Opinión
Carlos Navarro Antolín
El Rey brilla al defender lo obvio
Rafa Santos (Córdoba, 2003) es el noveno jugador de la cantera del Unicaja al que hace debutar Luis Casimiro. El pionero, no tuvo mal ojo, fue Alberto Díaz en su primera etapa en el club, en 2012. Más tarde fueron llegando Morgan Stilma, Pablo Sánchez, Ismael Tamba, Lucas Muñoz y Yannick Nzosa. Más Rubén Guerrero y Francis Alonso, aunque estos tras su master de seis y cinco años en Estados Unidos.
¿Quién es Rafa Santos? El joven base cordobés, de 1.88 metros, ya se vistió en el último partido en el Carpena antes de la pandemia, contra el Real Madrid, tras una plaga de lesiones. Su progresión ha sido vertiginosa desde que llegó en el verano de 2019 a Málaga, una vez acabada su etapa cadete. Empezó el año a las órdenes de Jesús Lázaro en el junior de primer año que se creó por ser una generación con abundancia de proyectos. Meses después ya tenía minutos importantes en el equipo de Liga EBA, a las órdenes de Antonio Herrera.
Jesús Lázaro es una pieza básica en la incipiente carrera de Santos, que sigue casi de manera exacta las huellas del que fuera base del Unicaja en tres etapas distintas, la última de ellas la gloriosa de la Copa y la ACB de 2005 y 2006, en el que fue el tercer director de juego tras Carlos Cabezas y Pepe Sánchez. A él lo fichó el Caja de Ronda cuando tenía 16 años, al empezar la edad junior, justo como Rafa Santos. Y Lazaro fue quien vio algo especial en su joven paisano cuando en la temporada 2018/19 le puso a jugar en Liga EBA con sólo 14 años cuando dirigía al Cordobasket. "Pensaban que estaba loco, pero cuando ves las cosas claras, pues las ves. Tuvimos que hacerle ficha junior cuando aún era cadete porque en competiciones FEB no se puede jugar dos categorías por arriba. De entrenar tres días por semana un par de horitas pasó a entrenar con el EBA cuatro días por semana, con físico y técnico. El chaval mejoró mucho con competición, trabajo y minutos, era el segundo base del equipo", explica Lázaro, en su enésima etapa en el Unicaja. Ahora forma parte del cuerpo técnico del primer equipo Femenino y también dirige al cadete femenino.
"Terminó sus 10-12 minutos de media en EBA esa temporada", explica Lázaro, que señala lo que le vio a Rafa Santos a tan temprana edad: "Mucha ilusión, la cabeza muy bien puesta, sentido del pase y de la agresividad defensiva. Con eso puede competir en cualquier categoría. Le faltaba anotación, pero esas cosas se van corrigiendo. Si en Córdoba notó el paso de tres días a cuatro, aquí, que somos un centro de alto rendimiento de baloncesto, pues mucho más aún. Entrena 5-6 días, compite dos días, hace dos-tres sesiones... Ha crecido, mide ya 1.88 descalzo, casi 1.90 con zapatillas. Tiene un potencial serio para tener un mínimo de trayectoria".
Lázaro regresó a Málaga en 2019 para tecnificar en la cantera y llevar ese equipo junior de primer año de la mano de Santos. "Ramón [García, director de cantera] lo vio jugar en el Andaluz cadete que se jugó en El Palo y ese año estando en Córdoba ya lo llama la selección española sub 16, en Semana Santa. Luego en verano no va a la selección, pero este verano ha vuelto a ir a la sub 17. Ha habido una competición oficial de habilidades a nivel mundial y han terminado muy contentos con él. Es un muy buen trabajador. Cuando yo hablo con los padres para hacer la ficha junior, lo único que le pido es que no baje su expediente académico. No lo baja y, al contrario, lo sube. Ese tipo de respuestas por parte de un adolescente denota el interés y las ganas ante un nuevo reto. Te da a conocer su personal".
"Es un base zurdo, puro, muy agresivo, con mucha intuición para rebotear, para robar. Lee muy buen juego y tiene una impropia capacidad de pase para su edad, con buenas lecturas del juego", analiza sobre Santos Lázaro, que también apunta su campo de mejor esencial: "Ha mejorado y ahora anota, pero su asignatura pendiente es mejorar su rango de tiro, tirar tras bote con más solvencia, de tres puntos. Lleva una progresión más que satisfactoria. Ahora no le entreno y sólo le veo jugar y entrenar y me doy cuenta más aún de lo que mejora". Lázaro se ve reflejado en cierta forma en Santos. "Con 16 años me vine para Málaga con el Caja de Ronda, que vino a Córdoba a jugar un amistoso. Me vieron jugar y me vine a probar. El proceso es parecido. Mis padres lo único que me dijeron era que tenía que estudiar, para poder jugar tenía que estudiar. Es complicado, difícil. Se invierte mucho tiempo. Vas, vienes, físico, duchas, cenas... Aquí está todo al lado, pero todo se comprime mucho. Tienes que tener un organización del tiempo cojonuda. Tras tres años de cantera, empecé mi época profesional, con idas y venidas de Málaga. Esta es mi quinta etapa en el club", recuerda el que fuera base.
Lázaro conoce bien a Luis Casimiro. No en vano, fueron campeones de Liga juntos en aquel título recordado del TDK Manresa ante el Baskonia de Sergio Scariolo. "Lo que veo de Luis, como cualquier entrenador, no es que tenga mayor o menor interés en poner a los jóvenes, pero si valen, los pone. El Unicaja es un club de exigencia alta, se exige máximo rendimiento. Necesitas tener 12 jugadores y con las lesiones tienen que salir los jóvenes. Que salga a jugar no es que lo ponga a jugar simplemente. Es que ha entrenado días o semanas y ha demostrado que lo puedes meter. Es lo que pasa con Yannick. Empieza a entrenar, sigue entrenando, lo hace bien... Pues lo pongo a jugar. La vida del entrenador es así, sacar el mejor rendimiento sin mirar edad", recuerda Jesús Lázaro, que ve cómo Rafa Santos le sigue las huellas.
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