Lecciones de historia
La mesa redonda en la Copa por los 40 años del Unicaja simboliza la paz entre Aíto y el club
El madrileño, junto a Martín Urbano y Sergio Scariolo, construyen los capítulos de la entidad
Vitoria/El Palacio de Exposiciones de Vitoria fue el escenario de una lección comprimida en una hora de historia del Unicaja. Con José María Martín Urbano, Sergio Scariolo y Aíto García Reneses, tres entrenadores emblemáticos en la trayectoria del club en los 40 años de historia del Unicaja, que se cumplen en breve. La efeméride fue una buena excusa para entender el momento contemporáneo del club. Había cierto morbo por ver el encuentro con Aíto, cuya salida del club no fue buena, con algún pleito posterior y un convulso final. En alocuciones y reportajes realizados en los últimos años sobre su figura, el técnico madrileño se pasaba de puntillas por sus dos años y medio en Málaga, como un agujero negro. Aíto y el club firmaron, aunque fuera simbólicamente, la paz. "Tenía una espinita clavada con el Unicaja. La asistencia del presidente a mi acto de mi homenaje por los 50 años en activo y la invitación a este acto a mí me invita a pasar página y me libera de todo", fue el pasaje concreto en el que el veterano técnico madrileño, que vive en Barcelona en este año sabático, no se sabe si definitivo. Hubo un recuerdo colectivo para Javier Imbroda, que se recupera de una operación seria y que fue puesto como ejemplo de un trabajo "muy bueno".
La etapa de Aíto, con el tiempo, gana en consistencia. Una final de Copa y unas semifinales, a una canasta de la final, de la ACB en su primer año, unas semifinales de ACB al siguiente. Él mismo reconoció que la herencia de Sergio Scariolo le perjudicó, en el sentido de que la exigencia era altísima. "Pesaba haber ganado la Liga con Sergio, a la gente no le parecía suficiente, había desánimo general dentro del club. Si hubiésemos ganado la Copa o Liga hubiera sido magnífico, pero no sé si hubiera cambiado la película", decía Aíto, que tampoco entendió la no continuidad de Juanma Rodríguez y Berdi Pérez, presente en el acto, en la dirección deportiva y general de la entidad: "Yo estaba muy contento al terminar la temporada, terceros en la ACB y finalistas de Copa. Estuvimos a un tiro de ganar un título y de jugar una final. Pero me desconcertaba que no se celebrara haber recuperado el lugar tras dos octavos puestos en ACB. No siguieron Juanma y Berdi, cambiaron el presidente y a los seis meses me echaron. Después se queda octavo, noveno y noveno. Afortunadamente se recupera el nivel en los últimos años. Por mi parte, entiendo que si el club asiste a mi homenaje y me invita aquí, me libero".
A la etapa de Aíto en Málaga le precedió la mejor de la época del club. "La despedida fue casi algo natural. Berdi Pérez, aquí presente, lo vivió al otro lado. Había mucho aprecio y cariño, pero había llegado el momento de girar una página, no fue traumático ni hubo mal ambiente. El club ya tenía la necesidad de mirar hacia delante. Eligiendo a Aíto hicieron la elección mejor que podía hacer un club entonces", relató Scariolo la transición: "Alcanzado ese nivel habíamos comprado mucho prestigio y alegría, pero también un boleto para una situación complicada. Cuando llegas arriba o te quedas ahí afinando muchísimo o la bajada es fea. No conseguimos hacer entender que podíamos alargar ese momento, no doblando la inversión, sino con un poquito más. Dejamos pasar a un jugador como Siskauskas, se marchó Garbajosa... Teníamos que o la cuesta iba hacia abajo. No estábamos del todo en sintonía eso".
Scariolo llegó a mitad de temporada, después de la marcha de Paco Alonso, puente entre él y Boza: "La presencia de Boza fue decisiva, dio un salto de calidad, a nivel de profesionalización y autoexigencia. Cuando empecé a trabajar en el club, me daba cuenta de que había potencial, pero que casi no lo creíamos. Boza empezó a elevar el listón, cada día y cada mes. Se podían hacer cosas importantes haciendo todo un poquito mejor. A nivel de estructura, de temas muy concretos. Tuvo un deseo de crecer, un salto de calidad. Cuando un entrenador así se marcha crea confusión, duda. Se construyó un equipo con talento pero algo raro como estructura. La idea fue que lo entrenara Paco Alonso, asistente muchos años. Un hombre con mucha calidad en el adiestramiento de los jóvenes".
"Fui un poco en contra mis ideas coger un equipo a mitad de temporada", aseguraba Scariolo sobre el momento en que admitió, en noviembre de 2003, coger el club: "Sentí que merecía la pena, podía ser importante, venía del Madrid tras un año sin entrenar. Veía posible un salto de calidad. Estábamos en zona de descenso, los equilibrios eran precarios. Victor Alexander se marchaba y había que acertar. Louis Bullock estaba intentando jugar de base, Walter Herrmann venía de un verano terrible personalmente. Ahí salen perjudicados los jóvenes, los minutos a los jóvenes. Carlos y Berni estaban en un momento de marginación. Pero reestructuramos. Sonko y Cabezas de base, Bullock de escolta, a Walter, que venía de hacer todo en Fuenlabrada, con esas bandejas de camarero (risas), lo limitamos a tirar de tres y postear. Se fichó a un americano que igual no está en la memoria de los aficionados, pero que fue una gran decisión de Juanma Rodríguez, Larry Lewis. A nivel de seriedad, tranquilidad y día a día Larry Lewis fue esencial".
