“Carlos y yo éramos muy diferentes dentro y fuera, quizá por eso nos llevábamos muy bien"
Entrevista con Pepe Sánchez
El mago de Bahía Blanca formó con Carlos Cabezas la mejor pareja de bases de la historia del Unicaja y desde Argentina recuerda con ‘Málaga Hoy’ cómo fue aquella época antes del homenaje de este domingo al malagueño
Durante su etapa más dorada, en la mitad de la primera década del siglo XXI, en la cabina de dirección del Unicaja coincidieron un campeón del mundo, Carlos Cabezas, y un campeón olímpico, Juan Ignacio Sánchez Brown (Bahía Blanca, 1977). Aquella mezcla manejada por el alquimista Scariolo trajo gloria al deporte malagueño. En la víspera de la retirada de la camiseta del base malagueño este domingo ante el Barcelona, Pepe Sánchez atiende con cariño y calidez la llamada de Málaga Hoy desde su Argentina. Su cabeza bulle como en la época de jugador, esta vez con proyectos muy interesantes en campos diversos. Se alegra al recordar aquella etapa. “Por supuesto, por Carlitos hablamos el tiempo que haga falta”, cuando se le pide un rato de charla. Que es mucho, pero deja con ganas de más.
–Lo primero, ¿cómo le va? ¿Sigue con su club en Bahía Blanca? ¿Su familia bien?
–Por suerte, sí, salimos bien de la pandemia. Y sí, con el centro de alto rendimiento y con el equipo. Voy a Estados Unidos periódicamente, pero seguimos acá trabajando con los chicos jóvenes y desarrollando talento. Es un proyecto propio, no es vinculado a la Federación, tiene ya 11 años. No estoy ya tan en el día a día, sino más con otras cosas y cuestiones personales de negocios. Pero el baloncesto es lo más importante. Ha habido proyectos que han salido para Europa. Bolmaro, que ha llegado a la NBA. Ruesga o Fjellerup, que están allá ahora [ambos en el Palma, en LEB Oro]. Corbalán también, varios chicos que juegan en Argentina... Han sido bastante prolíferos estos años y esperemos seguir abasteciendo a la selección argentina e intentando también que muchos puedan ir a las universidades americanas, intentando que puedan seguir con la parte educativa y formarse. Guiarlos para asegurarnos, porque no todos van a ser Bolmaro, que mediante el básket se puedan ganar una beca y estudiar. Si hay un talento muy, muy bueno y se quiere dedicar al baloncesto, fantástico. Pero también que prioricen estudiar y tener una experiencia en la universidad.
–Le llamaba porque el domingo le retiran la camiseta a Carlos Cabezas. La pareja de bases Sánchez-Cabezas es la más recordada de la historia del club. ¿Qué recuerdos le trae?
–Bueno, los mejores. Compartimos creo que tres años muy importantes para la historia del club. Carlos es parte viva de la historia del Unicaja y la verdad es que estoy feliz de que vea su camiseta colgada ahí al lado de la de Berni. Ellos dos son grandes artífices de la historia del club. De Carlitos tengo los mejores recuerdos de compartir esos años. Lo pasamos muy bien. Éramos muy diferentes como jugadores, muy diferentes fuera de la cancha. Pero quizá justamente por eso nos llevábamos muy, muy bien. Nos complementábamos creo que de forma excelente. Sergio siempre podía elegir una forma de juego teniendo las dos posibilidades, con Carlos y conmigo, hasta a veces juntos. Pero sobre todo recuerdo lo bien que lo pasábamos en los entrenamientos, lo mucho que nos reíamos entre los dos, en el día a día, sólo él y yo lo sabemos. Laurita Rubia a veces nos cantaba las jugadas (risas). Siempre hubo una gran comunión. Un chico fantástico. Si bien perdimos el contacto con el paso de los años porque yo me vine a Argentina y él empezó a dar vueltas por el mundo, el cariño es enorme y estoy feliz de ver que se le retira la camiseta.
–Coincidían un campeón del mundo y un campeón olímpico, dos jugadores de jerarquía. ¿Cómo era esa competencia por tener minutos?
