Dos puntos de grandeza (73-75)

REsultado y crónica del Unicaja-Barcelona

El Unicaja compite hasta el final y exige una buena versión del Barcelona, pero no puede llevarle a la prórroga aunque tuvo opciones

Faltó algo de brillantez en ataque

Tim Abromaitis protesta durante el partido.
Tim Abromaitis protesta durante el partido. / Marilú Báez

En un día histórico y de fiesta para el Unicaja, el equipo compitió de manera dignísima contra el Barcelona, pero no pudo meterle mano, se quedó a centímetros (73-75). Después de remar río arriba todo el encuentro, enredado en la complicada maraña en la que el Barça mete a todos sus rivales, dispuso de la opción de llevar el partido a la prórroga. Cole, que le dio las últimas chispas de vida, no metió un triple desde la esquina para igualar a falta de 19 segundos con tres abajo. Pese a ello, una enorme defensa posterior con la que atosigó el Unicaja y forzó la pérdida dio una bola extra. Las decisiones del protestado trío arbitral (Pérez Pérez, Manuel y Martínez Silla) lo complicaron más. Un fallo en el tiro libre de Abromaitis, al que se buscó en las últimas posesiones, ya lo puso imposible después de que Higgins metiera los suyos.

Creció, pese a la derrota, en varios aspectos del juego el equipo de Katsikaris, defensivamente tuvo un nivel alto con continuidad a lo largo del partido (18 pérdidas rivales), como hasta ahora no había mostrado, pero en ataque no le llegó para escalar toda la montaña. Bastiones anotadores del equipo malagueño estuvieron cegados por la brutal defensa catalana. Un detalle del nivel de intensidad y concentración del equipo de Jasikevicius es el balance defensivo. En la primera mitad, el Unicaja robó tres balones y, en lo que parecían puntos asegurados, el equipo catalán negó la canasta fácil malagueño, corriendo para atrás como poseídos.

Más allá de que faltara un punto de lucidez, no es frecuente en un equipo de talento esa aplicación.

No se puede celebrar jamás una derrota, pero hay que darle valor al partido del Unicaja. Exhibió la misma dureza mental de este arranque para mantenerse colgado de la cornisa, como le tuvo el Barcelona, muchos minutos por encima de los 10 puntos. Es cierto que el cuadro catalán es prácticamente inabordable en este arranque de temporada, 11 victorias consecutivas avalaban una trayectoria inmaculada desde la final de la Supercopa. Ya son 12. Pero sólo el Olympiacos, al que le ganó en una prórroga en el Palau, le ha exigido tanto como el Unicaja a los de Jasikevicius en esta racha.

El pico del partido estuvo en el descanso, en el homenaje a Carlos Cabezas, que vio retirada su camiseta, que hace compañía a la de Berni en el cielo del Carpena. Vinieron históricos del mejor equipo del club. La honra al pasado es un mandamiento de cualquier club y el nuevo equipo directivo cajista se está aplicando bastante bien. Pero también es verdad que en días así embarga un sentimiento de nostalgia porque se evoca una época probablemente irrepetible. Entonces al Barcelona le temblaban las piernas en el Carpena, hoy en día ganarle es una hazaña y entonces era habitual y cotidiano.

Aunque no se anduvo lejos de la victoria, el Barcelona transita ahora por otra vía distinta a la del Unicaja. Cogió una renta de 10 puntos en el primer cuarto (2-12) y ahí la administró, el partido se movió entre los 15 que llegó a tener y los seis de mínima hasta el empuje final del Unicaja, que llegó a colocarse a un punto después de una canasta de Cole (70-71).

El ataque fue un dolor de muelas, más allá de que la defensa azulgrana empequeñece a cualquier rival y les hace promediar menos de 70 puntos recibidos en ACB y Euroliga. Faltó brillantez en hombres importantes, decisivos, en la anotación. Hasta el tercer cuarto no se metió el primer triple, de Bouteille. No fue el día de Jaime Fernández, que acabaría expulsado por dos técnicas señaladas por el mismo árbitro, Sergio Manuel, que le cogió la matrícula hasta que lo sacó del partido en un pispás. Estuvo algo desquiciado el madrileño, sólo con seis puntos, sin poder desequilibrar como suele. Su excelso momento de forma también pone sobre alerta a los rivales, que le preparan defensas especiales para contener su talento. Cole sólo brotó con fuerza al final. Brizuela empezó bien pero no estuvo fino al final. Sí fue un mayor foto de anotación Eric, quizá también aprovechándose de esa mayor vigilancia sobre los exteriores, además de Bouteille. “Hemos tenido suerte porque no nos castigaron como suelen hacerlo”, sentenciaba Jasikevicius en la sala de prensa.

Seguramente, el reproche mayor fue ese, la falta de puntería. Cuando eso sucede, si la actitud está, tampoco hay demasiado margen para la crítica. Pero con victorias morales no se va a la Copa del Rey ni se progresa hacia un buen puesto en el play off. No siempre hay una atmósfera y una sobreexcitación como la de un día especial, por el contexto y el rival. Pero sí demostró el Unicaja que puede competir contra rivales potentes, en el que salen jugadores como Kuric y Hayes para castigar. Una sensación rara queda. El Unicaja tuvo cerca la victoria pero el Barça está muy lejos. La esencia de equipo grande está, pero hay que trabajar mucho y acertar para potenciarla.

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