Un club a la deriva (78-101)
Resultado y crónica del Unicaja-Casademont Zaragoza
El Casademont Zaragoza de Luis Casimiro humilla al Unicaja en un partido vergonzoso del equipo malagueño y que obliga a preguntar si a nadie le duele esta terrible situación
Hace casi un mes que Eduardo García dejó la presidencia del Unicaja. El palco sigue vacío en su primera línea. El equipo es un flan, no tiene ninguna fe en sí mismo y juega de manera lamentable. El entrenador que fue despedido en enero vino al mando de otro club y ganó arrasando y haciendo mucho daño. El Unicaja es un equipo, un club, a la deriva, sin nadie al volante. El proceso de descomposición debe conducir a una catarsis necesaria que debe sacudir todas las esferas. Se asegura desde dentro que no hay duda de la viabilidad y de la continuidad, seguramente con una redimensón de la realidad en la que se han vivido dos décadas, pero urgen decisiones, claridad y transparencia. Para ayer, antes que para hoy si se quiere que no haya un erial cuando pueda volver el público. La nebulosa que rodea no es buena para nadie y la imagen va saliendo cada vez más dañada. No hay afición en el Carpena, de haberlo los oídos iban a sangrar cada partido. El Casademont Zaragoza humilló y apretó el acelerador para intentar levantar el average (-29) con el que el Unicaja ganó en tierras mañas. Por poco no lo consiguió (78-101).
La situación deportiva es insostenible, aunque ya no hay remedio esta temporada. El Unicaja difícilmente se meterá en los play off por el título. Nunca es bueno eso, pero seguramente no sea malo para meter el bisturí sin remilgos. El equipo se ha caído otra vez por completo y quizá sería conveniente que varios jugadores no vistieran más la camiseta del club. Transmite las mismas sensaciones que cuando Luis Casimiro fue despedido. Se asume que los clubes de Euroliga están ya en otra esfera y competir con ellos es quimérico. Pero en las dos últimas semanas han sido dos sopapos de clubes de potencial similar o menor, que han hecho sangre y han mostrado todas las carencias de una plantilla confeccionada con los pies. Fotis Katsikaris reactivó al equipo en su llegada, se compitió mejor durante dos meses, con ese gran partido en la Copa y victorias, tras las derrotas iniciales, para pensar en competir entre los ocho mejores en la postemporada y dar así un respaldo a su continuidad para la próxima temporada. Pero el edificio se ha derrumbado.
La situación vuelve a ser caótica. El Unicaja no sabe defender. Cuando en todas las posiciones hay un jugador rival que genera una ventaja desde el 1x1, es imposible ganar un partido. O cuando el balance defesivo es deplorable y se conceden canastas sencillas repetidamente. El Casademont Zaragoza es un equipo con buen nivel físico y atlético en todas las posiciones y ante esta clase de equipos el Unicaja pena. El vía crucis empezó desde el primer cuarto. Deon Thompson parecía salir motivado por demostrar cosas ante Casimiro, pero rápidamente fue superado por brazos más activos y piernas más agiles. Un espejismo. El Casademont jugaba sin presión, siempre con facilidad para crear canastas a raíz de un pase o de poner el balón en el suelo, sin nada especial. El triple de Benzing para acabar el primer cuarto era simbólico. Se regodeó dos segundos el balón girando en el aro ya con el tiempo a cero, sin que nadie pudiera barrerlo, para acabar entrando. 16-27 era el marcador.
Situaciones rocambolescas. Dos faltas de Francis Alonso en 10 segundos después de salir. El Brizuelasistema vale para momentos concretos, da hasta para ganar algunos partidos, como se ha visto recientemente, pero no para hacerlo una manera de vida. Seis minutos después, mientras el Casademont atacaba a placer, la distancia era ya de 20 puntos (26-46). Katsikaris se ganaba una técnica reprochándole a Carlos Cortés aquel infausto arbitraje en la Copa del Rey. Era el primer colegiado que volvía a dirigir al Unicaja de aquel trío formado por él, Pérez Pizarro y Sergio Manuel desde febrero. Alberto Díaz, con orgullo y sin acierto, sigue poniendo el cuerpo para que le arrollen tipo con 20 o 30 kilos más que él. Así sacó dos faltas. Y el Unicaja acabó el cuarto con un parcial de 7-0 para dejar un hilo de vida en el partido (33-46). 3/16 era el porcentaje de triples, un buen número de ellos claros.
Apenas estuvieron cuatro minutos los jugadores del Unicaja en el vestuario. Recortó de salida (37-47) tras un robo y mate de Rubén Guerrero. Otro espejismo. Enfrente había un equipo que volaba y disfrutaba jugando al baloncesto, en otra dimensión. Cada ataque era un dolor para los jugadores del Unicaja. Que son personas y que sufren, unos más que otros. Se debe apuntar más arriba, pero ellos no están dando la talla, respetando al club que le paga y la camiseta que visten. Y la pregunta obligada que hay que hacer. ¿A nadie le duele esto? Por lo visto, no.
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