Directos al muro (86-95)

Resultado y crónica del Unicaja-Joventut

25 minutos de baloncesto bastante potables quedan sepultados por la clásica impotencia de las últimas semanas para empezar de mala manera la trayectoria en el Top 16

Los jugadores del Unicaja se lamentan. / Javier Albiñana

La temporada se va torciendo de manera inexorable hacia un desastre en el Unicaja. La racha es ya hiriente, siete derrotas en los ocho últimos partidos. Y el comienzo del Top 16 no detuvo una hemorragia que amenaza con que la temporada se quede sin alicientes meses antes de su final. 25 minutos de un baloncesto bastante decente se vieron sepultados por un final calamitoso ante un Joventut que esperó agazapado tres cuartos para un zarpazo definitivo, para llevarse hasta un average favorable (86-95). Aunque es un ejercicio de optimismo pensar ahora en ello. No se puede vivir encajando de manera perenne entre 90 y 100 puntos. No hay consistencia para aguantar los momentos de inspiración, en los minutos finales faltan piernas y cabezas. Y fallaron clamorosamente en este día dos jugadores muy necesarios con la carestía de efectivos exteriores. Darío Brizuela y Francis Alonso no estuvieron a la altura que demandaba un partido de esta exigencia.

Así se va marchando una temporada. Casimiro movió el quinteto para agitar un poco el equipo. Ferrari y Brizuela como titulares en lugar de Jaime Fernández y Francis Alonso. El daño que hacía Ante Tomic era compensado por el Unicaja con balones alimentando a Rubén Guerrero para golpear al croata. En cánones muy igualados transcurría el partido, con un buen manejo del ataque del Unicaja, con una mayor continuidad que en los últimos partidos. Una gran presencia en el rebote permitía segundas opciones y mandar al final del primer cuarto (24-18). Estelar Waczynski en los dos lados del campo. Se necesitaba una buena versión suya sin Bouteille y el polaco respondía. También un Deon Thompson aplicado para hacer puntos y también para dar fluidez al ataque, algo que no siempre ocurre.

Defensivamente, el problema solía ser el habitual, el ataque rival con el pick and roll. Pero se alternaban buenas defensas, con jugadores habitualmente no muy clarividentes en defensa echando un cable importante. El buen manejo del balón pagaba con el liderato al descanso (49-43). En algún momento, incluso, parecía que podía irse el Unicaja por más, llevaba el timón del encuentro.

Ya en la segunda parte, el Unicaja alcanzó los 10 puntos de renta, siguiendo con las buenas sensaciones del primer tiempo, con un Deon Thompson imparable para la defensa verdinegra. Pero mediado el tercer cuarto, el partido empezó a complicarse bastante. La mejoría defensiva de la Penya puso en aprietos al ataque. Casimiro juntó a Jaime Fernández y Frankie Ferrari, ni Brizuela ni Alonso estaban finos, y contuvo ahí durante algunos minutos la sangría. Pero en el cuarto final llegó la habitual impotencia de las últimas semanas. Faltan piernas, falta cerebro para manejar la situación, para salir victorioso. Dawson, el factor físico, creaba problemas en penetraciones. Y aunque se había contenido a Tomic, Brodziansky, jugador que no anduvo lejos de venir a Málaga en verano, hacía mucha pupa. También el nivel físico de López Arostegui sobrepasaba a un Waczynski agotado que fallaba dos triples claros cuando el Joventut se marchaba por cinco puntos (72-77). Se vio la versión habitual del polaco en este tipo de finales. Rápidamente se metía en el bonus el equipo malagueño y el Joventut usaba de manera inteligente ese comodín para tener puntos.

El banquillo del Unicaja, animoso durante el partido, ofrecía la imagen del equipo que no tiene confianza en sus posibilidades, el espíritu para jugar con tiento y decisión los minutos decisivos. 25 minutos bastante bastante decentes fueron borrados por lo que vino después, la clásica impotencia. Y un comienzo así, con una derrota en casa, por más que ahora mismo sea un factor con menos valor, es muy dañino en un tramo de competición tan corto como es el Top 16. Otro equipo que rebasa con holgura los 90 puntos, otra derrota, esta con consecuencias más graves. Los lesionados son un factor de análisis obvio, pero no tapan los agujeros propiciados por una confección deficiente de la plantilla. Se observa nerviosismo en el equipo y en el entrenador. Y cada vez se van quemando más balas. Si el Top 16 se pone imposible, la temporada será insufrible.

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