ponía seis puntos de diferencia. Pero el Unicaja tenía una marcha más encima. Salida a gran ritmo en el segundo cuarto y 0-10 de parcial tras dos más uno de Djedovic y Ejim (los dos fallando el adicional) y triples de Carter y Kalinoski (16-30). Aún quedaba por salir Will Thomas. La rotación que mima Ibon Navarro hasta extremos difícilmente perceptibles desde fuera del equipo es inacabable a pesar de que la lesión de Alberto Díaz merma en una pieza esencial en el engranaje. El Granada no puso a Carter en extrema dificultad y seguramente en Murcia será una historia diferente, pero el de Mississippi tiene carácter. Pero el nivel físico del UCAM será superior y hay que estar preparados para ello.
Con Perry al mando (siete asistencias al descanso), un Djedovic tremendo defensivamente, lanzando contras que el Granada no podía detener más unos minutos excelsos de Kalinoski en el tiro (y todo lo de alrededor), el Unicaja mandaba ya tras 20 mintuos por 29-50. Si había alguna duda de relajación, la escuadra malagueña salió como un búfalo del vestuario para liquidar el partido en un parpadeo. Cinco minutos después, ya mandaba con un 35-70, doblando en el marcador tras unos minutos bestiales, ahora con Carter también como base. Contraataques sin botar el balón, momentos de inspiración de Kravish y minutos ya para Mario Saint-Supéry para descargar de esfuerzos en la posición y para seguir acumulando experiencia en la élite. Un robo y un triple en la siguiente jugada fue la carta de presentación del joven rinconero, que pronto cumplirá 17 años y que va enseñando cosas también en élite.
El partido estaba más que visto para sentencia al final del tercer cuarto, a cuyo final se llegaba con un triple de Carter (41-82). En los 10 minutos finales, rotar y evitar lesiones. El miércoles hay un partido que da paso a una Final Four europea y será una historia distinta a la fraternal tarde vivida en la inigualable Granada, donde el Unicaja bordó el baloncesto.
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