Mismo sitio, distinto lugar
Unicaja-Barcelona
Extraña sensación en el Carpena en el primer partido oficial después de casi siete meses en un hogar frío
Es el mismo sitio, pero un lugar distinto. Como volver a casa sin el calor humano, con un punto de artificialidad que se diluye un poco en cuanto el balón va al aire y la atención va al juego. Definitivamente, es baloncesto, pero sin salsa y sin pan para mojar.
190 personas estuvieron en el primer partido oficial después de siete meses en el coliseo malagueño. Aún con los ecos de la Copa, el 1 de marzo se jugó el último partido, ante el Madrid. En condiciones normales, habría registrado el Carpena un entradón, pero se convirtió en algo así como un pase privado con cámaras para el exterior. Entre esos 190 estaban los jugadores, entrenadores, árbitros, mesa, personal de seguridad, médico y operativo, autoridades, miembros de la producción televisiva, prensa y 15 personas en concepto de directiva/invitados por cada equipo. Se podía ver, por ejemplo, al seleccionador nacional Sergio Scariolo, recientemente llegado desde Estados Unidos. El operativo se divide en zona azul y zona verde. No se pueden cruzar ambas, los zonas de tránsito están bien marcadas. En la zona verde sólo tiene acceso a pista personas con PCR negativos registrados y que forman parte de la semiburbuja en la que viene los equipos. Por ejemplo, el malagueño Nacho Rodríguez veía solo en la grada de enfrente al placo, ya que el forma parte del día a día del equipo y no podía mezclarse con la gente del palco del Unicaja por protocolo.
Para entrar, en medidas que serán extensivas el próximo martes cuando se abra el pabellón para la afición de manera restringida. hay una toma de temperatura, desinfección de manos y pies y un camino vallado con acceso directo a la localidad. Prensa, radio, fotógrafos y cámaras están en lugares distintos. De fondo, la gigante bandera verde y morada que se extiende en las grandes ocasiones en el Fondo Verde, con los instrumentos de la banda.
Cuando el balón va al aire, lo único bueno es que se escuchan nítidas las instrucciones, reacciones y hasta insultos. Un panorama que a nadie gusta, volver a casa y encontrar frío en vez de calor. Es el peaje momentáneo al duro golpe de la pandemia, del que el deporte no permanece ajeno.
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