“El baloncesto no es sólo jugar y entrenar, es una relación humana”
Entrevista Alfonso Queipo de Llano
El padre del baloncesto malagueño recibirá en dos semanas la insignia de oro del Unicaja y a sus 84 años repasa con prodigiosa lucidez el crecimiento del deporte en la ciudad
La A del abecedario del baloncesto malagueño comienza con Alfonso Queipo de Llano (Málaga, 1937). En un par de semanas recibirá la insignia de oro del Unicaja, en el partido de la BCL ante el Nihzny. Se le puede considerar el padre del baloncesto malagueño, lo ha sido todo en el deporte de la canasta en la ciudad. Recibe a Málaga Hoy en su casa y, con una memoria prodigiosa, se introduce en el túnel del tiempo y da salida a un torrente incontenible de información, datos, sentimientos y emociones. Las horas se hacen cortas.
–¿Cuál es su primer recuerdo del baloncesto en su vida?
–Yo llegué al baloncesto por los Agustinos, con 14 años pusieron los padres en el patio del colegio unas canastas pegadas a las columnas del patio. Como no había balón en aquella época, los baberos que teníamos los enrollábamos y tirábamos a canasta. Ya después fue mejorando. El contacto directo lo tuve ahí y a través del Sindicato de Frutos, que era el equipo más importante que había en Málaga. Gente vinculada a ese sindicato que jugaban al baloncesto, dirigidos por un señor, Antonio García Melero, que llevaba el deporte. Él tenía su casa al lado de Tabacalera, que donó un dinero para hacer una plaza, que sigue existiendo, con pista de baloncesto de cemento. Nosotros entrenábamos en la Escuela de Artes y Oficios, que eran campos terrizos. García Melero nos dejaba los balones e íbamos con sus hijos Antonio y Julián; Bonilla, Julio Vida, que había jugado fuera de Málaga y era muy bueno; Pepe Viano, que era otro muy bueno que vino de Argentina y allí aprendió, el baloncesto estaba más avanzado, de hecho ganan el primer Mundial de la historia, en 1950. Había una revista que se llamaba Stadium, que estaban editadas allí, que traía muchísimas cosas de baloncesto. Yo empecé a comprar esa revista en Madrid, en la Librería Esteban Sanz, que era de libros deportivos. Me suscribí y venían artículos de grandes entrenadores americanos.
–Pero aún era jugador.
–Sí. Yo era muy joven pero me gustaba mucho y aprendía de tácticas que aquí ni conocíamos. También Antonio Díaz-Miguel iba a América, era amigo de los entrenadores de las universidades, y se traía un saco lleno de cosas cada vez que iba. Aprendíamos muchísimo, hacíamos clínics con él. El saltar y cambiar era la vanguardia, la táctica más moderna. La defensa de ayudas la trajo él y Bobby Knight, un entrenador emblemático. Hizo en Madrid un clínic con la ayuda y recuperación de la defensa. Él se ponía a defenderlo y estaba a lo mejor atacando Corbalán o los hermanos Ramos y gente de ese nivel. Y le cortaba la pelota siempre. Había ideado ese tipo de defensa, siempre entre hombre y balón. Fue una época muy bonita, en la que se sembraba. Anselmo López, el presidente de la FEB, recuerdo que me otorgó una insignia cuando sólo tenía 32 años. Le di mucha importancia por eso. Mira, te lo enseño [saca una caja con escudos e insignias de oro de clubes e instituciones del baloncesto nacional, cada una con una historia diferente].
-Jugaba pero pensaba como entrenador.
-Yo con 16 años acabé el Bachillerato en Málaga y entonces me fui a Madrid. Siempre digo que a hacer como que estudiaba, porque en la Facultad se pasaba muy bien (risas). Tomé contacto con los equipos de baloncesto de Madrid. En la Facultad había un chico del Colegio Ateneo, que tenía muy buen nivel de baloncesto, no tanto como Estudiantes, pero sí muy bueno. Ahí estaba Carlos Barbero, que fue después presidente del minibásket nacional. Y allí nació Lolo Sainz, por ejemplo. Se jugaba entonces por federaciones. Cada una tenía su liga. La castellana, la catalana, también algo en Galicia. En Cataluña había un equipo en cada pueblo. Yo estudiaba Derecho, pero no lo acabé. Volví e hice Procurador de Tribunales y Administración de Fincas. Profesionalmente, también con mi compañero de colegio y toda la vida, tuvimos la inmobiliaria Portillo-Queipo.
