PAOK - Unicaja: La negación de la derrota (85-88)

El Unicaja saca un partido bravo en Salónica, con el PAOK apretando jugándose muchísimo más

Un parcial de 0-7 en el último cuarto da la victoria en Grecia

Las fotos del partido

El PAOK - Unicaja, en fotos
Mate de Osetkowski. / BCL

El partido se puso bastante bravo aunque el Unicaja no tenía nada que ganar a efectos clasificatorios. Da idea un tanto del carácter del equipo y de la cultura ganadora que se intenta crear. Es verdad que hubo momentos en el PAOK Sports Basketball, con poca gente pero muy animosa como es la fama del lugar, en el que se notó quién necesitaba más el triunfo. Era el admirable equipo local. Con un presupuesto de plantilla de medio millón de euros, herencia de deudas pasadas, el PAOK ha sido el mejor equipo al que se ha enfrentando el Unicaja en esta primera fase, por más que por dinero y caché Dijon y Sassari estén por encima. El Unicaja perdía al entrar en el último minuto por 85-81, la máxima renta local después de un partido que había gobernado cómodamente en la primera mitad el conjunto verde, pero que en la segunda se equilibró. Acabó con un parcial de 0-7 en ese periodo. Un triple de Kravish, una penetración con la izquierda de Perry y dos tiros libres del primero, que tiró el segundo a fallar para no dejarle una bola para empatar al rival, pero lo metió. El triple de Riley postrero no entró.

Si se trataba de una prueba, fue inmejorable porque el Unicaja se sintió exigido y tuvo que lidiar con un final igualado, con cuernos, no como en el grueso de la racha. La mentalidad del equipo es óptima. La derrota caerá, pero será honrando la camiseta. Y no fue en Grecia. El Unicaja sigue siendo el único invicto de la competición. Las caras y la exigencia de Ibon Navarro, con alguna bronca, denotaban que aunque no hubiera en juego nada trascendente el equipo no quería volver con una derrota. Cuanto más se gana más cerca se está de perder, pero el Unicaja se presentará en el Palau sin caer durante nueve partidos.

Ibon Navarro se tomó en serio el partido, pero se vio alguna estructura de quinteto menos habitual, es lo que demandaba la situación con la baja de Djedovic y para eso deben servir estos partidos. El Unicaja comenzó flotando el partido, como si siguiera en Fuenlabrada. Metiendo mucho y con facilidad, encontrando situaciones abiertas y haciendo daño en las continuaciones, con Perry y Carter, después Osetkowski, liderando las operaciones. Mandaba 8-22, estuvo en la frontera de los 10 puntos toda la primera mitad. El PAOK enmarañó el partido. Una treta del Unicaja colocando a Osetkowski a tirar libres después de que Lima hubiera sido quien recibió la falta cambió algo el aire del partido. Un par de técnicas al banquillo local, otra al brasileño... Los árbitros de la BCL dejan que desear, es la realidad que se lleva viendo en estas dos temporadas. El partido se embarró y el PAOK tiró de ese trío exterior interesante, con Riley, Hands y Franke, los dos primeros jóvenes y con proyección de subir escalones a no mucho tardar. Y al final del primer tiempo estaban metidos en el partido (36-44).

Se veía a Ejim de tres, tres bajitos, distintas combinaciones de pívots. El partido no se abrió para que pudiera debutar el canterano Álvaro Mena, desplazado con el equipo para completar la expedición. Y el PAOK, con un Franke, ex del Andorra, tremendo que entró en trance y dio la primera ventaja al orgulloso equipo griego. Más maraña. El entrenador local, Lykogiannis, fue expulsado por dos técnicas, pero no afectó a la concentración. Hubo un par de momentos en los que el PAOK pareció irse por tendencia, otro en el que el Unicaja, tras dos canasta de mucha calidad de Carter, también. Pero los griegos entraron con 85-81 en el cuarto final. Probablemente ni el triple de Kravish para colocar a uno ni la aceleración de Perry para poner uno arriba a 50 y 20 segundos fueron las mejores elecciones, pero se metieron. En este momento en el que sale todo y las victorias fluyen como no se recuerda en Málaga en más de una década, un triunfo más en Salónica para llenar el granero de confianza. La derrota hubiera sido lógica también, pero el Unicaja la niega.

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