“Me considero un jugador completo, no sólo soy un tirador”
Entrevista con Francis Alonso, jugador del Unicaja
El malagueño ha sido una de las sensaciones de la pretemporada en la ACB y le llega el momento de su debut oficial
“De pequeño recuerdo jugar con Berni Rodríguez y Carlos Cabezas en el Carpena”, afirma
La pretemporada le ha valido a Francisco Fernando Alonso Martínez (Málaga, 1996) para despejar dudas y refrendar que tiene un hueco en este Unicaja. Fue la mejor noticia de una preparación que no ha sido desbordante, pero que, en términos de resultados, no vale para nada. El malagueño derrocha ilusión por jugar con el equipo al que iba a ver desde niño cuando su padre era entrenador ayudante con Maljkovic. En esta charla con Málaga Hoy recuerda hasta que le tenía miedo a Chicui...
–¿Cuál es el primer recuerdo de baloncesto de su vida?
–Ufff, se me vienen muchos a la cabeza. Uno, que siempre tuve en mi cocina una canastita de pequeño en una columna. La sigue habiendo, un poco más grande, pero destrozada por los mates. Siempre me recuerdo en la cocina con una pelotita todo el rato tirando. Que los vecinos de abajo subieran y me echaran una regañina por hacer mucho ruido (risas). Otro recuerdo es ir al Martín Carpena siendo un micaco con mi hermano cuando mi padre [Paco Alonso, ex jugador y ex entrenador del club] era técnico ayudante de Boza Maljkovic e ir a verlos entrenar, a jugar con Carlos y Berni, tirar en la pista auxiliar con mi hermano... Son los primeros recuerdos que puedo capturar.
–¿Y partidos en el Carpena?
–Me acuerdo de muchos partidos, siendo muy pequeño, el otro día lo hablaba con la familia. Me acuerdo de esta superlleno el Carpena, un ruido que la gente no paraba de gritar y animar. Me encantaba eso. A veces me quedaba dormido y mi madre se sorprendía por cómo podía quedar con tanto jaleo. Me acuerdo de muchos partidos de esa etapa en que mi padre era segundo. Una anécdota graciosa que recordábamos el otro día era también que estaba muy atento a mi padre y al partido, pero también a Chicui, porque me daba mucho miedo. Había veces que me despistaba porque con un ojo estaba mirando a Chicui, no me fuera a hacer nada (risas). Pero sí, recuerdo aquellos tiempos muy divertidos, esos entrenamientos, conocer a Carlos y Berni y jugar con ellos. Me acuerdo de la Copa Korac que ganamos, porque mi padre sabía que me daba mucho miedo Chicui. Y me sentó con él en el autobús de la celebración. Y Chicui se puso detrás y ya el miedo se me fue (risas).
–Imagino que soñaba jugar muchas veces en el Carpena, pero no como lo hizo el domingo pasado.
–Exacto, tenía muchas ganas. Era mi segundo partido, el primero fue con el Clínicas Rincón, hace años ya. Esperaba este momento, con una circunstancias diferentes. Un Carpena lleno, con todos nuestros aficionados, que son los mejores, animando, jugando con tu gente... Tener esa experiencia y ver que, cuando llega el momento, esa parte buena te la pierdes. Pero hay que ser positivos y pacientes. Estamos todos en esa situación, los seguidores tienen muchas ganas de estar ahí. Muy contento por ese partido, por las sensaciones de equipo. Todo el trabajo de estos años está dando frutos, pero no hay que relajarse ni conformarse con esto. Quiero seguir dando más y ayudando al equipo. Compañeros y técnicos me ayudan mucho e intento dar mi granito de arena.
–¿Verse con la camiseta del Unicaja en el Carpena le emocionó?
–Es difícil por las circunstancias, por la frialdad, quizá. Pero me gustó la sensación, nada más salir del partido, la gente que me quiere y me conoce se dio cuenta. Me divertí muchísimo, hacía muchísimo que no me divertía tanto. Para ser el primer partido en el Carpena, esa experiencia que buscaba, no la cambiaría. Me hubiese gustado que hubiese estado el Carpena lleno con todos los aficionados, pero ante esta situación no se puede hacer otra cosas. Pero esa sensación de diversión con los compañeros fue increíble. No me emocioné, pero me divertí muchísimo.
–Ahora que comienza la competición, ¿le ilusiona jugar contra algún jugador, en alguna pista?
