“Con lo de Kobe me acordé de aquel ‘mosquito’ a Zaragoza...”
Entrevista con Sergio Scariolo, seleccionador español y ayudante de Toronto Raptors
El campeón del mundo repasa en ‘Málaga Hoy’ la actualidad baloncestística antes de la Copa
Aquel título de 2005, la irrupción de Gasol, el Unicaja...
Sergio Scariolo (Brescia, 1961) abrillantó en 2019 una hoja de servicios ya impactante. Oro mundial con España y anillo de la NBA como miembro del cuerpo técnico de los Raptors. Antes de una sesión de entrenamiento con el equipo canadiense, atiende la llamada de Málaga Hoy para hablar de la Copa del Rey... Y de baloncesto en profundidad. El hecho de que el cuerpo técnico de Toronto haya sido seleccionado para el All Star no ha alterado sus planes, tras ver la posibilidad de cambiarlos para estar en Chicago, y cumplirá con su compromiso para dirigir la próxima semana a la selección en la ventana tras pasar por Málaga para ver in situ la Copa. En las próximas horas ofrecerá la lista de convocados. Confiesa que sigue al Unicaja al día. Por motivos profesionales y por temas emocionales, casi como con su Inter del alma.
–Me dijo una vez que la Copa tenía la fórmula de la Coca Cola.
–Fíjate que hasta están pensando implantarla en la NBA, lo último que podías pensar... Sí está en ese estilo americano de captar todo lo que puede servirles para mejorar sea donde sea, venga de donde venga. Y es un planteamiento muy serio de la NBA, no es ningún globo sonda. Tienen que encontrar un acuerdo en el board de los propietarios. No es lo que menos gustaba, pero había un paquete de propuestas que había que aprobar completo y otras cosas, como modificar los cuatro últimos equipos que entraban en la final de play off, no gustaban tanto. Si lo van a votar todo junto, todavía pueden implementarlo para la próxima temporada. También te digo que la fórmula del All Star tradicional se da un poco por agotada. Ahora habrá una fórmula nueva a raíz de lo que pasó con Kobe. Permanentemente buscan algo, para promocionar un cambio importante tienen que crear algo que tenga una recompensa. Es el quid, que tenga un sentido, que merezca la pena cambiar algo que funciona. Es hacer una apuesta.
–Hace 15 años ya de la Copa de Zaragoza. ¿De qué se acuerda?
–Del mosquito, del mosquito [la expedición tuvo un percance con el pequeño avión privado, mosquito le llamaban, que debía llevarle a Zaragoza y, tras despegar, tuvo que regresar al aeropuerto de Málaga]. Justo lo pensé estos días después de la muerte de Kobe Bryant. No le tengo miedo a nada. Me pongo en cualquier lado, me tiro por cualquier sitio... Pero sí reflexionaba estos días que cuando viene una desgracia debe ser un momento así. Ver al segundo piloto agarrado a la puerta desde el interior para que no se abriera... No tuve miedo y no pensé en lo peor, pero, cuando ves que pasan estas cosas, deben ocurrir en un instante. No tiene que haber sido un momento fácil para el piloto. Sí que había gente muy acojonada y que no quisieron subirse en el hipotético nuevo mosquito. Fue todo increíble. Agarramos el AVE en Guadalajara a la carrera, literalmente, saltando por medio de las vías, llegamos a Zaragoza a las tantas de la noche. Si queríamos coger una excusa, teníamos una retahíla, pero íbamos a ganar.
–Empezó aquello con Alicante.
–Igual ahora el nombre, años después, dice poco. Pero el Alicante por entonces fue un equipo capaz de jugar a altísimo nivel. Llegó varias veces a la Copa con Trifón Poch, competía y era un equipo durísimo. Un rival muy respetable, nos lo puso complicadísimo después en el play off aquel mismo año, llegó a ir 0-2. Y se habían metido de cabeza de serie en la Copa. El cuarto de final para el equipo que en teoría tiene que ganar es complicado. Sobre todo cuando el otro no se ha colado por casualidad, tiene una consistencia, mucha seriedad y una gran plantilla. La semi fue un partidazo, pasamos grandes dificultades ante el Pamesa [Pablo Laso era el entrenador], con grandísimos jugadores. Tuvimos que sacar recursos...
–Se recuerda mucho aquella zona 1-3-1. Un día hablaba con Jesús Lázaro y Berni y me decían que llevaban entrenando esa zona meses y que pensaban ‘¿Este tío cuándo va a sacar esto?’.
