"Fue extraordinario ver la felicidad en la cara de la gente de Málaga"
Entrevista a Marcus Brown
El legendario jugador norteamericano, ahora entrenador en su West Memphis (Arkansas) natal, atiende la llamada de Málaga Hoy y habla de sus dos años en el Unicaja, saldados con el título de ACB y la presencia en la Final Four
Cruzando el Mississippi, literalmente, a través de un puente se pasa de Memphis, estado de Tennessee, a West Memphis, Arkansas. Allí reside el indomable Marcus Brown (1974), protagonista esencial en el mejor Unicaja de la historia, el que ganó la ACB en 2006 y el que llegó a la Final Four el año después. Historia viva del baloncesto europeo, jugó en siete países y en seis ganó la Liga. Sólo le faltó la Euroliga. Ahora es entrenador de un equipo de instituto en su ciudad natal, con el que ha sido campeón del estado de Arkansas y ha sido elegido mejor entrenador de la temporada. Desde que se hizo con el mando como primer entrenador, 79-14 es su balance. Es la primera persona que gana el título estatal de instituto como jugador (lo hizo en 1991) y entrenador del mismo equipo. Desde West Memphis atiende con calidez y cariño la llamada de Málaga Hoy, para hablar de manera telemática de baloncesto y de sus dos años en Málaga.
-Lo primero, Marcus, cómo está la situación en su ciudad con el coronavirus.
-Poco a poco la situación se va normalizando, han sido momentos difíciles en todo el país. Siguen siendo muy estrictos con algunas reglas, pero lo bueno es que no hay muchos casos por aquí, no hay muchas muertes. Y eso es un plus.
-Sabemos que ahora es entrenador de un equipo de instituto en su West Memphis natal.
-Sí, sí. Espera (se ausenta unos segundos y enseña el trofeo de campeón estatal de Arkansas en 2020). Este es el trofeo de campeones. Ganamos el título para institutos. Somos los números uno.
-Ganó muchos títulos como jugador y ahora es el primero como entrenador.
-Sí, es el primero grande realmente. Estoy muy satisfecho con el equipo, extremadamente orgulloso de mis chicos, ha sido grande.
-¿Cómo es la experiencia de ser entrenador?
-Está siendo muy buena. Al principio es realmente difícil a causa de la competitividad. Ahora tengo una mejor situación y un mejor feeling. Fui 3-4 años asistente y esta ha sido mi tercera temporada como entrenador principal.
-¿Qué espera de su carrera de entrenador? ¿Aspira a llegar a la NCAA, a la NBA, venir a Europa?
-Estoy abierto realmente a lo que venga. Mi mujer y yo somos de aquí, es cómodo para nosotros, nos da un equilibrio. Quiero ejercer como padre y eso con tanto viaje no podía hacerlo. Aquí todo está bien. Si alguien o algún equipo quiere hablar, veremos.
-¿Cambia mucho el Marcus Brown entrenador del Marcus Brown jugador?
-No, no. Sigo siendo tan competitivo como entrenador como cuando era jugador. La única diferencia es que como jugador tú puedes controlar, hacer cosas en la pista. Aquí, como entrenador, te puedes sentar y ponerte a rezar para que tus jugadores hagan las cosas que les has dicho que hagas (risas).
-Jugó casi 15 años en Europa. ¿Hay mucha influencia del baloncesto europeo en su manera de entrenar?
-Sí, el movimiento de balón, la química de equipo, el carácter son importantes. Nos gusta mover el balón, encontrar el espacio abierto. Nos gusta usar las fortalezas de cada jugador.
-Ha tenido a sus órdenes a Chris Moore, un proyecto top que jugará en Auburn la temporada próxima. ¿Es un jugador especial?
-Absolutamente, fenomenal. Es especial como jugador, pero aún más como persona. Es un gran chico, jugador de equipo, se sacrifica por él, muy divertido. Es un jugador del que se disfruta entrenando. Tiene el fuego, el trabajo duro, todas las herramientas.
-Aparte del baloncesto, ¿cómo es su vida en West Memphis?