-¿Cómo retoma el baloncesto al volver?
–Yo volví de Madrid con ciertos conocimientos. Entonces Maristas tenía unos vestuarios con agua caliente, que ni en Madrid lo teníamos. Allí nos duchábamos con agua helada (risas). Tomé contacto con ellos, el hermano Lucidio era un tío fantástico y tenía a todo el que hacía deporte también haciendo atletismo. Fernando Corrales hacía 400 metros, Jacinto Segura hacía triple salto y lo llevaron a la Blume, había mucho nivel deportivo. El hermano Lucidio me captó para que entrenara y al mismo tiempo empezarámos a pensar en fundar un club de antiguos alumnos, que sería el Ademar. Fundamos un equipo con mitad de jugadores de allí, como Corrales o Meliveo, y me traje a los que jugaban en el Sindicato de Frutos: Julio Vida, Pepe Viano, Jaime Farache, que era nacido en Marruecos, un tío muy alto, Manuel González, Jaime Porras, por supuesto Bonilla, que recuperamos la relación después de que volviera yo de Madrid. Hicimos un equipo de Segunda División Andaluza. Íbamos hasta Cáceres, en unos medios malísimos. Una furgoneta de pescado que tenía el padre de mi socio, con unos banquillos, siete horas hasta Cáceres. Otras veces en furgonetas de frutas. Era presidente de la Federación Malagueña Juan Rodríguez Soto, un hombre extraordinario, que nos ayudaba. Nos daba a lo mejor 3.000 pesetas para el viaje, para que comiéramos. Poco a poco íbamos avanzando. Había buenos equipos, por ejemplo a Granada iba a estudiar gente de todos lados y había grandes jugadores. Yo hice buena amistad con Ramón Guardiola, que sería después importante. Después de estas andanzas, pensamos entre un grupo de personas que les había gustado la idea. El Hermano Lucidio, Juan Rodríguez Soto y un señor del sindicato del Banesto, que se llamaba Crescencio Miranda, que trabó amistad con nosotros y nos dijo que hablaría con el Club Deportivo Málaga para intentar que hiciera un equipo. En el año 1964 sería el primer partido. Juan Moreno de Luna era el presidente del Málaga y Crescencio era muy amigo suyo, insistió y aprobó la idea, le parecía interesante que tuviera el club otro deporte. Dejó claro que sólo podía pagar desplazamientos y poco más, que era algo amateur, y ahí seguíamos en todos esos líos. La directiva dijo que sí. Nos vistieron con el mismo chándal que tenía el Madrid. Ahí hicimos el Club Deportivo Málaga [enseña fotos de aquella época, de valor impagable. Un partido en Melilla, con 3.000 personas, por ejemplo, o los momentos fundacionales del club].
-¿Cómo evolucionó aquello?
-Un día apareció por Maristas Manolo Jato, que venía a hacer la mili aquí. Decía que venía de Lugo, que venía con una carta de los Maristas de allí. Le presentamos a Lucidio. Yo empecé a entrenar sólo a los seniors, seguía jugando, y él se puso a entrenar a los jóvenes. Hicimos una recopilación de los mejores jugadores de Málaga, los que ya estábamos más Guachi, Del Nido, Baena, más los de Maristas Rabaneda, Corrales, Meliveo, Chacón... Y Jacinto Castillo, que había estado en Maristas y entonces estaba en la Universidad de Córdoba. Hicimos un equipo bueno, bastante compensado para la categoría. Yo era el veterano con 28 años. El Málaga aceptó pagarle a Manolo Jato. De aquí se fue para allá y subió al Breogán a Primera División. Al poco tiempo, el Málaga hizo una cancha en el fondo de La Rosaleda. El suelo no era muy uniforme, pero nos sirvió hasta para que viniera el Real Madrid a jugar en Navidad. Ahí había pocos sitios en los que jugábamos bajo techo. Cuando nos obligaban a jugar techado, busqué en el polígono Guadalhorce, la empresa Juliá Tours de los camiones nos cedió el hangar para que metiéramos las canastas.