–No lo recuerdo como competencia la situación con Carlos. Si bien en ese nivel disputábamos los minutos, la competición hacía que hubiera tiempo para todos, jugábamos Euroliga y Liga, llegábamos lejos... A nivel profesional siempre estás en un punto compitiendo por el puesto. Pero en el caso del nuestro, como nos complementábamos tan bien, igual al principio pudo haber algún tipo de competencia, pero después entendimos los roles de cada uno y éramos tan diferentes en nuestro juego que era un tema más del entrenador, de en qué momento necesitaba a cada uno. No tengo ese recuerdo, como tampoco con Montecchia con la selección, de una competencia como sí tuve con otros. Alguno se podía enfadar más o menos si jugaba o no, pero era más un tema con Sergio que con el compañero. Se la liábamos más a Sergio (risas). Tengo un recuerdo con Carlos de compartir el puesto. En tres años de entrenamiento no recuerdo ni una discusión. Algo igual, pero nada en los tres años.
–A veces en finales de partido apretados los dos jugaban juntos.
–No coincidíamos mucho en el juego, pero en finales sí era frecuente. Carlos era un base más de esta época. Mucha facilidad para llegar al aro, tenía muy buen tiro de tres puntos, podía generar juego desde su agresividad para anotar. Perfectamente podíamos haber jugado juntos, lo que pasa es que teníamos un equipo muy rico. En el puesto de dos teníamos a Marcus y Berni, grandes jugadores. El equipo no lo necesitaba, pero perfectamente hoy en día podíamos haber jugado más tiempo juntos. Él tenía la fuerza física para defender a un dos y la calidad para anotar. Pero el equipo era muy completo, pero en los finales sí lo hacíamos juntos.
–Scariolo les manejaba bien.
–Cuando uno mira para atrás, lo que tiene que ver es si resultó o no. La realidad es lo que pasó. Mirar al pasado te da la posibilidad de chequear si algo estaba bien o mal. Claramente, por los resultados, evidentemente Sergio hizo un trabajo fantástico, lo que no quita que por entonces uno pensaba que debía estar más tiempo en cancha, tampoco vamos a distorsionar (risas). Carlitos quería seguro estar más tiempo en pista y yo también, pero por eso Sergio hizo un trabajo fantástico, jugábamos y ganábamos todos los años. Copa, Liga y Final Four, que casi es como ganar un título.
–Parecía que donde no llegaba uno llegaba otro, el registro de cada uno abarcaba todos los posibles.
–Había un equilibrio muy bueno y eso permitía al entrenador tener dos formas de poder afrontar. Estamos hablando de un baloncesto donde el base tenía mucho peso, había un control mayor del juego. Si bien en Europa se sigue jugando un baloncesto muy táctico, antes lo era más aún. Creo que ahí le dábamos a Sergio la oportunidad de tener dos vías en los extremos del espectro del juego. Aparte, salvo alguna lesión, estábamos siempre disponibles, fuimos consistentes. Carlos me parece que hizo algo muy difícil de hacer, que es ser profeta en su tierra. Es muy difícil jugar en el lugar de uno. Hay exigencias, a veces en el lugar de uno no se le reconoce, al de fuera se le exige más pero quizá los éxitos se los lleva él. Eres de ahí y te han visto toda la vida... Honestamente, le doy mucho mérito a la gente de Málaga, a diferencia de otros lugares siempre destacaron lo propio, como en el caso de Berni o Carlos. Eso es fantástico, que las dos camisetas colgadas sean de tipos de Málaga. La gente siempre los reconocía mucho y eso no siempre se da. Es difícil ser profeta en la tierra de uno. Por suerte, Carlos va a poder serlo porque se lo merece y porque es una emblema de la región. Campeón de España, del mundo, de la Copa del Rey... le ha dado mucho a Málaga y Andalucía y lo ha representado muy bien. Como ex compañero y amigo, me pone muy contento.
–Se formó en Estados Unidos y allí hay un mayor reconocimiento de la leyenda, usted está por ejemplo en el Hall of Fame de Temple, su universidad. ¿Cuesta más aquí o allí dar ese realce?
