Nzosa confiesa su calvario: "Lo estoy haciendo muy mal"

El joven pívot congoleño admite que está recibiendo ayuda psicológica: "No sabía cómo reaccionar cuando juegas tan mal en tantos partidos. No creo que estuviera listo para eso"

Yannick Nzosa, en Los Guindos.
Yannick Nzosa, en Los Guindos. / Javier Albiñana

No pasa por buenos momentos Yannick Nzosa. Recién cumplidos los 18 años, renovado hasta 2026 con el Unicaja, el pívot congoleño está pagando el muro del segundo año como profesional y no le está ayudando la mala marcha del equipo. No ha dejado de tener minutos, el club cree que es un proyecto claro de futuro, pero ha ido menguando su rendimiento. Con partidos concretos con mejores números, su presencia defensiva suele ayudar. Pero él es el primero que sabe que no está bien. Su presencia en el draft próximo se daba por segura, pero ha ido bajando en las proyecciones. En un momento en el que la salud mental está, afortunadamente, ha dejado de ser un tema tabú en el deporte de alto nivel, Nzosa confiesa que lo está pasando mal y que recibe ayuda psicológica desde el Unicaja para afrontar la situación.

El jugador del Unicaja tuvo una entrevista en la web de la Basketball Champions League en la que se sinceraba con honestidad. "Creo que lo estoy haciendo muy mal. Sólo escuchar las estadísticas me pone malo", decía Nzosa cuando se le cuestionaba sobre los promedios de 1.7 puntos y 1.5 rebotes en la primera fase: "No puedes cambiar la realidad. No creo que haya estado jugando bien. Esa es la verdad. Tengo que ser más agresivo. Tengo que ayudar más a mi equipo".

"En algunos partidos no estuve bien, pero estaba un poco presionado, pensando que debería anotar, pensando que tenía que intentar hacer las cosas que había preparado. Algunas veces me equivoqué en los partidos. Cuando comencé la temporada, pensé: 'este año quiero ir a la NBA' y comencé a pensar en otras cosas, las estadísticas, por ejemplo", admite el joven proyecto cajista, al que el club está ayudando para salir del bache psicológico en el que se encuentra: "Después de los partidos hablo con los entrenadores ayudantes y el psicólogo. Están tratando de ayudarme. Entiendo que es mi segundo año como profesional y cuando comenzamos esta temporada no sabía cómo reaccionar cuando juegas tan mal en tantos partidos. No creo que estuviera listo para eso. No puedes ser muy bueno en cada encuentro. Ellos tratan de mantenerme relajado y me dicen que solo haga las cosas que sé que puedo hacer. Trato de concentrarme en los detalles. Tenemos muchos jugadores talentosos en el equipo, y me dije a mí mismo que solo voy a hacer las cosas que sé. Ahora entiendo más que esa es la forma de estar en la pista y de mejorar."

Son momentos duros en la incipiente carrera de un deportista. Las expectativas se dispararon cuando alcanzaba registros de precocidad en la ACB de Ricky Rubio, Luka Doncic o Porzingis. "Estar entre esos grandes jugadores me empuja a trabajar aún más. No estoy a ese nivel. No puedo compararme con esos grandes jugadores, pero fue genial ver que estoy en el camino correcto. Y si trabajo mucho, ¿por qué no algún día jugar al nivel en el que están jugando esos grandes jugadores ahora?", recordaba el interior, que apunta a que la lesión que le impidió jugar los últimos meses de la temporada pasada fue clave. "Estaba tan triste... En ese momento estaba jugando muy bien. Estaba on fire. Le estaba yendo bien al equipo. Después de la lesión me sentía muy mal. Quedarme afuera y no ayudar a mi equipo fue un momento difícil. Tenía un plan para estar en Estados Unidos y trabajar, pero no funcionó. Fui allí pero solo hice rehabilitación: masajes y fisioterapia durante un mes. Luego volví a España", dijo.

En la entrevista, Nzosa recuerda sus orígenes y su experiencia en Italia antes de llegar a Málaga. "La gente que creció en África solo jugaba al fútbol, como en todas partes del mundo. Todos los niños cuando tienen 5 o 6 años juegan al fútbol. Fue un buen recuerdo. En ese momento yo ya era alto. Cuando tenía 13 años me vio Joe Lolonga, es como mi padre y ahora es mi asesor. Joe se fue a casa conmigo y habló con mi madre y dijo que tenía que ir a Italia. Mi madre me dijo 'esta es tu vida. Si tienes la suerte de hacerlo, tienes que irte'. Cuando estaba en Italia, el primer mes estaba muy triste. El baloncesto era bueno y cuando estaba en la cancha practicando con mis amigos era bueno. Cuando me acostaba, comenzaba a pensar en mi familia. Yo estaba triste. En Stella en ese momento tenían algunos jugadores africanos y muchachos de todas partes: Asia, América... Y con todos esos jugadores comenzamos a construir una gran relación dentro y fuera de la cancha. Después de unos dos meses estaba bien, incluso cuando me iba a la cama. Estaba feliz. Creamos una familia allí".

"Cuando comencé con el equipo en el Congo, no conocía el juego. En el fútbol, yo era el portero, pero era rápido. En los entrenamientos de baloncesto, cuando comenzamos a correr, me alegraba porque me gusta correr, pero era tan malo en el baloncesto...", bromeaba el jugador cajista: "Stellazzurra hizo un gran, gran trabajo conmigo. Trabajamos mucho y lentamente comencé a entender qué hacer. Después de un tiempo comencé a hacer algunas cosas buenas. Empecé a pensar que podía saltar a un alto nivel".

De su llegada a Málaga y sus meses sin jugar, sólo una presencia en el Adidas Next Generation y partidos amistosos, Nzosa recuerda que "fue un mal, mal, mal momento para mí. Yo estaba en el medio y estaba tratando de entender lo que estaba pasando". Se solventó, llegó la explosión y ahora digiere un duro segundo año. Pero no hay que perder la fe en un jugador que sólo un año atrás dejaba con la boca abierta a todo el mundo del baloncesto.

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