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Emperatriz
Resultado y crónica del Joventut - Unicaja
El Unicaja perdió en Badalona la posibilidad de amarrar el factor cancha en las semifinales de la Eurocup. Un colchón valioso que, de avanzar, se presentaba en el camino. Puede tenerlo si derrota al Venezia y Darussafaka o Virtus tumban al Mónaco, algo nada descabellado. Pero el Unicaja derrochó sin éxito mucha energía en el Palau Olímpic, en el que dominaba por seis puntos al comienzo del último cuarto, y se desfondó en el tramo final para entregar el partido a un Joventut que no se jugaba nada competitivamente pero que luchó con ganas por una victoria que mereció (101-86). El 34-16 del último cuarto evidencia que el equipo no tuvo constancia.
Se quedó sin gasolina un Unicaja que no optimizó su baloncesto cuando tuvo energías, no sería justo atribuir a la falta de efectivos sólo la derrota. Partido horroroso de los interiores, que salieron retratados de un partido en el que debían ser un sustento para el equipo, una base sólida para construir. Defensivamente, ni Gerun, ni Elegar ni Guerrero ofrecieron las mínimas garantías, la defensa del pick and roll fue una rémora que se acabó pagando. Fueron un lastre que mermó bastante al equipo. Se perdió la batalla por el rebote (31-22), con sólo cinco en ataque. Los momentos brillantes, escasos, en ataque tuvieron el sello de Darío Brizuela, que sostuvo al equipo durante el grueso del equipo, ante el mal día de Adams, en el hospital el martes por una gastroenteritis y con las luces fundidas. Como remate, se fue a hombros de sus compañeros después de torcerse violentamente el tobillo al pisar el pie de Joel Parra justo cuando el alero catalán metía el triple que sentenciaba el partido a dos minutos del final (92-82).
El Unicaja tuvo carácter en varios jugadores para sacar opciones de ganar en Badalona. Especialmente reseñables fueron los minutos de Pablo Sánchez, los mejores con el primer equipo desde que debutó la temporada pasada. Ofreció desparpajo, intensidad atrás y no se puede decir que empeorara el papel de Adams, al revés. Metió los dos triples que tuvo abiertos, le dio una gran asistencia a Elegar y ofreció destellos de lo que en Los Guindos se piensa que puede ofrecer con mayor regularidad.
Después de un partido en el que las diferencias nunca fueron mayores a los siete puntos, el Unicaja tuvo un momento en el tercer cuarto en el que amagó con romper, después de un momento algo entonado de un Deon Thompson otra vez opaco y de un Ejim animoso y productivo (14 puntos) pero al que se le nota la inactividad en detalles en los que es diferencial, como la defensa. No logró concretar esa ruptura el Unicaja, el Joventut respondía con canastas muy fáciles. Se echaba ahí en falta más que nunca a esa bisagra Díaz-Suárez que engrasa todo el entramado defensivo del equipo.
El Joventut siguió metiendo fácil y cuando se apagaron las luces, nadie encendió la linterna. Adams estaba mal y acabó con el tobillo torcido. Quizá es la imagen que retrata a este Unicaja que se ha vuelto desgraciado con las lesiones hasta un extremo insospechado. La derrota en Badalona no es dramática, pero eleva el perfil de la gesta necesaria para llegar a la final, sobre el papel, de la Eurocup. Se ha perdido un colchón importante. Pero antes hay que tumbar al Venezia y recuperar, para ello, a la columna vertebral de un equipo ahora sin sustento. Desde el 17 de marzo, seguramente a puerta cerrada, se inicia la verdad de este año. Eso sí, muy mermados.
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