La tribuna
Voto de pobreza
Resultado y crónica del Valencia Básket-Unicaja
Pocos días después de parecer un equipo muerto y sin perspectivas mejores en Montenegro, el Unicaja abrió una rendija a la fe con un partido de alto nivel en Valencia, donde arrancó un triunfo necesario como el comer. Un pelirrojo y una pantera alucinante, diferente ADN de Los Guindos. Un tremendo Alberto Díaz, que se multiplicó para paliar la baja de Mekel, un asombrosamente desequilibrante Yannick Nzosa, más los puntos de un gran Abromaitis y Brizuela amarraron un triunfo en el que se desquició a un rival de Euroliga hasta empequeñecerlo y hacerle perder 23 balones. 66-71, un triunfo que sabe a gloria y que da oxígeno a un proyecto que ha arrancado con el pie torcido. Los problemas estructurales persisten, pero la convicción de que se puede competir es balsámica.
El 17-5 de salida para el Valencia podía inducir a pensar en otra tunda en La Fonteta. Puede ser oportunista después, pero no estaba jugando tan mal el Unicaja, buscando a Thompson en el poste bajo, le faltaba tino en el triple en acciones liberadas. Y Prepelic hacía mucho daño a Francis Alonso. Ahí, tras el tiempo muerto de Casimiro y las salidas de Abromaitis, Brizuela y Nzosa, el Unicaja volteó el ritmo del encuentro.
El Valencia Básket empezó a sentirse incómodo sobre el parqué. La presencia de un jugador como Nzosa es impagable y necesaria en el equipo. Su hiperactividad y protección del aro es de altísimo nivel. Y enfrente había un equipo de Euroliga, nada menos. No le hace falta anotar para cambiar el curso de los encuentros. Y eso, en un jugador de 16 años, es una anomalía extraordinaria. Dos triples de Abromaitis y uno de Bouteille habían metido al Unicaja de nuevo en el encuentro (20-18 al final del primer cuarto).
Vinieron minutos de alto nivel en el Unicaja. Con Alberto Díaz acumulando minutos por la baja de Mekel, la unión en pista con Carlos Suárez, mejor pese a tampoco anotar, y Nzosa le da un registro diferente, del que hasta ahora no había dispuesto Luis Casimiro. Aunque Abromaitis lo había hecho bien antes, la conjunción del africano y el capitán sobre el parqué de La Fonteta, más el pelirrojo en la primera barrera, incomodaba mucho al Valencia, que se veía abajo en el marcador (24-28) tras dos canastas de Brizuela. Tuvo una aparición para dar refresco a Alberto Díaz Pablo Sánchez, que cumplió bastante bien defensivamente. Con los cambios por el cansancio y las faltas, no obstante, esa solidez se evaporó y el equipo malagueño estuvo sin anotar los últimos cuatro minutos del cuarto para encajar un parcial de 9-0 con Dubljevic haciendo daño a Guerrero. El marbellí había estado bien en la primera rotación, pero en la segunda el montenegrino le hizo mucho daño. 33-28 al descanso, llovía menos tras los primeros minutos, se había obligado al Valencia a perder nueve balones, pero el 0/10 en triples, un número notable de ellos bien lanzados, le impedía marcharse arriba en el marcador al Unicaja. Otra vez el rebote (23-12) era una lacra importante.
El Unicaja volvió a salir a buen nivel tras el descanso, con Abromaitis de protagonista principal. Con buenos ataques, pero poco productivos. Castigaba bien el equipo malagueño las ayudas, pero sólo el americano tenía tino en el lanzamiento. Kalinic metió 10 puntos consecutivos moviéndose bien y haciendo pupa a un Bouteille que no mantiene atrás el nivel que da, a veces, delante, no con la continuidad que demanda su rol. El serbio extendió la renta a siete puntos (45-38) y el partido parecía correr un serio peligro de romperse. Se encargó Yannick Nzosa, otra vez, de poner un candado al aro. Es un jugador especial, diferente, que condiciona partidos con 16 años. Pero absolutamente. Ofreció un recital defensivo, de tapones e intimidación, de lecturas de las ayudas, de hambre por coger balones. Y un triple de Alberto Díaz, terrible partido el suyo, sobre la bocina del tercer cuarto (51-49) metía completamente en el partido al Unicaja.
En el cuarto final, un robo de Alberto devolvía la ventaja al Unicaja (55-56). La rotación de Casimiro resguardaba a Abromaitis y Brizuela. Podía parecer temerario mantener a un Alonso improductivo en el partido y a un Waczynski otra vez a un nivel ínfimo, también a un Thompson que en el momento que más calentaba perdía balones. Dubljevic recuperaba la ventaja para el Valencia (64-63) con un triple y una canasta sobre la bocina, pero Brizuela, ya en pista, respondía con un tremendo triple desde la diagonal y cogiendo el rebote en un contragolpe de un tiro errado por Alberto Díaz ponía por arriba al Unicaja (64-68). El Valencia era una máquina de perder balones, fuera por cansancio, por el efecto Nzosa o por el trabajo coral, y eso permitía al equipo malagueño estar arriba en el marcador pese a los errores de Brizuela en el lanzamiento, bien forzados, para rematar. Se colocó a tres el Valencia después de que el vasco fallara un tiro libre. Pero un balón adelante del vasco para que Bouteille machacara y sentenciaba una v¡ctoria que es de oro.
También te puede interesar
Lo último
La tribuna
Voto de pobreza
Tribuna Económica
José Ignacio Castillo Manzano
La financiación autonómica, ¿Guadiana o Rubicón?
La ciudad y los días
Carlos Colón
La Navidad en la obra de Dickens
No hay comentarios