Isaia Cordinier, el peligro del Nanterre
El escolta francés del Nanterre promedia 15.1 puntos (58% en tiros de dos, 42% en triples y 83% en libres), 5.4 rebotes, 2.9 asistencias y 1.9 robos para 19.3 de valoración, Brooklyn tiene sus derechos en la NBA y varios clubes de Euroliga le cortejan
"El jugador de más proyección en el mundo", así se bautiza a Victor Wembanyama, de 17 años y que pertenece al Nanterre, rival este miércoles del Unicaja en un partido decisivo de la Eurocup. El gigante de 2.20 metros y movilidad y técnicas extraordinarias tuvo una lesión que le impidió participar en el Adidas Next Generation de Valencia, en el que tampoco estuvo Yannick Nzosa, este porque estaba en el primer equipo. Tampoco ha jugado en los últimos partidos del primer equipo Wembanyama, que se enfrentó a los cajistas Pablo Tamba y Pablo León en la final del Europeo sub 16 de 2019, en el que España ganó el oro con Rubén Domínguez, otro jugador formado en Los Guindos, como MVP.
Quien sí está es, Wembanyama aparte, el jugador más especial de este Nanterre. "Como poco, el año próximo jugará en Euroliga", dice un director deportivo de un club de ACB cuando se le cuestiona por Isaia Cordinier, que ya el año pasado sonó para ir al Baskonia. Maccabi y Zalgiris han sido otros de los clubes a los que se le ha relacionado. Un jugador de 1.97 metros y 24 años, internacional por Francia (está junto a Bouteille en la lista para la próxima ventana), que conjuga capacidad atlética y técnica y que es el referente del Nanterre. Promedia en esta Eurocup 15.1 puntos (58% en tiros de dos, 42% en triples y 83% en libres), 5.4 rebotes, 2.9 asistencias y 1.9 robos para 19.3 de valoración en 34 minutos.
Elegido por Atlanta Hawks en la posición 44 del draft de 2016 aunque ahora detenta sus derechos Brooklyn Nets, es un jugador de cocción lenta, que debutó con 15 años en profesionales pero al que ya le ha llegado su hora de mandar con el protagonismo que ha tenido en estos dos años en Nanterre. Hijo de Stephane, internacional galo en balonmano que fue olímpico en Atlanta'96 y bronce mundialista en Japón'97, superó un par de operaciones en las rodilla para solventar una tendinitis que le impedía jugar sin dolor en las articulaciones. No ha mermado su capacidad atlética y para atacar el aro, en lo que es diferencial, a la que está añadiendo un tiro cada vez más certero. Rebotea y pasa con criterio, ese all aroundplayer que tanto se ambiciona en el baloncesto moderno.
Nombrado capitán del equipo después de que decidiera no activar su cláusula de salida del Nanterre porque entendía que era el lugar ideal para seguir creciendo. "Con la crisis sanitaria, la situación fue de indecisión todo el verano. En Nanterre tenía responsabilidad, un proyecto. Me entiendo bien con Pascal (Donnadieu, el entrenador). Es mi segunda casa ahora. Todo funciona, se gana, soy protagonista y entonces debía continuar", explicaba durante las pasadas ventanas sobre el motivo de su permanencia pese al interés de otros clubes de superior caché.
Es Cordinier el tipo de jugador que puede ser especialmente dañino para el Unicaja actual. Un Milosavljevic sano sería una perfecta respuesta, pero no hay ese perfil actual en la plantilla. Así que, aunque lo más importante es que el Unicaja se reencuentre consigo mismo, Katsikaris y sus ayudantes tendrán que imaginar soluciones para detener al peligro francés.
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