El camino para crecer (91-87)
Resultado y crónica del Unicaja-Buducnost
Una gran segunda parte del Unicaja, otra vez con Alberto Díaz estelar, permite al Unicaja remontar un partido que perdía por 16 puntos ante un Buducnost muy peligroso
El Unicaja consiguió revertir una situación crítica, en un partido en el que estaba superado completamente por un muy respetable rival, el Buducnost, al que no sería extraño encontrárselo más tarde según se desarrolle la Eurocup. Dos puntos ya dibujan una línea y dos victorias ya cambian Y a la victoria de Valencia se sumó otra muy trabajada, de fe, orgullo e intensidad. Hubiera dolido perder al final, pero es otra manera de jugar un partido como se hizo en la segunda mitad. Una decisión de Casimiro, alinear juntos a Alberto Díaz, Carlos Suárez y Yannick Nzosa tras el descanso, cambió la dinámica de un partido que pintaba negro. El Buducnost ya no anotó tan fluído, se cerraron vías. Y se sumaron jugadores a la causa. Francis Alonso (21 puntos pese a no jugar los últimos 13 minutos) sostuvo al equipo con puntos cuando no había alimento que llevarse a la boca. Empezó a ganarse en defensa, pero se venció en ataque, 52 puntos tras el descanso.
Si a las bajas por lesiones (Jaime Fernández, Mekel y Milosavljevic) se le añadían jugadores que no ofrecían un nivel mínimo (Waczynski, Gerun o Thompson) más las evidentes, que no se corregirán si no se sale al mercado, deficiencias estructurales de una plantilla mal rematada pese a tener una muy buena base para construir. “Luis, el equipo no juega a nada”, se escuchaba desde la grada del Carpena, ahora con un ambiente extraño, convertido en algo así como en un pase privado de un espectáculo, también en una especie de reunión de amigos que profesan la fe cajista. Ese aficionado resumía en siete palabras un sentir general con lo que se veía antes del descanso. Ese punto de inflexión citado cambió, el ritmo del equipo fue otro. Y, encima, se sumaron jugadores a la causa. Waczynski y Thompson ofrecieron lo mejor de sí en un último cuarto que debe cambiar su estado de confianza. No son los jugadores que han demostrado en este arranque, aun pudiéndose discutir su presencia en el equipo. Cerca del aro el estadounidense, percutiendo en el poste bajo. Un tres más uno de Waczynski, que no había tocado aro en un par de tiros y había errado un libre, le dio al polaco una energía tremenda para sentenciar más tarde.
Las dos primeras canastas rivales fueron al poste bajo, 1x1, por mera superioridad física o de intensidad del Buducnost, que tiene músculo y buenos jugadores. El Unicaja tenía terribles problemas para atacar en estático, pese al gran paso adelante que ha dado Alberto Díaz en los tres últimos partidos a la hora de generar. Y si no defiende y puede correr tiene complicado meter canastas. Sólo se encontró agua con Francis Alonso, que tiró del equipo en ataque en la primera mitad, con cuatro triples y 14 puntos. 24-40 había llegado a dominar el Buducnost. Los momentos en que Alberto Díaz tuvo de refresco fueron especialmente duros. Una ráfaga de Alonso antes del descanso permitía respirar (37-47).
El partido pasaba por mejorar defensivamente. Casimiro alineó de salida tras el descanso a Alberto Díaz, Carlos Suárez y Yannick Nzosa, ese trípode defensivo sobre el que crecer progresivamente cuando el capitán coja mejor tono físico. Y el Unicaja mejoró, también porque Francis Alonso metió dos triples que encendían al Carpena. Puede parecer anecdótica la presencia de 225 espectadores. Pero en absoluto lo es. No es lo mismo, obviamente, que 10.000 ni 5.000. Pero se nota. Después de aguantar varias embestidas del Buducnost, de sobrevivir con buenos minutos de Brizuela de uno y con cierta consistencia defensiva de Thompson y Guerrero, así era de verdad, el vasco metió un triple que daba ventaja (67-66), la primera desde que comenzó el encuentro. Tras aguantar otro envite rival, un, aleluya, tres más uno de Waczynski más una canasta de Thompson, otra vez en el poste bajo y percutiendo, daba una interesante renta de cinco puntos (78-73) a cuatro minutos del final. Una vez equilibrado el juego ofensivo, el Unicaja rompió el partido con el triple. Liberado tras el acierto anterior, dos triples más de Waczynski, muy necesarios para el partido y para el futuro, y otro de Brizuela dejaban seis puntos de renta (89-83) a 54 segundos.
Un mate de Nzosa a pase de Alberto Díaz (nada menos que 11 asistencias en todo el encuentro), simbólico por lo que representa, cerraba un partido que debe ser un refrendo para el crecimiento colectivo, con piezas que parecían defenestradas para la causa ofreciendo rendimiento. Una victoria estimulante.
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