-Tengo mis negocios, pero intento estar tranquilo. Lo más importante es la familia. Intento disfrutar cada día. El baloncesto era, es, una gran parte de mi vida. Pero quiero ser marido, padre, familia. Tengo tres hijas y un hijo. No juegan al baloncesto. Intento ser padre, no entrenador. Mucho tiempo soy entrenador pero con la familia intento que nos queramos, divertirnos.
-¿Echa de menos su vida como jugador?
-Algunas veces, algunas veces. Echo de menos el vestuario, la rutina, el día de partido, las sesiones de tiro y después el almuerzo... Echo de menos esa rutina. Y, claro, la competitividad, ponerla a prueba.
-Hablemos de Málaga. La primera vez que viene es para ganar un título como rival, con el Limoges en la Copa Korac.
-Sí, sí, claro. El primer partido fue en Limoges. El primer pensamiento allí era que íbamos a perder, pero esa no era mi manera de pensar. Así que insistimos en que había que jugar ese partido, primero ganarlo y después preocuparnos de lo duro que era jugar en Málaga o del otro equipo. Empezamos tan bien el partido... Había una crisis financiera en el equipo que nos hizo estar más unidos aún. Creo que el Unicaja no creía lo que estaba sucediendo, jugamos tan bien...
-Y en el segundo partido...
-Volamos entonces a Málaga y lo primero fue que me impactó el tiempo, el clima. 'Oh, Dios mío, hacen falta gafas de sol'. Es un sitio bonito. Era antes de que el Unicaja se moviera al Palacio. Veíamos que todos iban a empujar, pero sabíamos qué iba a ocurrir, que íbamos a ganar. Fue mi primera experiencia en Málaga. Los aficionados fueron impresionantes. La ACB era lo más y comprobarlo estuvo bien.
-Jugó después en los mejores clubes de Europa. Efes Pilsen, Benetton, CSKA. ¿Por qué elige seguir su carrera en Málaga?
-Las cosas cambiaron en Moscú. Tenían un nuevo entrenador, querían cambiar, era una oportunidad. Sergio [Scariolo] quería reforzar aún más el grupo, ser más fuertes aún, que ya lo eran. Tenían a Jorge, gente más joven como Carlos... Para mí la situación era buena, estaba contento de ir a Málaga. Era una buena mezcla de veteranos y jóvenes, había gente tan buena como Risacher, Pepe... Éramos un equipo, un gran equipo. Era uno de los mejores equipos en los que jugué. La química era excelente, tenías experiencia en todas las posiciones, la gente no se preocupaba de los tiros, del dinero... Teníamos quizá mil jugadas, pero nosotros sabíamos qué había que hacer cuando había que hacerlo, hablábamos de las situaciones, se escuchaba al otro. Realmente creo que el primer año tuvimos una oportunidad de ganar la Euroliga pero Olympiacos jugó muy bien en el momento preciso, no creo que fueran mejores pero sí jugaron mejor cuando tocaba. Fue muy indicativo que rápidamente pusimos todo nuestro foco, una vez eliminados de la Euroliga, en la ACB. Estábamos jugando bien, pero Olympiacos lo hizo mejor. Al final nos concentramos en la ACB, en ganarla. Siempre recuerdo el quinto partido de semifinales contra el Joventut, contra Elmer Bennett... Es uno de esos partidos clásicos en el momento. El partido cuatro ya fue durísimo.
-Ese quinto partido de semifinales fue quizá su partido más recordado en Málaga. Anotó 31 puntos y decidió ganar el partido. ¿Es uno de sus mejores partidos?
-Bueno, tendríamos que revisarlo. 31 es un buen número (risas). Es un asunto delicado para un americano. El equipo te trae para anotar y para ponértelo a las espaldas. Pero, al mismo tiempo, no debes tapar a tus compañeros. Así que si no ganas el partido, es algo así como que la culpa del americano, pero si ganas el partido es que es un buen equipo (risas). Para mí ganar es ganar, ganar es ganar, no importa a quién se le dé el crédito. Ganar es ganar. Lo que hace falta para que el equipo gane, lo que yo pueda dar para que gane. Fue una gran serie, tuvimos momentos maravillosos y los disfruté, especialmente el primer año.
