Bases para el renacimiento (91-92)

Resultado y crónica del Unicaja-Real Madrid

El Unicaja compite durante 40 minutos de tú a tú con el Madrid, pero no llega para ganar

Excelente puesta en escena de Ibon Navarro que exige continuidad desde el miércoles

Alberto Díaz anima al público.
Alberto Díaz anima al público. / Marilú Báez

Gran puesto en escena de Ibon Navarro en el banquillo del Unicaja. Buena actuación colectiva ante el Real Madrid, energía renovadas, matices tácticos distintos, rotaciones más compensadas. Pero una derrota (91-92). Se está en un pozo serio y se vio de algo de luz, pero sólo con la continuidad en estos niveles de esfuerzo y actividad, con un poco más de acierto en los dos lados de la pista, se puede salir de esta situación límite en la que está instalada el equipo. Bien por Ibon, pero tampoco habla muy bien de los jugadores que mostraran esta hiperactividad tan elevada, es verdad que al final faltaron ideas, cuando se había echado de menos muchos meses.

Una derrota jamás se celebra, pero duele menos después de contemplar lo que se vio durante 40 minutos en el Martín Carpena, en un cambio que sólo se podrá constatar con el paso de las semanas. La mejor entrada postpandemia, es cierto que con no pocos seguidores madridistas, ayudó a crear una atmósfera excelente en el Palacio. Hay ganas de celebrar y animar, pero falta un punto de apoyo en el parqué. El Unicaja dominó durante un gran tramo del partido al Madrid. También se había competido en esta temporada con equipos de Euroliga, pero con mayor sensación de ir con la lengua fuera y con una reacción postrera que ajustaba. Esta vez fue de tú a tú, con momentos mejores o peores, pero 40 minutos sin perder la cara, marcando el paso en varios tramos.

Ibon Navarro amplió el abanico. Con los mismos jugadores buscó quintetos más complementarios. Por ejemplo, los minutos de Nzosa fueron como cuatro para intentar minimizar a Yabusele. No fue muy exitoso, pero obligaba a ajustes rivales. Bouteille jugó algunos minutos como dos. El objetivo parecía ser que no coincidieran en pista el francés y Brizuela, que sólo hubiera, base aparte, un gran amasador de balón y que se jugara más sin él, intentando crear espacios. Barreiro y Abromaitis volvieron a coincidir también, esta vez con mejores resultados.

El partido fue igualado del inicio. Con un primer tiempo más anotador y un tercer cuarto más contenido antes de que el Madrid se soltara la melena. El equipo blanco no está en un momento exuberante. Ha jugado 12 partidos en los últimos 30 días y en los últimos ha enlazado derrotas. Jugaba con eso el Unicaja, con presión relativa. No iba a haber hogueras por perder contra el equipo blanco. El aspecto mental es clave. Cuando llegó Katsikaris la temporada pasada, poco antes de estas alturas, hubo cuatro derrotas antes de que en la Copa se jugara el mejor partido ante el Barcelona. Este equipo tiene puntos, puede meter mucho. Es un equipo de delanteros más que defensas, utilizando el símil balompédico. Y puede sentirse capaz de ganar ante un grande a intercambiar canastas. Navarro propuso cosas distintas. La pelea por el rebote, que al final fue blanca, estuvo muy igualada en el grueso del duelo. Se controló mejor la bola. Por ejemplo, nueve pérdidas (por 18 del Madrid) y 10 recuperaciones. Es inusual recuperar más balones, pero lo consiguió el equipo malagueño. Y le valió para anotar 49 puntos en la primera mitad, en un partido a pecho descubierto. Pero parte significativa de esos puntos partían de una defensa buena, permitía correr y meter canastas fáciles, algo que el equipo había perdido en los últimos tiempos. Bien Brizuela produciendo, excelente Guerrero en la batalla con Poirier. En general, un nivel óptimo.

Causeur y Heurtel resultaron claves para que la victoria se fuera en el AVE. También unos minutos de Carlos Alocén justo cuando el Unicaja, soplado por un Bouteille más enchufado, alcanzar su máxima renta (57-50) y tuviera alguna posesión para aumentarla. El base aragonés metió un triple en carrera y una bandeja de calidad para recortar antes de lesionarse, en un giro muy feo de la rodilla. Los galos cogieron el relevo, aunque el Unicaja, con un triple de Brizuela en la última posesión, conseguía igualar al final de un terce cuarto más áspero y con tanteo más bajo (65-65).

Otra vez Heurtel y Causeur estiraron el marcador. Parecía ya costarle al Unicaja demasiado, la batuta era blanca. El Madrid había subido el nivel defensivo y contenía algo las pérdidas. Subía de los 10 puntos de renta y el partido se iba. A falta de dos minutos, se abrió una última bala. Antideportiva de Causeur sobre Brizuela, tiros libres dentro y triplazo impresionante de Alberto Díaz (85-87). Pero Tavares metía desde la personal y el triple de Brizuela no entraba. Una jugada de pizarra con triple de Barreiro daba una última opción a 31 segundos (88-91), pero el gigante caboverdiano cogió un rebote en lo que era el último balón de oxígeno y el triple sobre la bocina de Barreiro, lejanísimo, sólo servía para apurar un marcador (91-92) que debe sentar las bases de un renacimiento que sólo se producirá si los jugadores mantienen este nivel de energía y concentración. El miércoles hay un partido extremadamente clave en Fuenlabrada. Puede ser esencial en el futuro del club. Y deben estar a la altura.

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