Katsikaris sale reforzado de la Copa
Pese a que sólo ha ganado uno de los seis partidos dirigidos, la actuación en la Copa confirma la mejoría con el técnico griego en el banco
Puede parecer un contrasentido que un entrenador que ha ganado sólo un partido de los seis que ha dirigido al frente de un equipo de la exigencia del Unicaja esté reforzado por su trabajo. Pero es lo que ocurre con Fotis Katsikaris. El técnico griego ha transformado a un equipo mortecino en un bloque competitivo que puso contra las cuerdas al Barcelona. No ha podido evitar la eliminación de la Eurocup, objetivo grande de la temporada, en una situación ya viciada pero de la Copa sale con más crédito del que entró. Como detalle, en el extraño ambiente que hay en el WiZink Center, salió ovacionado por el escaso público presente cuando fue descalificado por dos técnicas.
La dirección de partido de Katsikaris fue de alto nivel ante el Barcelona, al que el Unicaja puso en verdaderos problemas y provocó que se jugara a una cosa distinta de la que está acostumbrado. Desde la óptica de Jasikevicius, no había sabido mentalizar a su equipo. Es evidente que había cierto factor sorpresa con el scouting, Katsikaris va cambiando más cosas conforme van transcurriendo las semanas y no la metamorfosis no se ha completado. Ello pudo ayudar en la preparación de partido.
Más allá del aspecto táctico, con zonas 2-3 fijas o amagos de ellas que descolocaban al equipo rival, o el brutal partido de un Brizuela, la mentalidad. Dos aspectos sangrantes durante toda la temporada han sido la defensa y el rebote. Ver a Thompson coger rechaces entre los pívots azulgranas o el ejemplar partido de Waczynski en defensa hacía frotarse los ojos. Hay trabajo de entrenador ahí, haber activado teclas en jugadores no propensos a brillar en esos aspectos.
Katsikaris ve este proyecto como una gran oportunidad en su carrera, un sitio “para estar años”, decía en su presentación. Y ha tomado decisiones. Prescindió de Gerun después de darle una oportunidad en Sevilla y en los primeros días de entrenamiento. No le vio con el espíritu para ayudar al equipo. Ha pedido en privado y en público dos refuerzos, un base y un pívot. Con este refuerzo de su trabajo, y si se puede consumar la salida del jugador ucraniano, en la práctica fuera de la disciplina de grupo y desde ayer ya en su país para incorporarse a la concentración de su selección, más la lesión de Carlos Suárez igual puede apretar más. Después de varias semanas en Málaga ya se ha hecho una idea más fidedigna de lo que tiene entre manos y ya incluso ha expuesto a presidente y director deportivo lo que habría que cambiar para la próxima temporada en el seno de la plantilla para hacerla más competitiva. También hay un casting abierto en la actual plantilla, para jugadores que acaban contrato y también para otros que tienen vínculo en vigor, con lo que estos meses finales, más allá del reto obligado de meter al equipo en las eliminatorias por el título, son decisivos en todos los aspectos. Es lo que él quiere hacer ver también para ganar crédito y para variar dinámicas.
Queda también el tema emocional. La afición del Unicaja se vio representado por el técnico griego, aunque no sea un gesto edificante, en la expulsión que recibió por protestar a los árbitros por la falta en ataque de Brizuela sobre Higgins, inexistente, y que derivó en un recital de técnicas. También con su rueda de prensa posterior, alzando la voz y mostrando abiertamente su disconformidad con el arbitraje. Son coordenadas que la afición interpreta en un técnico ambicioso y con hambre, que en su primera gran cita en el banquillo del Unicaja llevó al equipo a explorar sus límites ante un gigante. Hay contrato hasta 2022, con un corte en el mes de junio para las dos partes. Katsikaris piensa en cumplirlo íntegramente y, en consecuencia, pone manos a la obra. Y, paradójicamente, está reforzado pese a haber ganado sólo un partido de los seis en los que ha intervenido.
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