-Sí, seguramente necesitaban ese impulso. Era para lo que me trajeron. Comprendí cuál era mi rol. No es un rol muy popular porque algunas veces entras en conflicto con compañeros en ciertas situaciones. Tienes que resolver esas situaciones porque eres un equipo. Y a veces no es bonito, no es popular. Estamos allí para ganar y había conflictos. Pero lo bueno de aquel equipo es que ese conflicto se acababa rápido, estábamos allí para ganar.
-Hablando con otros compañeros de aquel equipo me decían que era un equipo muy inteligente.
-Sí, como decía antes, había la mezcla precisa de veteranos y jóvenes. Había mucha capacidad para improvisar, para tomar decisiones muy rápido. En partido apretados, todo el mundo comprendía uno al otro. Había muchos jugadores experimentados. La experiencia es una muy buena maestra, la mejor maestra.
-Sergio Scariolo está ahora entrenando en la NBA, en Toronto. También en la selección española. ¿Qué aprendió de él? ¿Cómo le recuerda?
-¡Andy García! (risas). Sergio es muy bueno, es un buen entrenador. Muy detallista, su enorme ética de trabajo y su amor por el detalle nos hizo comprendernos mejor unos a otros. Porque yo estaba allí para hacer mi trabajo y comprender mi deber, yo estaba dispuesto a hacer un trabajo extra para hacer que todo fluyera. Yo trabajaba incluso más después de la sesión, en todo mi juego, con los chicos jóvenes. Hablaba mucho con Sergio sobre situaciones. Si esto ocurre, entonces pasa esto. Si no ocurre, entonces esto va por aquí. Me alegró verle ser campeón con Toronto, fue una gran alegría. Me gustaría haber ido a algún partido para saludarle, pero mi equipo de instituto juega muchas veces a la misma hora que la NBA. No suelo ir a Memphis a ver partidos, tengo que equilibrar. Con el instituto es baloncesto, baloncesto, baloncesto. Cuando vuelvo a casa quieres relajarte, disfrutar con los niños. No veo demasiada NBA, demasiado baloncesto, hay que equilibrar.
-Hay una leyenda que dice que intentó negociar con Berni para llevar el número 5. ¿Es real?
-Es cierto, es cierto. Él no quiso jugársela porque sabía que iba a perder (risas), entonces intenté comprárselo pero dijo que no.
-¡Oh, Danny! Tenía una gran familia, un gran, gran tipo. Él era un tipo muy sensible y yo soy muy protector de mis compañeros. Cuando él fallaba un mate o una bandeja, él lo quería hacer todo tan bien que se venía abajo y yo intentaba siempre intentaba animarlo o protegerle. Yo era el tipo experimentado. Hablábamos mucho de nuestra fe, íbamos a comer, nos preparábamos para los partidos. Fui muy afortunado de jugar en el mismo equipo de él. Tratamos de mantener el contacto tiempo después de irnos de España, es un gran, gran amigo.
-¿Y del resto?
-El primer año fue todo más cuadrado, en el segundo sí hicimos un par de cambios y yo tuve el problema de lesiones. Carlos [Cabezas] era un tipo muy, muy divertido, graciosísimo. Berni era el capitán y nuestra relación fue un poco extraña al principio. Jugaba en su posición y al principio costó, pero rápidamente estábamos en sintonía. Garba... Él era mi hombre [estuvieron juntos en Treviso antes], con Pepe teníamos trayectorias y experiencias similares, jugamos en la NBA, vinimos a Europa... Él era un tipo muy, muy inteligente. Danny era el tío grande, Big Danny. Steph Risacher y toda la conexión francesa, habíamos coincidido jugando en Francia años antes, hubo conexión inmediata... Con Walter también hablábamos mucho. Y Flo Pietrus, claro, mi Flo. Yo estaba en Francia cuando empezaron a emerger Tony Parker, su hermano Mickael, Ronny Turiaf, Boris Diaw... Estaba en Francia cuando ellos tenían 15, 16, 18 años, iban poco a poco llegando a la selección nacional, a la élite. Fue grande verlo. Flo estaba con los jóvenes en Pau cuando fue mi primera experiencia allí. Había muchas conexiones entre nosotros, experiencias anteriores. Ellos me conocían y yo los conocía y eso hizo más fácil todo.
