La triste realidad (79-91)

REsultado y crónica del Unicaja-Baskonia

El Unicaja juega un brillante primer cuarto y compite hasta el tercero, pero acaba devorado por un Baskonia que está, a día de hoy, muchos cuerpos por encima en todo

El equipo está en la Copa del Rey con un balance equilibrado (9-9) tras ir 8-4

Yannick Nzosa pelea por un balón.
Yannick Nzosa pelea por un balón. / Acb Photo / M. Pozo

La realidad del Unicaja es ésta. Puede tener minutos de gran baloncesto, pero no tiene la consistencia necesaria para estar 40 minutos a un nivel mínimo para derrotar al Baskonia. Llegó a dominarle por 16 puntos en el primer cuarto, pero la ventaja se diluyó como un azucarillo. Con la lengua fuera, llegó en el partido al cuarto final, pero enfrente había un equipo henchido de confianza y con el ritmo en las piernas y en la cabeza de la mejor competición de Europa. Y, a día de hoy, con esta plantilla descompensada, este técnico y estas bajas, que pesan, no le llega para ganar al cuadro vasco. Quien no quiera asumirlo tiene una problema. El billete para la Copa está gracias a otros resultados, pero se ha entrado en ella perdiendo cinco de los últimos seis partidos, por la gatera y con el asterisco de que UCAM, Andorra y Manresa no pudieron jugar todos sus partidos. Pero esa era la normativa, acatada por los equipos. La diferencia final tampoco refleja (79-91) lo que ocurrió en el partido, pero sí quizá es la diferencia real. Recuerda la tremenda debilidad defensiva que tiene este equipo, que le devorará salvo mejora sustancial con el regreso de los lesionados en partido de máxima exigencia. Si un equipo de Euroliga está concentrado, a buen nivel, las posibilidades del Unicaja se reducen a jugar un partido perfecto. Y eso parece hoy muy lejos.

El partido, pese a la incertidumbre previa (sólo dos árbitros iniciaron el duelo y el tercer se incorporó al descanso) y la frialdad reinante, empezó al máximo de nivel por parte del Unicaja, con nueve primorosos minuto de baloncesto con Jaime Fernández al comando. Defensiva y ofensivamente con difícil crítica, al mejor nivel posible, lástima que no haya pilas ni se hayan construido los recursos para prolongarlos. Si acaso, cerrar mejor el rebote y la defensa sin balón ante un señor equipo que hace tres días tumbaba al CSKA era el debe. 30-14 mandaba el Unicaja cuando Casimiro daba entrada a Ferrari por Jaime. Un despropósito el americano en sus primeros minutos en pista. Un par de pérdidas y bastante desubicado, ha ido a peor en cada partido, aunque después diera una rotación digna y metiera alguna canasta. Pero no es lo que el equipo necesitaba.

Elevó el nivel físico el Baskonia con su nuevo jugador fetiche, Sedekerskis, un canterano que representa el carácter del que presume el club vasco. 0-13 de parcial en tres minutos y partido abierto. En el baloncesto moderno, las posesiones más reducidas y el masivo uso del triple hacen más volátiles las ventajas, pero es una cuenta pendiente del Unicaja ser más consistente. No obstante, no se descompuso el equipo malagueño. Regresó Jaime y salió a pista Yannick Nzosa, que también condiciona los ataques de un equipo de Euroliga. Aparcadas las molestias en el pubis (se las callaba para seguir ayudando al equipo), vuelve a ser una pantera hiperactiva, hambriento para tocar cada balón suelto. Sin anotar, su impacto fue estabilizador. Casimiro se ganaba una técnica después de que un tapón de Nzosa a Peters fuera señalizado como falta. También se había indignado con que no concedieran un dos más uno a Brizuela bastante similar a uno que sí le dieron a Peters. Triples de un notable Waczynski y Francis Alonso volvían a dar renta al Unicaja, aunque un triple desde 10 metros sobre la bocina del descanso de Polonara dejaba la renta en cinco puntos (45-40) al descanso.

Tras el paso por los vestuarios, Ivanovic cambió el quinteto. Giedraitis de dos y Peters de tres. Empezaba otra vez a ser evidente la diferencia de físico entre los dos equipos. Y un triple de Vildoza daba la primera ventaja al Baskonia desde el arranque (54-57). Casimiro bajaba el quinteto y juntaba a Jaime, Alonso y Brizuela. Estos dos últimos defendían a Giedraitis y Sedekerskis. Era un arma de doble filo. Cada vez costaba más encontrar la red rival y saltaban las costuras defensivas. Jaime sufría más con Vildoza, Brizuela y Alonso tenían más complicado crear y había más desequilibrios en cada ataque. Otro triple matador de Peters, éste sobre la bocina del tercer cuarto, disparaba la ventaja hasta los ocho puntos (61-69). Mala defensa cajista de un saque de fondo con 1.4 segundos. Tiro a nueve metros, pero cómodo del americano, que fuera el primer ala-pívot por el que el Unicaja pujó este verano.

El triple de Henry con el que comenzó el cuarto final era un rejonazo (61-72), pero el Unicaja aguantó el tirón en primera instancia (68-72). Otra técnica al banquillo del Unicaja después de que no se le señalizara una falta a Nzosa que pareció clara mientras Casimiro gritaba “barra libre” daba paso a otro momento crítico. Y un nuevo triple de Vildoza (68-80) era ya matador. Está en un momento crítico el Unicaja, ha perdido seis de sus últimos siete partidos y empieza el Top 16 sin margen de error alguno. Las sensaciones no son buenas. Esto es lo que hay a 10 de enero. Muchos interrogantes, propios y ajenos, con lo que viene por delante.

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