El parqué
Jaime Sicilia
Incertidumbre
Qué orgullo de equipo, qué manera de jugar al baloncesto, qué manera de competir y honrar un escudo, de transmitir. El Unicaja consiguió en Madrid una victoria de esas que perduran en el tiempo, que se recuerdan. No todo es plata. No es ningún título, ni ningún triunfo de una trascendencia clasificatoria máxima. Pero es la certeza de que estamos ante un equipo quizá irrepetible, que está haciendo historia en el baloncesto malagueño, que hace disfrutar hasta límites insospechados, en cotas que se pensaron que no se volverían a alcanzar tras un periodo demasiado largo y oscuro.
El invencible Real Madrid, el de las 19 victorias consecutivas, hincó la rodilla en su inabordable WiZink Center ante una cátedra de baloncesto impartida por Ibon Navarro y sus jugadores en un segundo tiempo maravilloso, en el que remontó 21 puntos de desventaja (62-41) para campear (93-99) ante un nutrido grupo de malagueños al que progresivamente se le fue escuchando con su “Málaga, Málaga”. “Había que hacer el partido largo, no caernos”, admitía Ibon tras el partido. Se ha jugado mucho y bien en este último año y medio, pero difícil hacerlo mejor, por contexto, situación y rival, de lo que lo hizo el Unicaja en los últimos 15 minutos en Madrid. Creyó, tuvo fe, no desfalleció. Y jugó muy bien al básket, desde la defensa al ataque, encontrando situaciones, no sólo corriendo sino también en estático. Con un partido sobrenatural de David Kravish para reventar al juego interior más poderoso de Europa. El premio fue extraordinario, un triunfo con eco y que recuerda que el Unicaja está ahí, de vuelta en la élite del baloncesto nacional para pelear por lo que sea.
Lo mejor que se puede decir es que el Real Madrid salió respetando mucho al Unicaja. Metido y concentrado, con un 9-0 de arranque y la confianza por las nubes. No es ya una sorpresa el equipo verde y se le tiene en consideración. El Unicaja devolvió la pelota. Respondía con su filosofía, corriendo también tras canasta recibida y castigando el balance defensivo de un Real Madrid que metía mucho e igual levantó el pie. Ahí estuvo el Unicaja para acabar el cuarto mandando con un triple de Osetkowski (25-26). Grandes minutos ya de Kravish y también de un gran Taylor. Gripó en el segundo cuarto, cuando el Madrid elevó el nivel, con Poirier haciendo mucho daño en el rebote ofensivo y dando muchas segundas oportunidades, igualmente evitando que el Unicaja corriera. Con un 60% en triples del rival, el 54-39 al medio tiempo se puede decir que era lógico.
Era clave salir bien en la reanudación, pero el Madrid siguió haciendo daño y percutiendo. Con 62-41 y un tren pasando por encima lo normal es rendirse. O, al menos, perder confianza y que salgan peor las cosas. Pero no, el Unicaja siguió serio, haciendo cosas bien. Poco a poco. Una antideportiva con adicional sobre un fantástico Taylor de Abalde permitía llegar a los 10 puntos de renta. Chispazos de Kalinoski, sublime segundo tiempo. Increíble defensa de Alberto Díaz para desesperar a Campazzo, que no dejó de hacer números pero ya no gobernaba el partido. Poco a poco, todos. Perry dio el susto con la lesión en una rodilla que no le dejó ya jugar más. 72-66 al final del tercer cuarto.
El Unicaja estaba ya sintiéndose torero y no toro. El Madrid tiene recursos casi infinitos, pero igual ya no poseía una marcha más con la tralla que llevaba encima. Hezonja metía un canastón después de que el Unicaja fallara un ataque para ponerse a un punto. Perdió un par de balones que podían haber sido dañinos. Un mate de Osetkowski que no entró, un triple de Carter que se salió... Pero ahí seguía el equipo de Ibon, ya siempre por debajo de los 10 puntos de diferencia. Kalinoski encontraba otro triple (76-75) y el partido ya estaba en el alambre. Otro del magnífico tirador de Ohio empataba el duelo (81-81) a falta de cinco minutos, como si fuera una prórroga. Fue, de hecho, el mensaje de Chus Mateo al descanso. Ibon dio un receso necesario a Kravish. Y ahí emergió la sonrisa angelical de Tyson Carter, brutales últimos cinco minutos para anotar y generar cuando más quemaba la bola. Metió un triple (83-85) que dio ventaja y ya no soltó más la cabeza el Unicaja. Otra canasta del martillo pilón Kravish, una magistral falta en ataque forzada por Alberto a Campazzo. Cinco puntos consecutivos de Taylor, con un dos más uno matador, ponían ya el partido cuesta abajo. Una defensa más y el partido era del Unicaja, que firmaba una matinal inolvidable en el WiZink Center. Hacía casi 18 años que no ganaba un partido de liga regular, más de una década en cualquier encuentro. Es una victoria simbólica y de prestigio para reforzar el trabajo propio y también marcar el territorio. Es un gran Unicaja, no hay duda.
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