Llegó un momento clave en la historia, el quinto partido de cuartos de final del play off de la ACB en el año 2004. "El quinto partido de ese play off fue un frenazo al entusiasmo, al empuje de Juan Roig en Valencia, no estar en Euroliga con esa calidad de jugadores fue un palo. Fue una de las pocas veces que teníamos la sensación de que éramos más débiles en cualquier caso, no podíamos ir a competir de cara. Allí nos metían por 20 y después en casa ganábamos sudando muchísimo. Después del tercer partido, tras otra paliza, le dije a jugadores que teníamos que jugar el cuarto sin nada diferente, recuerdo que un temporero como Giannoulis fue clave. 'Tengo una idea que os comentaré, pero tenemos que ganar esto a cara de perro'. La idea es que se encontraran algo diferente. 14 abajo al descanso, quisimos morir con la idea que teníamos, defender en zona 40 minutos. No es magia, simplemente llega el momento en que no metes, te angustias: a 9, a 6, a 4... Si ellos mantienen solidez, de ninguna manera, ni jugando con seis ganamos. Mantuvieron fe, se les hizo un Everest".
Vino el título de Copa, ganado al Madrid pero con otra semifinal ante el Valencia tremenda, con una zona 1-3-1 victoriosa ante Pablo Laso. "No estábamos para ganar un título para la Liga o la Euroliga. La Copa es el título más barato para comprar. Intentamos llegar allí intentando concentrar los recursos, de carga de trabajo. Estuvimos trabajando en una defensa. Aíto o Peterson la habían hecho, o era revolucionaria. Debes medir cuándo la usas y cuánto tiempo. Sacarla antes te expone la previsibilidad y mantenerla que el rival la tome la medida y se cancele el efecto. Rakocevic y Montecchia estaban impresionantes, Le entraron dudas, se pararon. De 15 abajo hasta ganar".
En el título de Liga de 2006 hubo un choque entre dos de los protagonistas de la mesa, Aíto y Scariolo. Dirigía a un gran Joventut el técnico madrileño y se llegó a un quinto partido a cara de perro en Málaga. "Mi mujer volvió a fumar ese día tras varios años", confesaba divertido Scariolo. Se coincidió ahí en la trascendencia de Carlos Cabezas y Berni Rodríguez. "No sólo había grandes nombres, estaban jugadores de la cantera, que es un tema muy importante. Málaga hervía en baloncesto", decía Aíto y corroboraba Scariolo: "Un equipo con esa identidad, con Carlos, Berni y Germán en algunas etapas, era esencial. En los equipos que no son Madrid o Barça poner a jugadores de la tierra tiene un valor añadido tremendo, es un efecto contagio hasta la grada, el vestuario, el club... Y es un éxito de los que trabajan en la cantera. El chico debe valer, claro. Hicimos una apuesta por Alfonso Sánchez, que con 20 años ya tenía minutos de calidad. Podía haber sido perfectamente el nuevo que hubiera continuado la saga que ahora sigue Alberto".
"La ciudad se volcó cuando volvimos. La sensación de comunión tan intensa y fuerte cuando volvimos en el autobús descubierto por la ciudad fue tremendo, con nuestros hijos arriba, con las pelucas verdes. Se había conjuntado con una química extremadamente buena", selló Scariolo.
Pero antes de aquello, hubo otra historia que se encargó de relatar con maestría la primera historia del baloncesto malagueño. "El Colegio Maristas, elemento vertebrador de la sociedad malagueña, tenía un equipo a finales de los 50 y principios de los 60, que jugaba en Segunda División, una liga regional. Un día se presenta en Maristas un gallego que vino a hacer la mili en Málaga y que entrenaba al Breogán de Luga, Manolo Jato, que es esencial para continuar la labor de Alfonso Queipo de Llano y Jesús Bonilla. Alfonso expuso su patrimonio para que el equipo fuera creciendo", explicaba Martín Urbano, que recordó como el extinto Club Deportivo Málaga creó una sección de baloncesto en 1962 para aprovechar una promoción grande de jugadores juveniles. Se relata una eliminatoria de Copa del Generalísimo ante un Estudiantes en el que militaba Aíto García Reneses y dos fases de ascenso a Primera División que no tuvieron éxito.
La creación del Centro de Deportes El Palo, con Queipo de Llano como mecenas y un regreso a Primera B da paso a un contacto decisivo, con la celebración de las Olimpiadas de los empleados de la Caja de Ronda. Cada sección provincial traía a Málaga un equipo "de baloncesto, fútbol, parchís y dominó", relataba divertido Martín Urbano: "Fui el entrenador del equipo de baloncesto y ganamos 9-5 o 8-6. Paco Moreno, el padre del baloncesto en Málaga, celebra el éxito. Era un cargo intermedio en la Caja y el sobrino de Don Juan de la Rosa, el creador de Caja de Ronda. Le propuse crear un club deportivo. Vio bien la idea y fuimos a Ronda con un dossier, en el que hicimos algunas trampas, para convencerle con la presencia en los medios del equipo. Y así fue". La fusión de El Palo y la Sociedad Deportivo Caja de Ahorros de Ronda fue decisiva. Una fase de ascenso en Granada permitió ascender de Tercera a Segunda, se pasó de Guadaljaire a Tiro Pichón con incursión en un Ciudad Jardín que parecía gigantesco para la época. Llegó la estabilización en la ACB después de una salvación heroica tras 23 derrotas seguidas con Zoran Slavnic al mando. Y se pusieron los primeros cimientos grandes con dos quintos puestos a las órdenes de Mario Pesquera, con Ricky Brown, Arlauckas, Vecina, Ramiro... 40 años de mil historias.
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