–Me ilusiona seguir jugando con mis compañeros. Este equipo está en una etapa en la que no se puede hablar, tenemos que mejorar mucho. La química la tenemos y estamos a una. Tenemos ganas de empezar y con mucha hambre.
–¿Necesitaba una pretemporada así?
–No te voy a decir que no la necesitaba, ayuda mucho. Pero, al fin y al cabo, yo confiaba en el trabajo del verano y lo que había hecho el año pasado. Algunas veces no da el fruto, pero la oportunidad acaba llegando. Allí en mi universidad se decía algo así como “el trabajo coincide con la oportunidad cuando se da”. Ahí se ve lo que has hecho antes. No es fruto de buena suerte. Es gracias a todo el trabajo de estos años y de la pretemporada. En este paso hay que seguir trabajando. Confiaba en mi trabajo y en demostrar cuando tuviera la oportunidad de lo que soy capaz.
–A veces se piensa que si con 21 o 22 años no está un jugador jugando en la élite. ¿Le ha llegado con la edad precisa, a los 24, esta oportunidad?
–Depende del camino que decides escoger, como persona y jugador. El primer cambio grande que tuve es irme de casa a los 17 años y estar fuera cinco años en un país muy lejos de mi casa, otro idioma, estar solo. Eso me hizo madurar, tanto como jugador como persona. Eso mismo también me preparó para venir a España y afrontar las dificultades del primer año. Me ayudó a ese choque con la realidad. En mis cuatro años en Greensboro fueron muy buenos y estoy muy contento por mi tiempo aquí. Fue de estar en lo alto a un choque. Fue duro, pero en ningún momento dejé de trabajar, no abandoné mi ética de trabajo y mi confianza. Eso me lo ha dado mi madurez en EEUU. En Fuenlabrada y en Oviedo es el resumen de EEUU. Llegar aquí a Málaga tras el confinamiento, entrenar, tener esta oportunidad y dar lo mejor es fruto a todo lo anterior.
–Ha metido un 70% en triples, es anormal. Lo normal será meter menos y que haya un partido de 1/8. ¿Está mentalizado para eso?
–En mi casa he aprendido desde niño que si fallas es por algo (risas). Y lo sigo manteniendo, pero es cierto que habrá días en que la pelota no querrá entrar y siempre hay que estar mentalizado en cómo poder ayudar al equipo en otras facetas. Teniendo un día bueno y uno malo debes tener eso en cuenta. Ayudando en defensa, moviendo bien el balón, penetrando... O incluso en un día bueno la gente te va a defender más agresivo, asaltar tu tiro... Eso te hace ser un jugador más completo. Me considero un jugador completo, no sólo soy un tirador. Desde pequeño he jugado de 1 y 2. Aunque muchos crean que a lo mejor quitándome de puntos va a ser la manera de sacarme del campo, sé leer defensas, atacar y generar para los demás y para mí. Hay que ser completo y castigar todo tipo de defensas.
-En esta pretemporada ha mostrado un catálogo de maneras de anotar triples. Tras bote, en recepciones distintas, al salir del bloqueo... ¿Eso lo trabajó desde pequeño?
–Desde pequeñito ha sido un poco cuestión de práctica. Me ayudó tener un padre y un hermano que son muy buenos entrenadores técnicamente. Y la constancia, la rutina de entrenar. Esa exigencia de si fallas es porque algo no hiciste bien ayuda. Esa mentalidad de intentar mejorar ayuda. Es la razón de mi éxito como tirador en la NCAA y ahora este inicio.
–¿Para trabajar es mejor el volumen de tiros o el perfeccionamiento de la técnica?
–He aprendido una cosa, que cada persona es diferente. Mi experiencia, es que la calidad es más importante que el volumen. Así me han educado y así me han entrenado. A mí me sirve y funciona más la calidad de tiro que la cantidad. Que sea un espacio pequeño de tiempo, o lo que necesites, es mejor que sea una cantidad de tiros excesiva que, por cansancio, crees malos hábitos y la técnica la empeores.
–Recuerdo verle en el Europeo sub 20 de 2016, que ganó como capitán de España, junto a Marc García jugando de base. ¿Esa faceta de su juego se la pide Casimiro? ¿Jugar más pick and roll y generar?