–En Estados Unidos hay una cultura muy buena en ese sentido. Todo esto me parece fantástico. Acá en Argentina nos pasa parecido. Estamos en el presente, pasa uno, llega otro... La historia también se hace en base a estos reconocimientos. Que alguien de allí sea reconocido también es importante para los que vienen atrás, que conozcan la historia, que sepan quién hizo la historia del Unicaja, es inspirador. Pienso en cuántos chicos sueñan con ser en Málaga un Carlos Cabezas, pero cada vez serán más los que no lo vieron jugar. Construir la leyenda es parte de eso.
–Alberto Díaz y Francis Alonso, dos miembros del primer equipo ahora, me dijeron alguna vez que le admiraban mucho y que parte de sus primeros recuerdos es ver a Pepe Sánchez dirigiendo al Unicaja. ¿Le reconforta tiempo después?
–Por supuesto, por supuesto, más en Málaga quizá que en cualquier otro lado. Mi paso por España para mí es Málaga. En el Barça tuve también un año muy lindo, pero mi ligazón es con Málaga, con ser parte de la historia del club y es el lugar donde volvería si tengo que regresar a España por cuestiones personales o laborales. Digamos que esa relación la tengo conmigo mismo. De alguna forma yo decido con quién tener la relación, no dependo de los demás. Eso es mío, mi cariño con la gente de Málaga, a la gente que iba a la cancha y nos seguía, con los compañeros con los que hicimos historia. Eso es sagrado y lo pongo muy arriba, junto a lo que fue mi tiempo en la universidad y obviamente la selección, en mi carrera. Me pone muy contento que chicos que están ahora en el primer equipo y que cuando eran pequeños nos veían jugar nos recuerden, claro.
–Comentaba antes que Carlos y usted podrían jugar juntos ahora. Ha cambiado mucho la posición de base, ¿no?
–El juego se ha hecho más dinámico. A mí me gusta mucho cómo se juega ahora, será porque me adapto rápido y lo veo de este lado. Me gusta mucho.
–Hay gente que dice que se abusa del triple y critica que no haya poste bajo. A usted le gusta lo que le ve.
–Se descubrió otra forma de jugar, que por ahí no es tan nueva porque hubo equipos que jugaron así en el pasado, todos recordamos equipos de todas las ligas que buscaron esa fórmula, con el ritmo más alto, el tiro de tres puntos como herramienta principal, con mucho spacing... Hoy es un estilo que me gusta, pero me gusta el que lo hace bien, claro. Es como la tortilla de patatas. A mí me gusta la que está rica (risas). No es que haya una receta universal para todo el mundo. Las matemáticas nos dieron unas pistas de cómo hay formas de maximizar el juego ofensivo, pero requiere un talento especial y un personal especial. Y hoy, porque el básket se juega por modas, lo juega todo el mundo. Pero me gusta ver a quienes lo hacen bien. Me gustan mucho los que tienen el personal adecuado. Los que no lo tienen, pues hay otras formas de poder ganar, no es la única. No estoy en contra de este tipo de juego, no, no. ¿Quién puede estar en contra de ver a Golden State con Curry y Thompson en plenitud? ¿O al Madrid de Laso de los últimos años? Juegan a un ritmo mucho más alto. Si lo haces bien, lo haces bien. Por ahí el error puede estar en copiarlos todos iguales cuando hay otra forma de jugar y también de ganar.
–La escuela de bases argentina siguió con Campazzo, Vildoza, Bolmaro, Laprovittola... La estela vuestra se siguió.
–Argentina es tierra de bases. Antes de nosotros, de la Generación Dorada, hubo grandísimos bases, ahora hay grandísimos bases también. Claramente hay una continuidad, que no se da en todos los puestos y sí en los bases. Es una marca registrada de Argentina, es un puesto muy prolífero.
–Pepe, fue un placer. Estaría hablando horas con usted.
–Gracias por darme la oportunidad de poder expresarme hacia con Carlos largo y tendido. Fue un placer tenerle como compañero esos tres años y ese reconocimiento que le hacen es muy merecido. Es un crack, como jugador y como persona. Y a la gente de Málaga y del Unicaja les digo que les tengo siempre en el corazón. Les quiero.
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