-¿Cómo eran los balones?
-El balón era el de goma, no el posterior naranja, sino el primero. Eran los que vendían en Deportes Pipi o Zulaica. No podía ser otro balón, no había otro (risas). Con el Málaga jugamos desde el año 1964 hasta 1973. Con ese equipo base que te decía más algún cambio, como Fernando Cabrera, un chico de La Coruña, que trabajaba con Bonilla en el banco, que fue vital, la metía de todas hechuras. Domingo, el chico documentalista del Málaga, ha hecho una labor impresionante, recapitulando todos los partidos que jugamos. Ese libro representa fielmente el comienzo del baloncesto serio en Málaga. El Sindicato de Frutos jugaba la Liga de Sindicatos y los Juegos Nacionales Sindicales. Pero un club propio primero es Ademar de Maristas y después Club Deportivo Málaga. Jugábamos en Valencia o Barcelona, muchísimo. Mollet, Calella, Manresa, Mataró...
-Mucho en Cataluña.
-Ir a Cataluña era impresionante, jugar contra jugadores como Heras, un base que sería internacional. Se enfadaba conmigo porque yo le tocaba un poquito los huevos (risas). Llegamos a jugar dos veces la fase de ascenso a Primera División y las dos veces la perdimos. Nos enfadábamos porque la perdimos contra equipos que tenían nivel para jugar constantemente contra equipos parecidos cerca, nosotros no podíamos. Antes a Córdoba había tres horas. Cuando yo lo dejé fundé el Centro de Deportes El Palo. Yo jugué hasta el 72-73 y ahí Bonilla volvió a hacerse cargo del Málaga, ya en Carranque, con jugadores jóvenes de Málaga que jugaban bastante bien. Se llevó Bonilla con él a José María Martín Urbano, que estaba empezando pero era muy inquieto, tenía muchísimo interés por aprender. Él era el segundo entrenador de Bonilla. En un tiempo en el que el equipo del Málaga era de gente joven, me los llevé a El Palo un año. Empezaron a venir tiempos mejores, con Damián Caneda, Manolo Rubia, Mario Haro, Diego Gómez, Paco Llorca, Ángel Menéndez, Julio Vallina, Fernando Corrales, Pablo Antón, Oto del Nido y Jacinto Castillo. Después de El Palo, seguíamos con el mismo nombre pero nos llamó un señor, Claudio Gallardo, que había fundado en la parte de Nuevo San Andrés la Caja de Crédito del Sur. Hizo el colegio de Guadaljaire y la cancha que aún existe hoy. Me la ofreció para jugar en pista cubierta. Nos llamábamos Centro de Deportes El Palo Guadaljaire y después Miraflores. Allí por ejemplo jugó Jordi Bertomeu viniendo con La Salle de Barcelona.
-¿Le costó mucho dinero el baloncesto?
-Tuve que tirar la toalla en 1978. Yo no lo quiero ni saber. Un día le dije a José María que llevara las cuentas, él siempre fue muy metódico. Me las presentó muy bien hechas y cuando las vi le dije que tirara los papeles, que no las quería ver. Yo trabajaba de administrador de fincas y habíamos empezado con la inmobiliaria, mi socio tenía un bufete, ganaba dinero pero tenía cinco niños. Llegó el momento en que le dije a José María Martín Urbano y José Romero, personas de máxima confianza mías, que no podía más. Ellos fueron muy importantes, personas básicas para el desarrollo del baloncesto en Málaga, no les puedo estar más agradecidos. Pero les dije que no podía estrujar más el limón, porque ya podía afectar a mi familia. Quiero también agradecer a mi mujer, María Magdalena López-Cózar, toda su paciencia y apoyo. Ella también formó parte de los inicios del baloncesto en Málaga, yo la entrené en el equipo de La Asunción. Y, claro, a mis cinco hijos.
