Peor es difícil (20:00)

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El Unicaja visita La Fonteta en un estado pobre de resultados y confianza ante un rival henchido tras ganar en Madrid en la Euroliga

Francis Alonso defiende a Alberto Díaz en un entrenamiento de esta semana.
Francis Alonso defiende a Alberto Díaz en un entrenamiento de esta semana. / Unicaja B. Fotopress / M. Pozo

Despojado de confianza, con un juego paupérrimo y unos resultados malos, el Unicaja comparece en La Fonteta, donde su inquilino llega henchido de moral tras ganar el jueves, con un lección de gran baloncesto, en Madrid en partido de la Euroliga. Es difícil pensar que se pueda jugar peor que ante Manresa y Mornar Bar, caer más bajo. La entidad del rival hace parecer una quimera ganar allí, pero los estados de ánimo, de fuerzas y confianza son fluctuantes en el baloncesto profesional. Ya venció la temporada pasada allí el equipo de Luis Casimiro, como lo hizo en el Buesa o el Palau Blaugrana. Ello no le sirvió para estar regularmente en zona de play off, no obstante.

La pista está demostrando que las carencias que se advertían son aún mayores. Es tentador decir que ahora no vale nada, desde el responsable de material al presidente, pero en la plantilla del Unicaja hay jugadores muy valiosos, de un caché indudable y de gran proyección. Pero es una plantilla evidentemente descompensada. ¿Se puede enderezar el rumbo con los actuales jugadores y entrenador? Piensa el Unicaja que sí, que hay que dar confianza al plantel actual, cree que puede mejorar las prestaciones. No es el club de Los Guindos proclive a los cambios drásticos durante la temporada. Aíto García Reneses, Chus Mateo y Paco Alonso fueron los únicos entrenadores que no acabaron la temporada en las últimas décadas. Sí ha habido más capacidad de cambio en las plantillas, sólo hay que mirar la de la temporada pasada, cuando cuatro jugadores llegaron con la temporada empezada, dos de ellos para quedarse como hombres importantes para el futuro a medio y largo plazo.

A la espera de que la varita de Jaime Fernández pueda ayudar a cambiar algo, se trata de mirar qué se puede mejorar. Y en todas las posiciones hay margen, se está rindiendo por debajo de las posibilidades, es un problema colectivo, en la pista y en el banquillo.

Medirse a un equipo de Euroliga, cada vez más consolidado en la competición y más distante del nivel propio, puede ser también un momento para soltarse y ver la mejor versión de los jugadores. Este equipo, con sus limitaciones, no es tan malo. En 240 minutos de baloncesto oficial que se llevan, ha habido demasiados momentos malos. Apenas el primer tiempo ante el Barcelona, el último cuarto de Andorra o la vertiente atacante, que no la defensiva, ante el Metropolitans francés han ofrecido un nivel aproximado al que se imaginaba antes de comenzar la temporada. Cuatro derrotas en seis partidos no significan el adiós a nada, pero es un indicio claro de que funcionan mal demasiados segmentos en este Unicaja 2020/21, que apostó por la continuidad del bloque, con algunos jugadores renovados por inercia en vez de ser más audaz, como lo fue durante el transcurso de la temporada anterior. Peor es difícil hacerlo, pero en la dinámica que se encuentra inmerso el Unicaja no hay que descartar nada.

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