Opinión
Carlos Navarro Antolín
El Rey brilla al defender lo obvio
El Unicaja no anotó su primera canasta hasta el minuto 5 de partido, perdía por 17 puntos en el tercer cuarto. Cogió 11 rebotes menos que el rival y vivió con un escasísimo 15% en triples. Se puso por delante por primera vez a falta de cinco minutos. Y ganó. Pecó quizá de soberbia, de no salir con el cuchillo entre los dientes, de no valorar a un rival que juega muy bien al baloncesto. Defendió mal durante un gran tramo, superado en intensidad y energía por el rival. Ibon recordaba en cada tiempo muerto eso en la primera mitad. “Desde el barro”, decía el técnico vasco al final del partido que había sacado la victoria. Porque sí, lo ganó el Unicaja (78-82) en un gran ejercicio de supervivencia, que demuestra que este equipo es granítico y tiene mucho orgullo, que es capaz de volver a la humildad de bajar el trasero atrás y contener a un equipo que fluye y que lució al pequeño Iroegbu (27 puntos), que causó dolores de cabeza intensos pero al que se pudo minimizar en los minutos de la verdad.
De un Unicaja irreconocible se pasó al equipo que acumula ocho victorias consecutivas y que no pierde desde primeros de octubre en Gran Canaria. Piedra a piedra, paso a paso, se va construyendo otro edificio con una gran pinta. Existen esos momentos, que también los rivales juegan bien, en los que el Unicaja no está a ese nivel máximo. Pero cuando lo alcanza es extremadamente competitivo. En la ola de efervescencia deportiva que vive la ciudad catalana, con un equipo de fútbol que asombra y uno de baloncesto que ha regresado a la élite, los malagueños consiguieron voltear una situación límite. Lo hizo sin algunos de sus pilares habituales. Perry estuvo con el pie cambiado desde el inicio. Tras un 9-0 de inicio, Carter tuvo que coger las llaves para meter seis puntos seguidos y dar algo de confianza a un ataque que costaba enhebrar. Pero no se sentía cómodo el Unicaja. Ibon acortaba las rotaciones. Los 12 jugadores habían jugado en el primer cuarto, no le gustaba lo que veía. Los bases, también por faltas, eran cambiados varias veces, con Alberto mejor que Perry. Pero el Girona arrasaba en el rebote para tener segundas oportunidades. Jugaba con vértigo y el Unicaja no aprovechaba bien 12 pérdidas del rival. Tras el descanso, 55-38 llegó a ser el resultado, con el rival lanzado.
Ahí puso pies en pared el Unicaja. Con Alberto de nuevo fue mejor. Carter de base también dio después de aire. Buenos minutos de Sima, de Kalinoski, de Ejim. El fondo de armario es con frecuencia el traje de etiqueta del Unicaja. Defensa a defensa, el equipo empezó a correr. Enorme Taylor también, otra vez Ejim, igual que Barreiro con un par de rebotes. Un tremendo robo de Alberto en línea de fondo tras canasta fue el preludio de una asistencia a Kalinoski que dio la primera ventaja (71-72). Volvió Iroegbu, pero ya el Unicaja no soltó el partido de la solapa. Nivel defensivo excelso, brutal Sima en los 2x1 a siete-ocho metros y Ejim cimentando todo lo que pasa atrás. El Girona empezaba a dudar y el Unicaja no lo hizo, pese a que el arbitraje fue de loquinario. Llegó al partido tarde, pero sacó una victoria de valor muy alto. Tiene que corregir esa aproximación al partido, pero no ha dejado el orgullo de un equipo campeón que no va a ganar títulos en noviembre, pero sí construye pensando en cosas grandes a partir de febrero.
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