Una siesta y un regalo (78-68)

REsultado y crónica del Movistar Estudiantes-Unicaja

El Unicaja hace el ridículo en el primer tiempo en Madrid, reacciona para tener opciones y vuelve a abandonarse

El Movistar sólo ganó cinco partidos este año, dos ante los de Casimiro

Adams defiende a Pressey.
Adams defiende a Pressey. / Efe

El Unicaja perpetró un partido inexplicable en Madrid. Lamentable encuentro del equipo malagueño, justo en un momento en el que parecía arrancar tras tres victorias consecutivas (78-68). Es una situación recurrente a lo largo de la temporada. La inconsistencia aparece, cuando se ven más brotes verdes, otro incendio. Y otra vez a remar, otra vez la confianza en este equipo que se pierde. Es casi imposible jugar peor al baloncesto de lo que lo hizo en el primer tiempo el equipo de Luis Casimiro en el WiZink Center. Perdía por 47-26 y fue una encadenación de despropósitos difícilmente explicable.

En el segundo tiempo, el Unicaja tuvo algo de dignidad y un poco de baloncesto. “La energía e intensidad son innegociables”, se quejaba al descanso Luis Casimiro. Un triple en carrera de Alberto Díaz en el primer ataque del cuarto final colocaba al equipo a dos puntos sólo (60-58) y la corriente parecía llevar hacia el triunfo. El Unicaja había encadenado buenos minutos, había compartido mejor el balón, había fortificado su aro jugando con que el rival también estaba en un estado alto de excitación. Pintaba mejor el partido.

Craso error. Se había quejado el Movistar Estudiantes del arbitraje en el tercer cuarto, de los numerosos tiros libres del Unicaja. En el periodo final, el péndulo de los colegiados fue para el equipo madrileño, que sigue teniendo su peso en la ACB. Perdonaron una antideportiva a Douglas por un codazo a Brizuela, Alberto forzó otra falta en ataque que se fue al limbo y, sí, apareció como era previsible, un ex para ajusticiar, un Aleksa Avramovic lógicamente extramotivado. Se desenchufó el Unicaja y encajó un parcial de 12-0, otra vez con momentos de desconcierto ofensivo y defensivo. No se puede ganar un partido jugando sólo un cuarto en unos niveles decentes, ni siquiera en el campo del colista.

No se puede regalar tanto tiempo y eso se acaba pagando. En el primer tiempo pareció que los jugadores del Unicaja jamás habían jugado juntos, ni siquiera en un entrenamiento. 10 pérdidas en el primer cuarto (las mismas que en 40 minutos en Andorra), tres más en el segundo. Una sucesión de errores en ataque y defensa. Una falta de concentración imperdonable en un equipo profesional. Concesión de canastas fáciles, tiros impropios (8/30, un 36% en lanzamientos de campo) y una sensación absoluta de falta de control sobre lo que pasaba sobre el parqué.

Hay que concederle su crédito, claro, al Movistar Estudiantes. Con la soga al cuello, el equipo madrileño salió enchufadísimo tras el cambio de entrenador. A morder, no hay otra en situación de extrema necesidad. Si el Unicaja le permitía jugar a placer desaparecían las dudas que le han perseguido a lo largo de la temporada y que le hacían estar colista. Empezó Avramovic, avisando. Le siguió Scrubb (15 puntos sin fallo al descanso), Palacios también le dio presencia interior... En el Unicaja, la nada. En ese primer tiempo, ni siquiera los jugadores de cabecera, el esqueleto nacional, estaban enchufados. Casimiro se lamentaba y perdía por 21 puntos (47-26).

La citada reacción cajista, algo de vergüenza torera, propició que hubiera partido en la segunda mitad, que con 10 minutos buenos se consiguiera rebajar de 21 puntos a dos la distancia. Pero en un equipo sin suelo, que no ha entendido aún que sin esfuerzo constante es mediocre, otro agujero negro de cuatro minutos mandó al garete el encuentro. El Movistar Estudiantes ha ganado cinco partidos esta temporada. Dos de ellos ante un Unicaja que, pasado el ecuador de la temporada, está a tres victoria del cuarto puesto. Rápido viene un partido trascendental ante el MoraBanc Andorra este miércoles. Que se perderá si se juega con la actitud mostrada en el WiZink.

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