–Hay que saber esperar, tener paciencia (risas). Tuve la tentación de usarla contra Alicante, pero es el juego de póquer que también es este deporte, enseñar las cartas o no. Utilizarla por sorpresa al día siguiente fue útil porque en la Copa ya es complicado preparar tácticamente un partido per se. Era algo contra lo que rival tiene que tomar iniciativa, atacar el aro. Es una estructura que no se ve frecuentemente y que puede ser una sorpresa en una situación concreta. Era difícil que la hubieran podido preparar.
–Esa zona la hizo famosa Dan Peterson en Milán.
–Desde que nací he tenido la pesadilla de Mike D’Antoni marcando con los dedos el tres. Entraban sudores fríos. ‘Aquí ya vienen estos cabrones con la 1-3-1’, pensaba. Ellos eran verdaderos maestros, la iban transformando. En Italia has crecido para el baloncesto con esa defensa en los ojos. Hay una famosa remontada del Olimpia ante el Aris. Cayeron por 31 en Salónica y ganaron por 34 en Milán para después ir a la Final Four y ganarla. No es tanto que las defensas sean buenas o malas, es cuestión de poderla hacer sabiendo qué impacto puede tener en el rival. Si la improvisas y te meten dos canastas fáciles has quemado el recurso. Y elegir el instante, puede que agote su efecto demasiado rápido y que no sea el momento adecuado. Tus jugadores, el quinteto contrario... El encaje perfecto no existe.
–En la final contra el Madrid, el equipo no dejó el liderato nunca.
–Estaban ahí siempre, pero nosotros habíamos adquirido mucha seguridad, mucha confianza. No te digo que fue el partido más fácil de los tres, suena raro y no sería cierto, pero sí teníamos una altísima seguridad en nosotros mismos. Estábamos en un estado de forma mental, aparte del físico y el técnico, óptimo.
–De alguna manera, ha sido una constante en su carrera. No estar sino llegar. Entraron como octavos, pero en el momento decisivo...
–Si quieres construir tienes que arriesgar. Mientras arriesgas, practicas y pruebas no puedes funcionar con fluidez. Puedes buscar lo más sencillo pero te conviertes en previsible y en poco efectivo a largo plazo. Puedes ser un poco más exigente, ambicioso, no sé cómo llamarlo, incluso temerario. Hay que asumir riesgos en el momento de la verdad. Durante tres semanas ya cuesta, durante una temporada es aún más difícil mantener la forma. Mentalmente, es bonito decir que vamos desde el minuto uno del primer día de la temporada a jugar a tope. Ningún jugador te compra que el primer partido de la temporada vale como el play off. Nadie se lo cree. Los propios jugadores tienen que tener la percepción de estar siempre bien pero hay momentos en los que no basta con ir bien, sino perfecto. Esa diferencia, obviamente, si la percibes y la sabes entender, te hace ganar mucho.
–Garbajosa es ahora su jefe. Entonces era subordinado en Vitoria, Málaga, Moscú, selección... ¿Cómo se fue moldeando esa relación?
–Ha surgido con bastante naturalidad. Es una relación muy abierta pero respetuosa con los roles. No se ha metido en lo mío y yo tampoco en lo suyo. Es una cuestión de confianza de uno en el otro y de respeto en los roles. Es cierto que tenemos una relación personal paralela, pero, a la hora de trabajar, la relación profesional o institucional es la que manda. También tuvimos momentos de no estar de acuerdo en todo, de buscar un camino que podía tener un objetivo común por lados distintos.
–Su primera Copa en Málaga es la de 2001, con el Real Madrid. Elimina al Unicaja y llega a la final contra el Barcelona, en la explosión de Pau Gasol.
–Realmente fue un partido rarísimo. Hace no mucho, algunos meses, lo volvía a ver. La sensación es que teníamos el partido muy bien para poderlo ganar. Habíamos entrado muy bien en el partido. Pero surgió el factor talento en estado puro y el factor personalidad en un jugador que dice ‘voy a ganar este partido’. Hay pocos que pueden decirlo y hacerlo. Pau es de esos. Recuerdo que había el debate de si tenía que irse o no a la NBA, si tenía que esperar o no. Ya se vio ahí lo que más tarde también se comprobó en el play off, quizá más amplificado. ‘En el momento en que se no se va, ya pierde un año’, pensé.
–¿Habló con Pau de aquel partido alguna vez?
–Alguna vez, anecdóticamente, medio en plan risa, no de una manera seria.
–¿Qué rol tiene este año en Toronto? ¿Ha cambiado algo?