-Y entonces, el origen del Caja de Ronda.
-José María Martín Urbano había colaborado con su cuñado, Antonio Galindo, que era un chico al que yo había entrenado en Maristas a voleibol, que también le daba al voleibol (risas). Era un funcionario importante de la Caja de Ronda. Hizo una Fundación con todos los empleados y decidieron hacer unos Juegos Deportivos. Entonces, José María empezó a ayudarle, conoció a Paco Moreno, sobrino de Don Juan de la Rosa [director de la Caja y persona trascendental]. Empezó José María a hablarle de lo que teníamos entre manos, se entusiasmó con esa idea. Se metieron Pepe Paterna y varios más de nuestro grupo para llevarle a Don Juan de la Rosa un álbum con fotos, recortes de prensa y material de lo que hacíamos. Y fuimos con algunos promotores, como Antonio Martín Criado, para apoyarnos. Después de un tiempo dijo que sí, hasta un cierto punto. Primer y segundo año me costó el dinero todavía, pero tenía la tranquilidad de que ya no me costaría más. Con la Sociedad Deportiva Caja de Ronda, decidimos que mi equipo de El Palo se fusionara con esa sociedad y nos encardináramos dentro de la sociedad. Primero estuve como entrenador, también como directivo jefe de la sección de baloncesto y director deportivo estaba yo, José María de entrenador y fundamos la Sociedad Deportiva Caja de Ronda de baloncesto. También se acercó el balonmano, pero pretendían que sólo les subvencionaran, estuvieron un año o dos, pero la caja decía que o dentro o fuera. Y no siguieron. Nosotros éramos parte de la Caja, con Paco Moreno de secretario general y Juan Luis de la Rosa, hijo de Juan, de presidente. José Pastor era el hombre de confianza de Juan de la Rosa aquí en Málaga y también estaba al tanto del club.
-Y llega el ascenso a ACB.
-Fue impresionante. Hicimos un equipo especialmente para subir. Emilio Osuna, un junior del Madrid. Serratacó, otro hombre alto de Barcelona. Fichamos a Carlos Cabezas padre, traje a José María Ferrer, internacional junior del Joventut que costó trabajo fichar. Y Paco Alonso, Salvador Gallar, Rafa Pozo y Diego Gómez, esos cuatro cuando estábamos en El Palo les dije que no estábamos en Primera porque no teníamos dinero, pero que ellos valían. Tenemos posibilidades de subir si traemos a varios más, les dije. Este equipo no tenía americanos. Fui entrenador los tres primeros años, me puse chungo de la garganta y me sustituyó José María. Hacía de todo, con Paco Moreno tenía constantes reuniones, para los fichajes y la dirección del club. Ahí ya había jugadores que cobraban, una pseudoprofesionalización. Cuando empezamos a entrenar en Ciudad Jardín se nos llenó de agua. De ahí salió la presa del Limonero, a partir de que saliera el agua por abajo excavaron. Y fue en el Tiro Pichón donde subimos, había unas 1.000 personas. Allí vino Pedro Aparicio, el alcalde, y subimos a la ACB. Fuimos un equipo ascensor a principios de los 80, pero con Moncho Monsalve ya quedamos undécimos y con Mario Pesquera seguimos dos veces quintos. Arlauckas, Brown, Vecina, Fede Ramiro... Era un equipo en el que faltaban algunos jugadores pero tirábamos con juniors ya que Pesquera jugaba sólo con seis. Fueron años grandes.
-Y llega la unión con Maristas.