-Su segundo año fue más complicado con las lesiones, aunque al final consiguieron llegar a la Final Four.
-Ese año el equipo jugó bien, con altos y bajos, pero jugamos bien en el momento justo. Estoy muy orgulloso de cómo lo hicieron los compañeros. Para mí fue muy difícil. Esto es un negocio, es un negocio. Y sentí que había mucha gente que pensaba que no decía la verdad, que estaba mintiendo, se discutía sobre si debía operarme o no. Traje mi propio preparador. Hay cosas que ocurrieron con las que no estuve cómodo. Las sentía en mis espaldas porque se dijeron muchas cosas de Marcus Brown que no eran verdad. Fue un año muy difícil, como siempre que hay lesiones. El equipo lo hizo fantástico, fue grande, pero fue complicado. La lesión me golpeó fuerte y lo cierto es que no pude volver a alto nivel después de ella. Fue una desgracia porque yo quería quedarme en Málaga, quería quedarme. Pero hubo cambios en la dirección, no todo el mundo estaba en la misma sintonía y fue complicado.
-Volvió y su primer partido fue en los cuartos de final de la Euroliga contra el Barcelona.
-Sí, pero así es el juego. Amo el baloncesto, le di todo lo que podía al juego. Todo lo que pude darle al equipo para pasar al siguiente nivel en ese momento se lo di. Pero sí, fue un poco loco. Mi primer partido contra el Barcelona, con Navarro ahí enfrente (risas). Pero lo disfruté.
-Mucha gente se acuerda del triple de Pepe, pero menos de que Marcus Brown anotó los dos últimos tiros libres del partido.
-Mira, me acuerdo de que fallé dos tiros libres contra el Estudiantes, creo que fue la primera vez en mi carrera que fallé dos seguidos. Pero no, no lo recuerdo esos dos tiros libres.
-Pues sí, estaba organizando ya la defensa antes de meter los tiros.
-No, no, eso no lo recuerdo, mira (risas). Bueno, la confianza para los jugadores de alto nivel es practicar mucho poniéndote mentalmente en esa situación. Cuando esa situación llega, comprendes y sabes mejor. Lo has visto antes, una y otra y otra vez. Así que es normal. Teníamos un gran grupo de personas, un gran grupo de tíos.
-¿Qué es más importante? ¿El talento o el trabajo?
-Ambas cosas. Tienes que tener el talento. Pero si no trabajas el talento, el talento mengua. No puedes dejar de trabajar. No puedes estar cinco o seis meses sin hacer nada. Puedes ser talentoso, pero debes tener ética de trabajo. Para mí, ambas cosas al mismo nivel. Hay tíos como Michael Jordan, Kobe Bryant o Kevin Durant que son irreales, pero si escuchas a esa gente y te metes en tu cabeza, debes tener ética de trabajo. Puedes nacer con el talento, pero debes tener esa ética de trabajo.
-¿Recuerda aquella situación de tensión con Rakocevic en la que le dijo 'See you in Tau'?
-Sí, sí (risas). ¿Fue el primer año o el segundo? Sí, el segundo. Todavía no estaba a mi nivel. Años después sí me acuerdo de que le destrocé cuando jugaba en Lituania (risas). Yo no quería perder, no llegábamos a nuestro mejor nivel. Nos ganaron en casa y teníamos que ganarles después allí.
-¿Pero hay algo por lo que estaba tan enfadado? ¿Le dijo algo?
-Es algo que ocurrió durante el partido, no lo recuerdo exactamente. Fue una temporada con muchas emociones. Cuando eres el líder del equipo, tienes lesiones y no puedes jugar al nivel que sabes... No recuerdo si fue algo que dijo o la manera que celebró. Algunas veces intentas encontrar diferentes motivaciones, igual fue eso.
-Guauuu. Está bien que más de 10 años después la gente te recuerde, te acompañen, te tengan en sus corazones. Creo que ayudé al club a llegar a lo máximo posible. Los fans de Málaga era realmente increíbles, de verdad. Eran muy cordiales, el club también lo fue. Desgraciadamente las cosas no funcionaron para continuar juntos la relación. Creo que hay agradecimiento de parte de los aficionados, del esfuerzo que hicimos y del juego que vieron en la pista. Ellos saben que trabajé duro, que quería ganar. Siento de alguna manera que yo representaba cosas que a ellos les gustan.