–Estamos estabilizados cada uno en una sección. El ataque ya lo había llevado en el play off y sigo con ello. Luego, puntualmente, cada seis o siete partidos, me encargo de la preparación en defensa también, todo completo, de un partido, eso lo vamos rotando. También hay un campo que es jugadas especiales. Pero ahora los tres entrenadores ayudantes nos hemos estabilizado. Todo el mundo puede opinar de todo. Pero el año pasado cada 10-12 partidos rotábamos entre esos tres conceptos (ataque, defensa y jugadas especiales) y este año lo hemos estabilizado. Me encargo del ataque.
–La plantilla ha perdido a un MVP como Kawhi y otro titular como Green pero ha habido un paso adelante de los Anunoby, Boucher, Powell, McCaw...
–Estamos haciendo una temporada bastante por encima de las expectativas. Ciertamente, en la cancha te das cuenta antes de que las cosas van a ir bien, antes que los de fuera, que, lógicamente, esperan a los partidos y los resultados. Pero veía detalles muy positivos. Tenemos algún jugador que está creciendo, como los Anunoby, Davis, Boucher... Lo que sí tenemos es la gran ventaja de un núcleo muy unido que ha ganado junto y ése es el valor añadido que este equipo posee. Es impagable. Un núcleo que no tiene egoísmos ni celos y tiene una buena química. Es algo difícil de conseguir.
–¿El título Mundial con España le hace ser más respetado allí?
–Siempre todo ayuda, allá donde vayas. En febrero hay aún gente que te felicita porque no te ha visto desde entonces. Entrenadores, algunos jugadores de los veteranos, los que siguen el baloncesto internacional porque han jugado con la selección. Los grandes, como precisamente era Kobe, están al tanto de todo. El conocimiento de Kobe del baloncesto internacional era altísimo, le gustaba mucho seguirlo.
–¿Le da tiempo a ver el baloncesto europeo?
–He tenido que dejar la coordinación de la cantera de la Federación, muy a mi pesar, porque era algo me gustaba mucho, gratificante. Pero era complicado seguir bien con todo. Cuando no puedes hacer algo bien, como te gustaría, es mejor dejarlo. He podido ver, sí, dando prioridad a la Euroliga, por razones de conocimiento de jugadores del máximo nivel y también por crecimiento personal.
–¿Se sigue allí la Euroliga?
–Más a nivel de jugadores, de scouts y general manager, de búsqueda de talento. Con el ritmo de preparación de partidos que hay, diría que la gran totalidad está en el día a día y no pueden ver más allá. Pero todo el front office sí presta mucha atención, hay un porcentaje creciente de jugadores internacionales en la Liga. Hago malabarismos, a veces con el ipad y el ordenador a la vez puestos para ver dos partidos. Es un sacrificio, es ver algo grabado en vez de una película.
–¿Cómo ve esta Copa? ¿Más abierta?
–Parece que sí, más abierta. Parece una temporada en la que el espacio para sorpresas es más grande, con la posibilidad para equipos que no acostumbran a verse en los primerísimos puestos de estar ahí peleando.
–¿Ha visto al Unicaja?
–Siempre lo intento de alguna manera, de una forma un poco particular. Es una cuestión de gusto, a veces más emocional que profesional. Como me pasa con el Inter, parecido.
–¿Cómo ha visto el encaje rápido de Brizuela?
–No tenía muchas dudas sobre él. Es un chico con hambre, inteligente y con talento. Sabía que se iba a involucrar bien, a entrar bien en el equipo. A nivel personal cuaja bien en un grupo y sinceramente creo que el chaval tiene ese chispa, que debe completar con más cosas, tiene ese algo. Es un jugador, desde luego, con talento y con ambición de querer mejorar. De mirar para arriba, no de quedarse como está.
–Me decía el año pasado que Rubén Guerrero era un jugador interesante pero que había que tener paciencia.
–He visto los últimos partidos, los resúmenes cortados que me enviaron mis colaboradores. Es un rol en el que hay que tener un especial interés de los jugadores y paciencia. Son roles a maduración lenta, la maduración físico-atlética en jugadores de ese tamaño llega más tarde. Ese clase de jugador llega con menos baloncesto que los pequeños a esas edades. Rubén es la demostración evidente de que si uno no tira la toalla y sigue intentándolo puede llegar a pesar de que hay pocos que apuestan por pívots grandes, sobre todo a nivel europeo. Aquí es diferente. El juego en Europa tiene un poco menos de paciencia. Estamos hablando de equipos que tienen que ganar, claro, no hay que olvidarlo. Los pívots tienen menos horas, menos baloncesto, no han jugado tanto, como él en la etapa universitaria, la etapa post junior. Esa etapa los pívots la pagan más. Uno grande al que le cuesta moverse con velocidad, en este juego que se practica hoy, llega con carga menor de experiencia. Eso hay que entenderlo.