-Queríamos hacer un club de cantera, teníamos dominados casi todos los colegios de Málaga. Ricardo Bandrés, hoy presidente de la Delegación Malagueña, manejaba toda la cantera. De hecho, el equipo del subcampeonato del 95 están Dani Romero, Gaby Ruiz, Curro Ávalos, más tarde Jesús Lázaro... A esos chavales los entrenaba José María Martín Urbano, que hizo un trabajo impagable con ellos. Damián se hizo presidente del Club Maristas y quería que fuera un club nodriza, que estuviera adaptado al nuestro y hacer jugadores para el primer equipo. Nosotros, que cuando un jugador dejara de jugar con nosotros potenciara ese equipo. Pero en Maristas estudiaban los hijos de Rafael Domínguez de Gor, el dueño de Mayoral. Empezaron a entrar los nervios, daba 100 millones de pesetas para hacer un equipo más potente, para ascender. Jacinto Castillo era su persona más importante, la que de verdad sabía de baloncesto y gestión. En nuestro club empezaba a haber disensiones sobre si éramos suficientemente buenos. Se hicieron auditorías, decían que se había gastado mucho dinero. El club empezó a funcionar de otra manera. Me llamaron camino de una Asamblea de la ACB para que volviera... Rafael Domínguez de Gor habló conmigo para intentar que desbloqueara lo de que la ACB no dejaba tener dos equipos en la misma ciudad. Siempre me gasté un dineral y si viene un amigo y me dice que quiere invertir en baloncesto... Bueno, fue una guerra, no fue una época bonita. No querían que yo siguiera en el club y salió a la vez Morata, el presidente. No tengo un buen recuerdo, pero tampoco vamos a removerlo mucho ahora que me dan la insignia de oro del club.
-Fue gerente de la sede de Málaga en el Mundobásket’86.
–Estando Francisco Flores Lara de teniente alcalde y de concejal de Deportes, empezó a hablar de la posibilidad con la Federación de traer una sede a Málaga y dijeron que estupendo. Curro Flores empezó a trabajar con un grupo, pero se dio cuenta de que era mucho tomate y me llamó, decía que faltaba gente que conociera más el asunto. Y me ofreció la gerencia de la sede de Málaga en el Mundobásket. Me dio facilidades, puso una oficina en el centro para que trajera a quien quisiera, podía moverme con mi despacho. Me busqué en Cataluña, a través del presidente de allí, una empresa que me lo puso todo. La sala de prensa completa, con mesas, máquinas de escribir, faxes... Y dos días después del Mundial se lo habían llevado todo. Aquello fue impresionante. Venía Estados Unidos poco después de que se le hubiera pegado un bombazo a Trípoli. Estuve más tiempo montado en el coche de policía que gerenciando el Mundial (risas). Se rastreó todos los bajos de Ciudad Jardín, el camino desde el Meliá de Torremolinos nos lo sabíamos de memoria, las alternativas, viendo planos... Además, vinieron Alemania, China, Puerto Rico, Italia... Podíamos haber ganado más dinero con el Mundial, el software que teníamos aquí no estaba a la altura. Me puse en contacto con cada país para gestionar las entradas. Terminamos las cuentas a cero, perfectas, pero el alcalde no quiso publicidad, quería que sólo fuera la del Ayuntamiento. Vinieron a jugar David Robinson, Tyrone Bogues, Steve Kerr... Era la releche. Venía gente de Córdoba, Sevilla... Scariolo dijo alguna vez que vino a Málaga por primera vez en ese Mundial. Hubo una cosa graciosísima. Eduardo Portela era la persona destinada por la FEB para controlar Málaga. En el pabellón todavía no habían dado el visto bueno a la electricidad. Y tuvimos que traer unos grupos electrógenos enormes de Madrid, ponerlos en la pista de tenis de al lado. No se te podía ir en un partido la luz. Pero fue extraordinario, salió estupendamente, los equipos fenomenales, el público también. Seis meses después estaba aún trabajando para cerrar cuentas. Nada más que traer el marcador, que venía de Suiza, fue un mundo. Cuando vino el marcador dijimos ‘¿quién sube esto ahí arriba?’. Cuenca, un aparejador del Ayuntamiento, nos dijo que había un herrero en Ciudad Jardín muy apañado, que podía poner unas garruchas y arreglarlo. No teníamos una instalación adecuada, pensaba que en dónde me había metido. La prueba de peso del techo no la habíamos hecho, fue artesanal, tirar después de haberlo enganchado para ver si cedía. Eduardo Portela estaba el hombre un poco asustado y decía ‘hay que ver cómo sois los andaluces, que tenéis soluciones para todo. Y encima os ponéis a reíros y a contar chistes’. ¿Qué vamos a hacer? ¿Nos vamos a poner a llorar? Había que sacarlo como fuera (risas). Fue un éxito muy grande el Mundial y le pegó otro tirón muy importante al baloncesto en Málaga. Meliá tuvo que encargar no sé cuántas camas de 2.10, en el año 86 eso era ciencia ficción. Había mucha presión por vigilar a Estados Unidos, cada vez que jugaba había 22 coches de policía. Se llegó a decir que EEUU no venía. Pero ese Mundial para España le dio un empujón. Y para Málaga mira, el sitio en el que salía agua sin parar y en el que no había visto bueno a la luz fue una gran sede.