-¿Crees que se reducen o aumentan las diferencias entre la NBA y Europa?
-Creo que la NBA cada vez se expande más y más. Han empezado una Liga en África. La liga está presente en China. La Euroliga ahora es una competición que tiene que luchar con China también. Para mí una gran competición trae éxito. Cada vez el juego es más y más global. Y cada vez vamos a ver a más atletas extraordinarios como Giannis Antetokounmpo, veremos a otro tío como Yao Ming, a más como Ibaka o Siakam. Veremos más jugadores así porque cada vez la enseñanza del baloncesto se expande más y más.
-¿Cómo ve el baloncesto moderno? Hay más lanzamiento exterior, hay gente que se queja. ¿Le gusta lo que ve?
-Para mí, está OK. Es una cuestión de filosofía. El juego está enfocado al ataque, es un entretenimiento. Es lo que es divertido, atractivo, ahora. Para mí, si tienes esas habilidades... Piensa en los Golden State Warriors. Ellos tienen a los jugadores para hacer eso. Es por lo que ganan, otros no lo tienen. ¿Tú crees que Toronto gana a Golden State si tienen a Kevin Durant? Ellos tienen la habilidad. Es verdad que desde hace unos años hay más jugadores capaces de anotar desde lejos.
-Jugó en siete países diferentes y ganó en todos. ¿No ganar la Euroliga fue su espina?
-No, no. Tú tienes que pensar en lo duro que es llegar hasta allí. Es muy, muy difícil. No es una pena. Gané una copa europea, no la Euroliga. Hay gente que intenta ver lo negativo, ponerte un sello. Se supone que yo en ese lugar no debía estar porque la primera vez que llegué a Europa nadie conocía a Marcus Brown. Cuando debuté en la Euroliga tenías a Rigaudeau, a David Rivers, a Dino Radja, a Manu Ginóbili, Marko Jaric... Nadie pensaba en Marcus Brown y yo llegué a ese nivel y fue una gran sensación competir con esos tíos y sentir que pertenecía a ese nivel. Tenías al Barcelona con Pau Gasol, al Kinder de Bolonia, al Efes Pilsen y no se suponía que debía estar en esa fiesta y me colé en ella.
-Estaría horas hablando con usted, pero imagino que tiene tareas. ¿Algún mensaje para la afición de Málaga?
-Fueron grandes momentos. Conocí a mucha buena gente, por ejemplo vecinos, gente que trabajó para mí, restaurantes. Antonio, María... Aprecié mucho todo el apoyo que me dieron. Espero que fueran capaces de disfrutar. El equipo era magnífico. Manolo [Rubia], Paco [Aurioles], los asistentes... Eran todos grandes tipos, fueron grandes años. Espero que todo vaya bien por allí, que sean inteligentes y que estén fuertes en esta situación. Siempre he soñado con volver a un partido a Málaga, a uno de play off. Hubo una reunión (fue la del 40 aniversario del club), mi agente me avisó de que querían que regresara. Era difícil para mí en ese momento ir hacia allá, pero disfruté cada momento que estuve en Málaga. Lo di todo.
-¿Algún mensaje en español?
-No, no. Cuando no hablas cada día en español, francés o italiano... Disfruté la cultura, el idioma. Pero si no hablas cada día... Es que no me acuerdo ni de las palabrotas (risas). No estoy en las redes sociales y era parte de mi plan. Quería ser padre, desaparecer. Realmente quería quedarme en Europa, entrenar allí. Y todavía es un sueño, pero lo principal era que quería disfrutar de mis hijos, disfrutar de mi vida un poco.
-Fue un placer, Marcus.
-Quería decir una última cosa. Cuando ganamos la ACB, ver la cantidad de gente que salía a la calle... Fue extraordinario, increíble, ver la felicidad en la cara de la gente de Málaga. Fue un gran placer para mí traer felicidad al club y a la gente, a la ciudad.
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