Real Betis - Unicaja: La plácida rutina de ganar (66-79)
El Unicaja completa un serio partido en Sevilla para ganar con autoridad el derbi andaluz ante el Betis
Brizuela y Kravish, los más destacados numéricamente del encuentro
Perry, baja de última hora
El Unicaja recuperó la plácida rutina de la victoria en un derbi andaluz en Sevilla en el que exhibió una superioridad muy clara ante un Betis disminuido (66-79) y al que acecha la LEB Oro. Se escuchan los gritos de “Málaga, Málaga” en San Pablo de los varios cientos de aficionados cajistas en el pabellón sevillano, hay orgullo por contemplar a un equipo que honra la camiseta, juegue peor o mejor. Tras un traqueteo lógico tras la Copa y con el foco en la BCL, llega un tramo de la ACB ideal para remontar el vuelo tras caer al séptimo puesto. Poco a poco se va engrasando la maquinaria que se detuvo abruptamente tras el título de Badalona, con el timing correcto para el play off y, ojalá, la Final Four de la BCL y la pelea por el título de la ACB. En Sevilla no hizo falta echar demasiado carbón a la caldera para conseguir un triunfo claro, con Brizuela y Kravish como grandes estiletes ofensivos, pero coral con los 10 jugadores sanos.
El Unicaja salió al partido con la actitud adecuada. La baja de Kendrick Perry por un virus dejaba al equipo corto en la rotación exterior y Djedovic se vestía ya, su reaparición está más cerca pero aún no está listo. Con fluidez, haciendo daño ocupando los espacios y rajando cuando se podía correr. La salida fue 10-23, tras un triple de Kalinoski. Podía haber sido un momento de inflexión, pero fue a la inversa. Una antidepotiva de Yankuba Sima, algo torpe durante el partido para llegar a los contactos, sobre Tyson Pérez cambiaba el ambiente. El hispano dominicano del Betis fue el asidero al que se agarró su equipo. Impresionante la transformación del jugador que languidecía en Manresa al que está impactando en Sevilla, recordando al que en Andorra, a las órdenes de Ibon, era un trueno, llegó a la selección y se proyectaba para algo grande antes de que una rodilla hiciera crack.
Ibon se desesperaba con la facilidad con que el Betis cogía rebotes de ataque (10 al descanso). Fue el principal sustento sevillano, que a partir de ahí hizo daño (sólo dos asistencias) para mantener abierto el partido. Después de un primer cuarto de tanteo alto (20-25), otro más pausado (30-40 al descanso). Más errores en los dos equipos y un ritmo más bajo de acierto que, no obstante, no evitaba el dominio malagueño.
Cuando se llega a este momento de temporada, los rivales de la zona de abajo muerden y no se les puede dar por muertos, aunque el Betis exhibiera sus limitaciones. Es un equipo con alma, pese a todo. Kravish hacía mucho daño en continuaciones y con ese tiro mortífero desde media distancia de altísimo porcentaje. El Unicaja dominaba con solvencia y tranquilidad, pero no asestaba el golpe de gracia. Es verdad que adolecía de dos jugadores exteriores para subir el ritmo, pero es un efecto habitual al que hay que acostumbrarse que haya ausencias. Y el Betis bajaba la distancia a cinco puntos (50-55) después de que el equipo malagueño tuviera varias bolas para subir la distancia de 12 puntos (39-51). El arbitraje de Calatrava desquiciaba al Unicaja. Otra antideportiva a Ejim (merecida por soltar un codo), técnica a Thomas, antideportiva a Osetkowski, después rectificada tras challenge de Ibon... Pero el Unicaja mantenía unos mínimos de esfuerzo defensivo y concentración que le permitía gobernar el duelo. Había detenido la sangría en el rebote que daba vida a un Betis que, cuando el talentoso e interesante Jean Montero se secaba, quedaba sin desborde para crear ventajas.
Osetkowski, qué manos para defender a pequeños en los cambios, robaba un balón tirándose al suelo y desde ahí daba una asistencia a Thomas, Carter la birlaba a Cvetkovic y machacaba, Osetkowski y Barreiro castigaban con puertas atrás los 2x1 contra Thomas y el Unicaja, ahora sí dominando el rebote, ya se iba de manera irremisible (53-68). Una antideportiva a Gray sentenciaba ya el encuentro definitivamente con un show final de Darío Brizuela (nueve puntos en los dos últimos minutos). Los 300 malagueños en San Pablo gritaban y festejaban un triunfo de esos tan plácidamente rutinarios, no deslumbrantes, pero de los que facturan a final de temporada.
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