-Decían que cuando era entrenador le gustaba usar la zona 1-3-1.
-Me gustaba mucho, era una táctica de Lou Carnesecca, mítico entrenador de St. John’s, un poco especial con traps en las esquinas, muy bonita. Y yo la capté de esa revista Stadium famosa. Y la empecé a practicar, me venía muy bien y nos divertíamos mucho. Había mucha zona, defensa alternativa. Me gustaba experimentar. José María hacía una defensa de ajustes en zona magnífica, hasta Mario Pesquera la cogió y la utilizó.
-¿Le gusta el baloncesto que se hace hoy?
–El baloncesto de hoy para mí tiene dos vertientes. Cada día se juega más rápido, es la verdad. La velocidad es tremenda. El otro día fui a ver al EBA del Unicaja y veía a los niños jugar y es impresionante la velocidad que tienen. Que, por cierto, de los que vi yo tendría a cuatro ya en el primer equipo. ¿Para qué me gasto 500.000 euros en otros jugadores que no marcan diferencias? Yo ahí vi cuatro jugadores importantes y más si entrenaran de verdad cada día en el primer equipo Tendríamos más dinero para firmar un buen pívot o un buen base, como hace falta. A ver si Juanma, que sabe mucho de esto, saca adelante esa idea, el Unicaja debe ser un club de cantera. Puedo tener cuatro jugadores muy buenos, otros cuatro de un escalón inferior y cuatro de la casa en una plantilla de 12. Por otro lado, pero se pasan un poco con el tema del pick and roll. Todo sale de ahí y hay menos tácticas especiales. Creo que ha sido un retroceso. Quizá puedan considerarlo así porque se le puede sacar partidos casi con los mismos movimientos. Es lo que vemos permanentemente. Te hinchas de hacer cosas para jugar dentro y sacar el balón fuera. Tira de tres hasta quien no sabe. Creo que el baloncesto de épocas anteriores era más creativo, ahora es más práctico. Que el tiro de tres sea más importante que el de dos hace que no tanta gente sepa meter de tres. El entrenamiento se conduce a que tire. Un nieto mío jugaba en Salliver y en verano lo cogía y me iba a entrenar. Llevaba seis-siete balones. Lo primero que hacía era tirar de tres. Empecé a trabajar el tiro como se había trabajado siempre. Un metro, dos metros, tres metros... Ellos no, tienen metido lo que ven la tele. Esto requiere una técnica muy importante. Un jugador que tira bien de tres tiene los fundamentos del tiro súper perfeccionados. El tiro de dos se ha perdido. Aquí tenemos a Alberto, que sabe hacer la parada y tiro tras amagar el triple, pero hay pocos más. Es un baloncesto sui géneris y el pick and roll con sus muchísimas variedades es lo que trabajan los entrenadores. El secreto está en ganar con esa táctica. Los rebotes hoy en día también son básicos. Hay que coger más posesiones, al Unicaja lo están matando ahí. El baloncesto siempre ha estado en evolución. Cuando llegó Dean Smith a hacer estos traps en las esquinas, los otros debían estar en ayuda. Todavía se hacen pero hay gente que no conecta. En el mismo Unicaja nos meten canastas facilonas porque las ayudas no se mueven al mismo tiempo que el balón, que es la razón fundamental de la defensa. Cuando el balón pasa de una mano a otra, la defensa debe tener otras posiciones distintas porque si no te meten una canasta.
