Jorge Garbajosa, infierno y cielo en Málaga
El ex jugador del Unicaja relata un episodio en el que tocó fondo en su experiencia con el Unicaja antes de guiarle a los títulos de Copa y Liga
Nuevo presidente de FIBA Europa
Jorge Garbajosa Chaparro (Torrejón de Ardoz, 1977) es quizá el jugador más influyente de la historia del Unicaja. Estuvo dos años en su plenitud y después se retiró con un año y medio más. Esas dos temporadas fue el MVP de los títulos de Copa y Liga, llevó al club a otra dimensión. De ahí, tras ser también campeón del mundo, saltó a la NBA, a Toronto. Ahora también hace carrera en los despachos. Tras ser presidente en una época dorada de la Federación Española, asumió el cargo de presidente de FIBA Europa tras ser elegido. En una despedida virtual en el Twitch de la FEB habló largo y tendido de su carrera, pero hubo espacio extenso para su experiencia en Málaga. Quedó el oropel y la purpurina de los títulos y los trofeos, pero también hubo momentos muy duros, como los que relató, como antes no había hecho, en medio.
La carrera de Garbajosa es la de un chaval que empieza tarde a jugar, casi a los 15 años. Rápidamente es reclutado por el Baskonia y en Vitoria vive un curso acelerado de aprendizaje antes de emigrar a la Benetton de Treviso, entonces gran potencia europea, en el año 2000 para, en el verano de 2004 y con 26 años, tomar la decisión de regresar a España. "Me vuelvo por envidia, me explico. Los medios no estaban tan internacionalizados como hoy. Había ganado dos Ligas y jugado dos Final Four con la Benetton. Veía que gente con la que yo estaba en la selección, como Pau y Juan Carlos, estaban ya ganando en clubes. Quiero volver a ver si estoy en esos niveles que exige un Madrid o Barcelona, que creo que sí. Podía haber seguido en Treviso muchos años, estaba muy a gusto. Maurizio Gherardini me dijo 'Jorge, es el mejor contrato que hemos ofrecido en Treviso desde Toni Kukoc y Vinny del Negro'. Se lo agradecí, pero le dije que no estaba en eso, sino en que quería ser competitivo y ganador en mi liga, la ACB", relataba el ahora presidente de FIBA Europea.
"Málaga era el doble mortal con tirabuzón, era el reto. Podía haber ido a Barça o Madrid, se interesaron y les agradecía el trato. Pero era ir a un sitio a ganar cuando nunca habían ganado. Habían ganado una Korac con Boza, pero no títulos en España. Sergio Scariolo, que ya me conocía de Vitoria, me chinchó mucho. Y hubo temas personales que Juanma Rodríguez los cuenta muy bien en un magnífico documental que ha hecho el Unicaja por el 30 aniversario. Sergio me toca la fibra. Me dice, '¿quieres ser el jefe?' Vale, vamos a hacer un equipo súper competitivo, pero, si esto no sale bien, los responsables vamos a ser tú y yo'. Eso, todo lo contrario que asustarme, me motivó muchísimo", continuaba Garbajosa su relato sobre la decisión de venir a Málaga.
"Como decían en 'Airbag', el concepto es el concepto, pero luego hay que meterse en harina, romper el techo. Empezamos 2-8, el proyecto se cae sin empezar, no habíamos empezado y había muchas dudas. Y pensé dejar el baloncesto, no lo quería", rememora el que después sería ídolo de la afición malagueña: "Uno de mis mejores amigos es Javi Salvo, delegado del Unicaja, me confieso con él. Llegaba llorando a entrenar. Coincidió también con algún problemilla de salud en mi familia. Me pudo la vida, como se suele decirse. Javi me dijo, 'Espérate'. Me dijo que tenía un amigo, que falleció tempranísimo, muy joven. Era psicólogo y uno de los mejores entrenadores de formación en España [en referencia a Toa Paterna]. Me imaginaba en un diván, a un señor con su bata y su cacharro. Y no, me iba a pasear con él a la playa de Pedregalejo, un sitio maravilloso. Siempre hacíamos lo mismo. Tres preguntas, él no hablaba apenas, conversaciones de dos horas. Me acuerdo sentarme en el coche después, romper a sudar y romper a llorar. Y recuperé la ilusión por el baloncesto. No me dio ni pautas ni consejos, simplemente tener un espacio cómodo donde soltar esa tensión que me estaba devorando". Tras pasar ese trance psicológico duro, el crecimiento: "Fue brutal, tocamos a rebato en el vestuario, la salud mental es clave. A veces da la sensación de que el deportista es un robot. Y a lo mejor no juegas bien porque no has podido entrenar, porque te duele la rodilla, porque no estás bien con tu mujer, porque tienes a tu madre enferma y no has podido dormir... En esos niveles de competitividad, el éxito o no éxito son detalles. Eso no lo puede saber el espectador".
"El segundo año lo sabía, se veía, se palpaba. 'Vamos a romperla, vamos a hacer algo que no se ha hecho nunca en Málaga', pensaba. Era todo tan natural... El año anterior nos faltó un poquito, alguien como Marcus Brown. Ganó la Liga en seis países distintos, la leche. No fue casualidad. Ganamos la Copa pero llegamos muertos a final de temporada. Ese puntito que yo digo, es una expresión fea, de navaja nos faltó. Ves a Marcus llegar, cómo se integra en el equipo, los cuatro retoques que hubo, Santiago, Sandro Nicevic... Pensé que muy mal se tenía que dar esto para no romperla. Y ese partido contra el Olympiacos en la Euroliga... Si llegamos a esa Final Four... Me arrogo la culpa porque estuve fatal", lamentaba Garbajosa sobre un partido que tienen grabados todos los jugadores de aquel equipo. Marcus Brown, por ejemplo, lo hacía en estas páginas.
"Pero se notaba en el ambiente, era eléctrico, algo especial. Vas construyendo algo, el entrenador en general, y Sergio en concreto, es un maestro en bajarte la expectativa cuando te subes y subírtela cuando te bajas. En el Eurobásket lo manejó increíble. Estaba en la rueda de prensa con él y bajaba todo. Lo veía en el vestuario y decía 'hostia, es lo contrario...'. Es brutal esa capacidad que tiene. El equipo dijo que había un muro y se aisló y ganó", señalaba Jorge Garbajosa sobre la capacidad de Scariolo para cambiar los estados de ánimo: "Pero empiezas a ver que no hay egoísmos en el vestuario, que todos se sienten importantes y tenemos un rol. Lo que hago sirve, tirando un tiro o 60. Compites y vas viendo el nivel de los demás. No es lo malo o bueno que seas tú, es también cómo va el resto. Y dice 'hostias, es que somos mejores que el Madrid y el Barça, que el Baskonia'. A un partido te puede ganar cualquiera, pero a cinco... No nos ganaba nadie. El que más cerca estuvo de hacerlo fue el Joventut. No me han pegado más en mi vida, en mi vida. Mi querido Aíto, Álex, Robert Archibald, que en paz descanse, Andrew Betts... Fue brutal, pero hicieron bien".
"Profesionalmente, 2006 es un año increíble. Gané la Liga, gané el Mundial y firmé por Toronto en cuatro meses... En Málaga había un grupo increíble", sentencia Garbajosa para explicar sus dos años en Málaga. En los que tocó el cielo antes de pasar por el infierno.
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