–¿Cómo ve la situación del jugador español? Por ejemplo, apenas pívots nacionales juegan en ACB.
–La verdad es que es una situación bastante complicada. No hay ninguna duda. Pau y Marc están acabando. A Willy le está costando, parece que ahora sí, Illimane está ahí ahí... Por eso decía que a uno grande no hay nunca, nunca, que darlo por perdido. El tema de Rubén va en esa línea.
–¿Y Jaime de base?
–Es bueno tener sobre la pista a dos jugadores que saben manejar, dos que pueden jugar el pick and roll. Cada vez más la intercambiabilidad es mayor. Tener la habilidad técnica, esos gestos que él es capaz de ejecutar en dos posiciones, generar y tirar, es un don. A nivel defensivo está más cortado para defender a un base que a un escolta, sobre todo a alto nivel. Esa ambivalencia creo que es muy buena para él.
–Terminamos el repaso con Alberto.
–Evoluciona siempre, aunque ha tenido esos problemas físicos el pobre. Ha tenido sus dificultades, pero le veo en una evolución buena. Es verdad que es una posición, un rol, en el que hay mucha competencia, sobre todo en jugadores veteranos. Luego, ya veremos. Está él y los que vienen por detrás también.
–Para el All Star ha sido elegido Domantas Sabonis, un chaval formado en Los Guindos ¿Qué consideración tiene en la NBA?
–Esto es una consagración, un estatus que para los jugadores tiene una importancia brutal, brutal. Es una etiqueta. Es una de las cosas que no percibes tanto desde fuera. En mi situación de ir o no al All Star, es algo a lo que yo no le daba mucho peso. Pero aquí te das cuenta de la dimensión que tiene. Domas es un caso evidente de un jugador que se ha hecho a sí mismo, que ha entrado de puntillas y gracias a su capacidad de trabajo, dureza e inteligencia, se ha hecho un hueco muy importante en la NBA. Es fundamental en Indiana. Es curioso cómo en Europa se le imaginaba más de cuatro y aquí funciona más de cinco. Eso quiere decir que a veces en Europa pensamos que si alguien no juega en la posición que debe teóricamente por lo que mide igual no vale. Hay que tener paciencia. Cuenta más lo que un jugador acaba por saber hacer en la cancha que lo que teóricamente le puedes permitir.
–¿A Arvydas se enfrentó siendo él jugador?
–Sí, en primer año en Málaga. Cuando él volvió en el último año suyo jugando en el Zalgiris. Ahora mismo no recuerdo si me enfrenté o no antes, él se fue a la NBA y entonces no se jugaban tantos partidos en Europa... Pero fueron suficientes esos dos partidos para darte cuenta de la dimensión de jugador que era. Le costaba desplazarse ya, parecía que no llegaba. Pero era un auténtico maestro, de los que le dabas la pelota y siempre mejoraba el juego. Un Marc Gasol con un poco más de capacidad anotadora.
–¿Es verdad lo que contaba Garbajosa en el Informe Robinson que le engañó diciendo que iba a jugar con él en el Unicaja?
–Es una mentira, mentira (risas). Se ha confundido de año o de persona. Seguro que mezcla situaciones. En serio, a veces pasa, con cosas que pueden ser ciertas. No sé si Juanma [Rodríguez, entonces director deportivo del Unicaja, ahora lo es del Betis] le dijo algo. Pero yo desde luego que no. En eso soy de los que no quiere crear una expectativa en alguien que no puedes cumplir.
–Las muertes de gente joven como Robert Archibald y Kobe Bryant imagino que tocan, ¿no?
–Con Robert no puedes pensar que un jugador con esa dureza, un guerrero, un tío superduro, a veces demasiado como le pasó con Daniel Santiago, llegue a pasar por algo así. La mente humana es un laberinto complicado, cada vez soy más consciente. Lo de Kobe tiene una repercusión increíble a nivel mundial. Te hace pensar que realmente lo que se hace en la cancha sí tiene un impacto planetario. Estás tan metido en lo tuyo que no te das cuenta de qué clase de alcance tiene un deporte como nuestro con un jugador de estas características. Un tío que realmente ha marcado una época, no sólo con su talento, increíble, sino con su mentalidad.
–Le veremos en Málaga otra vez con la selección este verano. Está ya cerrado un partido contra Francia.
–Sí, estaremos allí este verano, aunque esta vez muy pronto, el 30 de junio. La preparación es un poco a la carrera, los Juegos siempre vienen antes que Europeo o Mundial. Siempre volver a Málaga es un placer. Tendremos los dos días de descanso después del partido y esta vez, por una vez, no tendré que viajar yo, me quedaré en casa...
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