-¿Cómo vivió la época de los títulos?
-Partió de Brown y Garbajosa. Al lado de unas figuras importantes teníamos jugadores grandes que eran capaces de rebotear, como Risacher o Herrmann, se hizo un equipo muy compensado. Por ejemplo, Tabak fue clave en la Copa en aquella zona 1-3-1 ante Valencia que no supieron atacar.
-Le imponen la insignia de oro del club en breve. ¿Qué supone?
-Antonio López Nieto fue un árbitro que llegó a Segunda División coincidiendo con que estábamos en el Caja de Ronda. Se hizo ferviente seguidor del baloncesto, le gusta el baloncesto de siempre, muchísimo. Viajaba con nosotros. Íbamos en los mismos vuelos. Jugábamos en Cataluña un fin de semana y él nos decía que por la mañana iba a vernos a jugar a Manresa y después pitaba en Sabadell. Y así con frecuencia. Cuando pasó lo de Maristas pilló un rebote impresionante, el otro día seguía diciendo que él era de Caja de Ronda. En la Diputación hizo una labor magnífica, con muchos campos de fútbol y canchas de baloncesto cubiertas. El club, si no se nombra a Antonio López Nieto, hubiera tenido dificultades para encontrar un presidente. Podía haber tenido uno como hasta ahora, pero no del deporte como él. Hubiera sido muy grave para el club. Es un buen gestor, ya lo ha acreditado en varios sitios públicos y privados. Ya ha hecho cosas en este poco tiempo que lleva que no se le han ocurrido a otros presidentes. Quiere acercamientos a la ciudad, a los clubes. Le interesa mucho la historia del club. Me dijo que no le importaba lo que yo opinara, que él me la imponía la insignia (risas). En su momento dieron un escudo de oro a ocho o 10 personas y me lo ofrecieron. Yo pienso que era algo a lo que se debe dar más valor. Pienso que Antonio puede ser la solución de este club. Este año no tiene armas ni dinero para trabajar, las decisiones que debía tomar ahora no podía, pero en el futuro estoy convencido de que sí, será fundamental. Siempre ha gestionado, hizo varias modificaciones en el Carpena... Me parece un gran acierto, yo le apoyaré y ayudaré en lo que pueda.
-¿Qué ha sido el baloncesto para usted?
-Todo. Mis hijos se hicieron aficionados, hacíamos mucha familia con el baloncesto, venían a los partidos. Debo recalcar que no hubiera sido posible esto sin mi mujer y sin mis hijos, que me comprendieron y ayudaron. El baloncesto ha sido todo para mí. Los grupos humanos que hemos formado fueron muy importantes. Yo me llevaba a los jugadores a comer a El Palo, hablábamos de lo divino y humano. Ricky Brown y Arlauckas estaban un día sí y otro no aquí comiendo gambas. El baloncesto ha sido la gran parte de mi vida, en el deporte pero sobre todo en lo humano. A los 40 o 50 años de empezar todo aquello seguimos reuniéndonos a comer, con una ilusión, un cariño y un afecto tremendos. El baloncesto que creamos no es el de ahora, pero fue un empujón muy grande. La gente debe saber que el baloncesto no es sólo entrenar y jugar, debe haber una relación humana entre los jugadores y con los entrenadores. Si le gritas a un tío, debe saber que es porque hizo algo mal, pero después te tomas una cerveza con él. Salíamos de entrenar de Ciudad Jardín y nos íbamos a Calle Larios a cenar a cualquier tasca después. Eso no se practica ahora, creo. Pero sí, el baloncesto ha sido mi vida.
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