Gestionar la derrota
El Unicaja llega a Navidad cumpliendo de momento con nota los objetivos planteados y con buenas sensaciones pese a los dos últimos resultados negativos ante Barça y Sassari
Se hubiera firmado con sangre en agosto la situación actual en la ACB y la BCL
Un aviso a tiempo
El Unicaja llega a Navidad en una situación que se hubiera firmado con sangre allá en agosto cuando madrugó más que nadie para comenzar a preparar la temporada 2022/23. Con 8-4 de balance en la ACB, a un par de victorias de confirmar su presencia en la Copa. Y con 5-1 en la BCL, con el billete para el Round of 16 conseguido con dos jornadas de antelación, antes que nadie. Han llegado dos derrotas en 48 horas después de ganar sin descanso durante un mes y medio. No se ha roto ningún plato con ellas. Caer en el Palau ocurre cuatro de cada cinco veces que se va y la del Dinamo Sassari es comprensible desde un punto de vista humano y físico. Había desgaste y no había nada más que la honra en juego. Que no es poco, pero no hubo el despliegue de energía habitual para ganar.
Gestionar la derrota después de haber ganado nueve partidos por más de 20 puntos de media a favor es el siguiente reto del Unicaja, que tiene una excelente oportunidad en los dos próximos partidos, ante Murcia y Bilbao en el Carpena, de sacar el billete para Badalona. Y de mejorar el juego. Se ha ganado mucho, pero los protagonistas insisten en que aún queda mucho campo de mejora. Y hay que recorrer un camino de manera obligatoria para ser más competitivos.
La racha ganadora, con poderío y convenciendo en un tramo de calendario que no era de extrema dificultad por los rivales pero sí complicado con seis de siete encuentros a domicilio y más noches durmiendo fuera que en casa, tampoco debe desvirtuar objetivo primigenio. Verbalizado por el presidente, hay que estar en Copa, play off por el título y Final Four de la BCL. Y el tren está puesto en las vías y funcionando. Es tentador pisar el acelerador, pensar en ser cabeza de serie, imaginar cómo competirá el equipo en febrero, mayo y junio, cuando se cocinan los títulos. Pero para ellos es necesario mejorar, porque las carencias se pueden disimular pero no eliminar, y no hay que olvidar que este Unicaja es un equipo nuevo que está en formación pese a las buenas sensaciones que se desprenden. Hay que hacer callo común y también se construye en la derrota y pasando problemas, con momentos de cansancio o bajón en jugadores capitales. Era una prueba sin riesgo real no jugar ante el Dinamo Sassari sin Alberto Díaz, al que se resguardó porque había señales físicas que recomendaban el descanso del capitán. No es algo definitivo, pero se encajaron 92 puntos sin el recurso del malagueño para apretar las tuercas al rival en defensa. Ya jugó poco en el último tramo del Palau porque no se le quiere exprimir ahora mismo. El problema de tobillo del pelirrojo, por cierto, y el del dedo de Osetkowski no son graves y podrán estar disponibles en los próximos duelos.
Sí hay que aprender de las derrotas y estas recuerdan que se es vulnerable si no se compite con la fiereza e intensidad con la que lo ha hecho el Unicaja desde que comenzó la temporada salvo en contadas ocasiones. Y también, claro, que hay equipos mejores que desactivarán las virtudes malagueñas. Los scoutings se van perfilando durante la temporada en todos los sentidos y habrá que sortear más pruebas complicadas.
El equipo celebró ayer su comida de Navidad tradicional, con todos los trabajadores del club y con un buen ambiente. Se brindó por unas fiestas en familia, parte de la cual es este equipo, y con salud. Hay un buen grupo humano que está construyendo algo ilusionante. Y por un 2023 que se presenta muy interesante para el equipo malagueño en varias vertientes. Tras casi dos meses sin catarla se ha probado de nuevo el amargor de la derrota, pero es parte del proceso.
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