Nzosa, una maravilla única en la historia de la ACB
A sus 16 años firmó otro partido con 10 puntos y sin fallo en el tiro
La ACB nunca ha visto registros como los suyos en alguien tan joven
Lleva un par de partidos jugando con el Unicaja, tiene 16 años y se ha convertido en algo más que un revulsivo. Nzosa es único, nadie con su edad o un par de años más ha tenido un desembarco tan brutal en la competición nacional de baloncesto. 18 minutos contra el AndorraAndorra y casi 12 contra el ManresaManresa que le reportan diez puntos por encuentro sin fallo en el tiro, dos tapones por partido y cinco rebotes repartidos de manera equitativa entre ambos encuentros. Son sólo un aporte de las cifras que tiene la joven joya del Unicaja que, por cierto, no ha disputado minutos de la basura en partidos resueltos. Más bien ha sido al revés, su incursión ha servido para despertar a un equipo que sigue entre los que más presupuesto tienen de la competición a pesar de que cada año baja un poco más. Quien no conozca su historia, llega a tiempo.
Los servicios estadísticos de la ACB han buscado y rebuscado archivos pero, simplemente, nadie tiene números parecidos con 16 años. "Nzosa se convierte en el primer jugador menor de 18 años en anotar diez puntos en sus primeros dos partidos en ACB. Muy pocos jóvenes llegaron a esa cantidad en su debut, y ninguno lo logró en sus dos primeros encuentros en los 37 años de era ACB", apuntaba el servicio de documentación de la competición que ampliaba la comparativa: "Sólo tres jugadores menores de 20 años lo habían conseguido en sus dos primeros partidos en la ACB: Luis Scola (Gijón, 19 años en 1999), Raúl López (Ourense, 18 años en 1989) y Julián Ortiz (Barça, 19 años en 1985). Igualmente Nzosa ha repetido un 14 de valoración, como en el primer partido, datos inéditos en la historia de la competición".
Lo más sorprendente es el contexto en el que el joven jugador ha debutado. En un equipo que sufre demasiado en el rebote y busca un juego interior con el que poder estabilizarse. El futuro de Nzosa es algo gigantesco. Si tiene unas cualidades extraordinarias para el baloncesto, destaca su inteligencia en el juego y su capacidad para hacer lo que le toca de la mejor manera. Sin nervios, con la eficacia de un robot perfectamente programado, peleando contra cuerpos más fuertes y acostumbrados a la briega sin pestañear. No hay trampa. Es la buena noticia que se esconde bajo otro arranque de temporada con demasiadas dudas y resultados negativos para el Unicaja.
Si después de su debut, los récords de precocidad e infalibilidad eran los que más resonaban, ahora es su repercusión en el juego la que abrir los ojos con sorpresa de los aficionados verdes. Todo un mensaje para la decaída pintura malacitana. Gestionar su juego, sus mejoras y exigencias es ahora la asignatura del cuerpo técnico malagueño que tiene un inesperado florecimiento prematuro. Los caminos del baloncesto siguen siendo inescrutables.
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