Las enseñanzas para el Unicaja: derrota y tabla rasa
El Unicaja perdió por primera vez desde principios de octubre en un partido malo en Le Mans, pero ha llenado el depósito de crédito y fe
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Las cuentas para ser primeros de grupo
A nadie le gusta perder y nadie en el seno del Unicaja lo reconocerá públicamente, pero si había un partido en el que podía ser más indolora la derrota era en la visita a Le Mans. El contexto tras el subidón de azúcar después de ganar en Madrid y acumular nueve victorias seguidas era propicio para no salir con la dureza y concentración adecuadas. Hay que darle su crédito al Le Mans, que ya en el Carpena mostró que es un equipo correoso. Aun con ese ramalazo en el que se empató el partido a minuto y medio con dos triples de Kalinoski volviendo de -15, la victoria se quedó en Francia. No se puede ganar siempre y es un buen reactivo para lo que viene, un tramo de calendario para consolidar el puesto entre los cuatro primeros en el próximo mes, con partido ante buenos rivales pero ganables. Y poner los pies en el suelo a veces convierte una derrota en una secuencia ganadora.
El aviso, por ejemplo, sale para salir con las orejas tiesas este sábado en Bilbao, ante un rival que está paseándose en la FIBA Europe Cup y que en la ACB marcha 4-6 pero compitiendo muy bien, como sucedió con el Madrid antes de la derrota blanca ante el Unicaja. Miribilla es complicado y la derrota de Le Mans vale como lección. En cualquiera caso, mirando la fotografía completa, el Unicaja está ahora en otras coordenadas de nivel de juego y confianza respecto al arranque de Liga ACB. Se había coqueteado con la derrota en Girona y Madrid, con remontadas cuando se perdía por 17 y 20 puntos. En Le Mans casi se consigue. Pero ya en medio de la euforia del vestuario en Madrid, Ibon Navarro le decía a sus jugadores, medio en serio medio en broma, que “enhorabuena si queréis matarme de un ataque el corazón”. Era también una manera de advertir en la cima de que todo equilibrio es muy frágil que rápidamente se descoloca. Ya comentó también Ibon que ese hambre natural en cada partido, sin importar al rival, que al equipo le salía el año pasado es más complicada de mantener. El equipo va mutando poco a poco y tiene que evolucionar también para hacerse menos previsible, aunque fieles a un estilo y una idea que ha hecho llegar al éxito. Y es cierto que el juego no es redondo y hay margen de mejora, pero eso no deja de ser una buena noticia. Aunque en alguna curva del camino se salga, está el mapa trazado.
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