Obradoiro - Unicaja: La victoria del Inspector Gadget (86-87)

El Unicaja saca adelante una victoria de valor incalculable en Santiago en un partido eterno protagonizado por un arbitraje dubitativo que pasó excesivo tiempo en el vídeo

Así vimos el partido

Kendrick Perry entra a canasta ante Bender. / Acb Photo

La banda sonora del partido fue la del Inspector Gadget, la música que elige el DJ del Fontes do Sar cuando hay consulta arbitral en la mesa. Pudo oírse media hora. Se entiende que se busque la justicia a través del videoarbitraje, pero va contra el estilo de este deporte, dinámico y vitalista, en el que pasan cosas siempre. Es humano, se comprende que los árbitros no quieran equivocarse, después pagan consecuencias ellos. Pero el deporte se desvirtúa, atenta contra su esencia y su espíritu. No puede durar un partido de baloncesto dos horas y 15 minutos de tiempo real sin prórrogas. Del nivel de arbitraje de la ACB, quizá empujado también en algún sentido por esa ‘descarga’ del vídeo, hay para hablar y escribir.

Valga el preámbulo como desahogo de un aficionado al que se le indigesta esta deriva antes de glosar una victoria del Unicaja de un valor incalculable en Santiago de Compostela (86-87). El equipo no perdió sus señas de identidad aunque no hiciera un buen partido. El Obradoiro tuvo en algún momento un acierto marciano en el triple. Su estrella, Dragan Bender, fue un dolor de muelas castigando en el pick and roll y el pick and roll sin que la defensa cajista leyera bien las situaciones. Varios jugadores cajistas estuvieron lejos de su nivel. El equipo sólo tuvo un penoso 13% en triples frente al 45% rival... Podría pensarse en un correctivo, pero no, fue una victoria esencial para seguir creciendo y subir en la tabla. La identidad que Ibon Navarro va construyendo va dando réditos. No descomponerse, estar siempre ahí, volver tras los golpes, morder cuando el rival baja el diapasón. El juego fue mejorable, pero 5-3 en el balance.

Los malagueños estuvieron en el partido siempre, con opciones siempre, aunque casi nunca acabaron de gobernar el partido. Perdían por ocho puntos tras un minuto terrible de Tyson Carter a falta de seis minutos para el final. El Unicaja, con 73-70, atacaba para empatar o ponerse a uno. Perdió la bola al encarar y cometió una antideportiva. Concedió un dos más uno en esa defensa. Y después falló el tiro libre de una técnica al banquillo gallego. El resultado, 78-70 a falta de seis minutos.

Allí donde en Badalona se diluyó, el Unicaja esta vez agarró por la solapa el partido. Fue clave Nihad Djedovic. El bosnio es imperturbable, tiene nervios de acero, transmite una seguridad contagiosa. Se encargó de empatar el partido y sacar del partido a Bender por faltas en lo que fue un momento crítico del duelo, a más de cuatro minutos. El Unicaja obró ahí el sorpasso, aunque tuvo un momento extra de sufrimiento innecesario. Brizuela se sumó con un par de canastas, Alberto Díaz volvió a dar una exhibición de cómo manejar situaciones incontrolables. Y el Unicaja dominaba por 82-87 a falta de un minuto. Una defensa buena, acabó en un balón dividido y triple de uno de los Scrubb sobre la bocina. El ataque para sentenciar fue malo y le quedó la bola para igualar o ir a la prórroga. Rubén Guerrero fue a la línea a falta de 1.3 segundos. El malagueño falló el segundo e, inexplicablemente, Osetkowski palmeó hacia la banda la bola en vez de quedársela. Le quedó una bala extra a 0.2 segundos que no pudo ejecutar el Obradoiro.

Partido con muchos matices, quizá mejor en un revisionado de lo que pareció en directo. Perry volvió a buen nivel y mantuvo al equipo en algunos momentos, en ataque penalizó el acierto pero no se jugó tan mal y se ven progresos en la idea de baloncesto. Y, por encima de todo, una victoria que hace ver Badalona menos borrosa.

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