Falco Szombathely-Unicaja: Victoria sin presumir (78-87)

El Unicaja comienza con triunfo la Basketball Champions League (78-87) en Hungría sin desplegar un buen juego

Costó domesticar a un combativo Falco Szombathely

Así vimos el partido

Perl, faro húngaro

Yankuba Sima, en acción. / FIBA

Szombathely, ciudad al Oeste de Hungría, cerca de la frontera con Austria y Eslovenia, era el inicio de camino del Unicaja en la Basketball Champions League. Poco glamour, pero un recordatorio de que cualquier logro cuesta bastante en la vida. Es más seductor jugar una Final Four, pero antes hay que atravesar un largo proceso, pistas desagradables y viajes largos. Fue un partido flojo del Unicaja pese a la victoria (78-87), hasta el último cuarto no impuso la evidente superioridad que atesora. Por momentos algo estático y falto de intensidad, sin el colmillo que debe exhibir con continuidad. En ACB hubiera podía haber costado un disgusto, pero en la BCL el colchón en esta primera fase es más mullido. Pero para tener más persistencia a un buen nivel hay que ser más exigentes. La bronca de Ibon Navarro en el tiempo muerto en el último minuto después de que el Falco bajara de 13 a siete puntos en un parpadeo mostraba que hay mucho que mejorar. Un triple de Djedovic apagaría el último rescoldo.

Ibon colocó a Mario Saint-Supéry de titular, en un guiño a la paciencia y al trabajo de la joven perla malagueña. Estuvo un poco perezoso de inicio el equipo cajista, acertado en ataque pero proclive al intercambio de canastas típico cuando el rival es inferior. Lo mejor era ver a Kravish a un nivel productivo alto y dando soluciones. Fue una de las claves del equipo campeón de la temporada pasada y es esencial para el buen funcionamiento del bloque. En esa comodidad, 26-30 en los primeros 10 minutos. Buen acierto en el triple, pero deficiente balance defensivo y carga de faltas que aumentaría en el segundo cuarto. El Falco era más agresivo hacia el aro y tenía sus ganancias, más allá de un arbitraje estilo BCL, un tanto desconcertante. A veces dejando jugar, a veces pitando cualquier contacto.

El Unicaja se entonó con Alberto Díaz en pista marcando un nivel defensivo más alto. Y el partido parecía caer por su propio peso, progresivamente. Primero los 10 puntos (26-36), después los 13 de tope (28-41). Algo mejor defensivamente, dos tiempos muertos del equipo húngaro no evitaban el despegue. Buena circulación para encontrar debilidades y aquello parecía cuesta abajo. Craso error. El equipo húngaro, con sus limitaciones para este nivel, es combativo, tiene orgullo, un grupo de nacionales que es la base de la selección magiar y en casa no quería entregar la cuchara rápido. Y empezó a hacerle el partido más incómodo al Unicaja. Mucho contacto en ataque y en defensa y el equipo malagueño se sentía extraviado, también con una defensa zonal del rival. Dejaron de entrar los triples (10 seguidos fallados) y el Falco sumaba con constantes tiros libres (19/21 al descanso) en un duelo que se convertía en áspero. Ibon Navarro no pedía tiempo muerto en este proceso, quería que sus jugadores reaccionaran por sí mismos. Y al descanso se iba 41-43.

Keller metía un triple para dar ventaja a los húngaros en el primer ataque (44-43) tras el descanso y el partido ya se había convertido en un tú a tú que había que masticar. Subía mínimamente el nivel defensivo del Unicaja y eso le hacía llevar la batuta, pero sin trasladarlo al marcador. Siempre encontraba algo a lo que agarrarse. Keller, Benke, muy intenso atrás también, y Pot formaban el trío anotador del que se nutría el Falco para estar ahí en el partido y dificultar la escapada cajista. Mejor con Alberto que con Perry al mando, eran cuatro los puntos de ventaja tras el tercer cuarto (62-66). Djedovic y Sima habían dado un paso adelante.

En el último cuarto, con errores por los dos equipos, se impuso la mayor calidad del Unicaja, con Carter rompiendo la defensa, y el bajón físico del equipo húngaro, sin una rotación profunda y con menos energía, para sacar adelante un partido que se había puesto feo. Con Will Thomas percutiendo, la diferencia se fue hasta los 13 puntos (71-84), aunque hubo que esperar a que Djedovic metiera un triple para liquidar. Un primer triunfo a domicilio es un buen inicio resultadista, pero el juego hay que mejorarlo.

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