Un pelele (93-82)
REsultado y crónica del Casademont Zaragoza-Unicaja
El Unicaja, aunque maquilló el marcador al final, fue vapuleado por un Casademont Zaragoza que fue mejor equipo
Deon Thompson y Waczynski, verdugos rivales
La tregua europea ante el Oostende no cambió el ánimo y el aire en el Unicaja, un equipo cada vez con peores señales vitales. Se quisieron ver brotes verdes ante los belgas, con los nuevos fichajes y con un poquito de continuidad. Fue básicamente mentira, cartón piedra. El equipo malagueño es demasiado endeble. Estuvo a merced de un equipo al que vapuleó hace unas semanas. 7-11 es el balance. Sudores fríos. Viene el Madrid el próximo domingo y la deriva es extremadamente preocupante.
No fue una sorpresa, ciertamente, la imagen que ofreció el Unicaja, al que cada vez le cuesta más. Se acumulan las derrotas en la Liga Endesa, con cada vez sensaciones más oscuras. Se ha ganado sólo uno de los últimos seis partidos. Los play off están muy lejos y, ya se decía la semana pasada, ahora mismo la prioridad es sumar las 13 victorias que suelen garantizar la permanencia. Hay quien se lleva las manos a la cabeza con esa idea, pero mejor curarse en salud cuanto antes. A la espera de un chispazo improbable, viendo el nivel actual del equipo, en la BCL la temporada se vislumbra tétrica. Pero, como no se reaccione, aún puede ser peor. Es la realidad de un equipo que juega mal al baloncesto y que cada vez compite menos, como evidenció en el Príncipe Felipe, la pista en la que consiguió en 2005 el primer título nacional de su historia. La caída libre no se detiene. Para hurgar más en la herida, Deon Thompson y Adam Waczynski fueron quienes trituraron a los de Katsikaris. El técnico griego ha tocado prácticamente todas las teclas disponibles. Se han traído un par de refuerzos (superados completamente, como todo el equipo), ha habido lesiones, se ha cortado a Cole... La química en los dos lados de la cancha es nula.
Los impulsos de Brizuela, en una guerra en solitario, o Alberto Díaz no bastaron para adecentar una derrotar bastante hiriente. Se van agotando los recursos. El entrenador resiste, de momento, se le ha querido dar un margen con las nuevas llegadas. Suele reaccionar tras una destitución una plantilla, pero la duda razonable es si es la solución. De aquella planificación veraniega nefasta, con múltiples culpables, vienen estos lodos, que arrastra al Unicaja hacia un territorio inexplorado en 30 años, no contemplado ni en los peores escenarios. Pero cuando los errores no se subsanan a tiempo puede ocurrir esto.
Realmente, el Unicaja sólo compitió un cuarto. Tuvo alguna ventaja. Con Alberto Díaz metiendo triples y sacando faltas, con alguna recuperación. Pero defensivamente, el equipo se fue del partido, la rotación no fue buena. No hay estabilidad, no hay jugadores suficientes para que no sea un desastre colectivo la protección del aro. Mooney cató la jungla de la ACB, sin ser el Casademont un equipo durísimo. Estuvo enredado. Canastas sencillas tras un pase, dos botes o un bloqueo. En este contexto de laxitud, Deon Thompson es un fenómeno. En Málaga se le pudo calar. Talento que exhibe cuando no hay demasiada presión. Con él, Waczynski, extramotivado después de su partido de vuelta al Carpena le superara por las emociones. El polaco exhibió garra y muñeca. Fue el máximo anotador del partido (18 puntos), seguido del norteamericano (16).
Un detalle evidenciaba cómo había salido el Unicaja al partido. 21 rechaces del rival y ocho propios en los primeros 20 minutos (51-38). La primera jugada del segundo tiempo era una canasta de Yusta, solo bajo el aro, a los 10 segundos. Con esa actitud no se va a ningún lado. Había con Guerrero un pelín más de solidez defensiva, pero era insostenible. Brizuela emprendió un intento desesperado en solitario. Y sí, metió 11 puntos y tres triples, pero la diferencia se quedó en los 10 puntos. Ya en el tercer cuarto el partido se escapaba, con un triple de Waczynski sobre la bocina en un costa a costa (79-60). El partido se había ido ya, se trataba de no hacer un ridículo más grande y no perder por los más de 40 puntos de la ida, para no entregar el average. Sí, es triste decirlo, pero para eso está el Unicaja ahora mismo. ¿Pueden este entrenador y estos jugadores cambiar una dinámica tan nociva? Es la gran reflexión que se debe hacer en las altas esferas del Unicaja. Porque este equipo es una máquina de perder en la ACB, un pelele para los demás.
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