–Desde pequeño jugué de uno o de dos, era flexible y podía ayudar. Ahora mismo el equipo necesita, por las circunstancias, un dos que pueda generar para los demás, que tire. Pero cuando se necesite la de uno, ahí estaré.
–¿Qué le chocó más en el reciclaje al baloncesto europeo tras cinco años en EEUU?
–El cambio es más táctico, a nivel de concentración. Mantener la concentración tácticamente es más difícil que ser intenso el 100% del tiempo. Físicamente es más sencillo que mentalmente, a nivel de conceptos y estratégicos. Es más difícil estar atentos a tantas cosas y hacerlo al 100%. Ese cambio ha sido la diferencia más grande, pero me ayudó el tiempo en Fuenlabrada. Veteranos como Tomás Bellas, Nico Richotti y Sergi Vidal me ayudaron mucho a nivel táctico para pillar ciertas cosas más rápido y saber cómo cambiar hábitos malos en buenos. Después en Oviedo y ahora aquí en Málaga. Mis compañeros me ayudan a adaptarme más rápido. Luis nos pide actitud todos los días y eso es cuestión personal. Si pillas el concepto rápido, la actitud estará ahí.
–A los jugadores con facilidad anotadora les suele costar ponerse atrás. ¿Es consciente de que tendrá más minutos si ahí cumple?
–Totalmente. Hay que ser un jugador completo. Luis me lo ha dicho, habrá días en que la pelota no entre y tendré que ayudar en otras facetas. Y la principal es la defensa. Tengo que dar un paso adelante ahí, demostrar que soy uno más. Tengo confianza en mi físico y sé que lo voy a dar. Voy a ayudar también ahí.
–¿Qué le dice Casimiro?
–Conecté muy bien con él. Me ayuda muchísimo en conceptos y para corregir ciertas cosas en ataque y defensa que debo mejorar. Nos pide a todos actitud y esfuerzo, que sea una responsabilidad en cada partido y entrenamiento. Es mi responsabilidad y me da mucha confianza y me ayuda a nivel táctico.
–¿Y la integración con los compañeros? ¿Cómo entró en el grupo?
–Muy bien, tenía bastante química. Los conocía ya por la lesión del año pasado en Fuenlabrada, que tuve que venir tiempo a tratarme. Después también las semanas tras el confinamiento. Tres semanas trabajando y ahí hice más lazos. Y este año, más de lo mismo. Me acogieron muy bien, a base de mi trabajo estoy ganándome su respeto e intento ayudar todo lo posible. Hay mucha química, hay muy buenas personas y eso se nota. Se vio, por ejemplo, en el último partido mucha generosidad por parte de todos. La química que hay fuera se vio el domingo ante el Betis. Creo que eso nos va a ayudar mucho.
–Está en otra dimensión, pero ¿encontró muy cambiado el club?
–El cambio más gordo fue el de Los Guindos, estuve entrenando tras el confinamiento y la remodelación fue grande. Estamos obviando que no haya afición y el Carpena esté vacío. El cambio más grande fue ese, todos los valores y la estructura del Unicaja, su cultura, sigue siendo la misma. Cuando ves un partido del Unicaja, como lo vi desde fuera desde pequeño, es un mundo diferente. Mirabas a los grandes jugadores que había... Y ahora pasó el tiempo y estoy aquí. De alguna manera sigo siendo también el niño pequeño que veía el partido desde la grada.
–Un buen amigo suyo, Domas Sabonis, con el que jugó desde pequeño se casa después de ser All Star.
–Hace tiempo que no hablamos, pero tenemos contacto, ya le felicité por redes. Se nos hace mayor y se casa. Hay que mantenerle el ojo a ver si sale otro Sabonis junior (risas). Está haciendo unos temporadones, esperamos que se ponga sano y podamos disfrutar de él.
–¿Se le veía que iba a ser tan bueno?
–Desde pequeño su carácter, más que lo que hacía en la pista, era lo que ya te daba pistas del jugador que iba a ser. A medida que crecimos, que entramos en la adolescencia, se unió la calidad y ese carácter para ser lo que ahora es Domas. Te diría que sí, otros te lo pueden decir también, se veía que iba a ser tan bueno.
–Hay cierta controversia sobre su coleta. ¿La mantendrá?
–Se queda, se queda (risas). Por ahora, sí. He tenido varios looks, no descarto nada, pero por ahora sí seguiré con ella.
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