El fantasma de la LEB (83-77)
Resultado y crónica del Surne Bilbao-Unicaja
El Bilbao domina todo el partido y el Unicaja, que no dejó de competir, se ve incapaz de ganar encuentros en una deriva peligrosa
Hay cambios y tendrá que haber más
Puede parece una hipérbole, pero es la realidad de esta temporada del Unicaja, de un club a la deriva deportivamente, que no ha tocado aún fondo pese a los años de despeño. El fantasma de la LEB empieza a merodear el Carpena y el objetivo ha pasado ser salvar la categoría, que la 2021/22 no mancille aún más el nombre del club, que no se vuelva a los años 80, en una regresión de 40 años que se ha venido gestando en las últimas temporadas. Es muy triste escribirlo, pero cuanto antes se asuma, mucho mejor para todos, también para una plantilla muy señalada en todo este lío y no preparada para la presión de tener que sumar victorias así.
La primera vuelta se cierra con 7-10, la peor en décadas. Repetirla en la segunda garantiza la permanencia. Pero empeorarla equivaldría a pasar problemas serios. Hay que poner un suelo, amortiguar el aterrizaje, para minimizar daños. En Bilbao, sin Eric y Cole, el Unicaja volvió a evidenciar los mismos problemas habituales. Compitió, aunque fue a remolque siempre en el partido, pero no le dio para ganar (83-77). Katsikaris tocó tras el sonrojante baño del Cluj la tecla del orgullo, de apelar al tema personal, al esfuerzo y la entrega individual. No bastó tampoco. Se estuvo en partido hasta el último minuto, por detrás en la franja de cinco o 10 puntos, pero el Unicaja ahora mismo parece incapaz de vencer al 90% de equipos de la ACB. Se han perdido cuatro de los últimos cinco partidos en la Liga Endesa, sólo se salvó la paliza al Casademont Zaragoza, próximo rival. Y el juego sigue pobre, sin muchas soluciones. Habrá que abordar también si con Fotis Katsikaris se puede solventar esta solución. El crédito del técnico está bajo mínimos. No ha conseguido limitar las evidentes carencias de la plantilla y sus últimas ruedas de prensa parecían cantos desesperados, apelando no al baloncesto puramente sino a términos que denotan que el control ya no se tiene.
El Unicaja está ahora en una reconstrucción dentro de una temporada, lo que significa que ha habido errores y que no se diseñó bien el plan tras un verano en el que los máximos responsables de la entidad, por encima del nivel del club, no se enteraron de lo que había en juego, de todos los síntomas de aluminosis que tenía el edificio. Ahora hay que cambiar de caballo a mitad del río, algo no da seguridad, pero se intenta paliar lo que se ve. Se ha decidido, seguramente tarde, coger el bisturí. Norris Cole no viajó hasta Bilbao y está en la puerta de salida. Pese a sus números, el norteamericano ha defraudado y Mooney viene por él. Kravic ayudará dentro con la lesión de Eric. Pero el dedo acusador, más allá de que la confección de la plantilla fue deficiente y de que el entrenador no la haya conseguido optimizar, también señala a un grupo de nacionales, que debe ser el corazón del equipo, que no está dando el nivel. Se aplaudió unánimemente la apuesta por ele jugador español. Y es muy posible que no se les haya rodeado bien, pero también se ha evidenciado, no sólo en este partido de Bilbao sino que viene de lejos, que con ellos como jugadores con roles importantes no se puede llegar muy lejos. Ver tiros sin tocar aro de Brizuela, persistente aunque no le salgan las cosas, o Barreiro en el cuarto final daba pena. También Carlos Suárez ha bajado tras su vuelta y cuesta reconocerle, sufre en el cuerpeo y en situaciones a las que antes llegaba y resolvía ahora no lo puede hacer. En verano será otro melón que habrá que abrir, pero lo urgente es escapar de esta espiral tan mala.
En un detalle que es positivo y negativo a la vez, no se puede reprochar actitud esta vez a los jugadores cajistas, más allá de detalles concretos. Como ha sucedido en la gran mayoría de partidos, no se abandonaron, siguieron compitiendo. Y eso revela que no es un equipo muerto, pero tampoco le da para ganar partidos, lo cual es preocupante. Si con unos mínimos altos de actitud y esfuerzo no se consigue, ¿cómo se gana?. El Bilbao, henchido de confianza tras cinco victorias, gobernó el partido desde el primer cuarto en ese margen que desgasta, de los cinco a los 10 tantos. El Unicaja iba con la lengua fuera, pero aguantaba con triples de Abromaitis (4/4 de arranque) o jugadas individuales de Brizuela y Jaime. El destrozo en el rebote de ataque de los jugadores del Bilbao era terrible. Se podía señalar a Guerrero o Nzosa, pero es un deber colectivo.
Al descanso se llegaba 46-38, con el Unicaja esquivando las balas. Y en el segundo tiempo el Bilbao estiró hasta los 12 puntos de renta. El Unicaja no lograba bajar de los cinco. Hacía algunas buenas defensas, pero le penalizaba que el rival arrasaba con el rebote. Los impulsos de Jaime y Brizuela mantenían en ataque, algo que a largo plazo no es sostenible. Y la victoria se quedaba en Bilbao. Un equipo que hace dos meses estaba en descenso está ahora con dos victorias más que el Unicaja. Es un aviso de lo que puede pasar si no se reacciona. Y con estos jugadores y este entrenador se está en esta situación. 7-10, con 10 equipos por delante, que puede ser 12 al final de la jornada. El fantasma de la LEB, de momento, está lejos aún, pero ya se le percibe.
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