La semana fantástica (80-84)

Resultado y crónica del Herbalife Gran Canaria-Unicaja

El Unicaja prosigue su mejoría en Gran Canaria, de donde arranca un trabajado triunfo para certificar su recuperación

Brizuela (23 puntos), el máximo estilete en tierras canarias

El Unicaja celebra el triunfo. / Acb Photo

En una semana, el Unicaja ha conseguido tres victorias que le cambian la cara, el ánimo y el horizonte más inmediato. Triunfos en Valencia y Gran Canaria y ante el Buducnost. Pocos apostábamos por algo así después de los papelones ante Manresa y Bar. Pero el equipo ha crecido, ha encontrado puntos de apoyo para progresar, lejos de la pálida imagen anterior. Puede parecer una maldad, pero la lesión de Gal Mekel ha hecho que Alberto Díaz juegue 30 minutos y el equipo se asegure un nivel defensivo alto. Brizuela estuvo estelar en el Gran Canaria Arena, anotando y creando para hacerle mucho daño al rival. Se sumó Rubén Guerrero, en su mejor partido de la temporada, muy necesario para un estado de confianza que estaba bajo. Bouteille, canastas puntuales de Alonso, Waczynski y Thompson, la inestimable aportación de Nzosa... El Unicaja sumó fuerzas para ganar en una pista en la que había perdido las cuatro últimas veces que jugó (80-84).

Tras un primer cuarto flojo, en el segundo quizá se vio al mejor Unicaja de la temporada, seguro al más consistente. Después de estar siete puntos abajo, Brizuela tuvo un momento mágico, repartiendo y metiendo, y la presencia simultánea en pista de Suárez y Nzosa hace que la lectura y el poderío defensivo se multiplique. Es cierto que un equipo con la moral frágil, como la tiene ahora el cuadro canario, es más fácil hacer daño. Pero el Unicaja encontró vías de agua para meter 25 puntos y sólo permitió 11. Una vez más, Nzosa fue esencial, aunque hay que decir que Rubén Guerrero también dibuja una línea ascendente (es cierto que estaba bajo) en los últimos partidos. Resolvió bien cerca de la canasta y, aunque no le sobre la agresividad y lectura en defensa, también aumentó su presencia atrás, acabando con cifras muy respetables.

Decíamos que con Alberto jugando minutaje amplio, el nivel defensivo se mantiene más constante. Cabe preguntarse cuánto puede aguantar el pelirrojo con 30 minutos por duelo. Estuvo en su día 200 partidos sin fallar aunque después también vinieron dos últimas temporadas con problemas musculares algo recurrentes. Pero, mientras, hay que maximizar su rendimiento. Con esos minutos en los que soplaba el viento a favor, el Unicaja se fue construyendo una interesante renta (32-41) que, incluso, podía haber sido mayor.

Tras el paso por el vestuario, siguió la buena línea cajista y una canasta de Deon Thompson, pisando por poco el triple, daba la máxima renta (35-50). Un pausado y baloncestístico tiempo muerto de Porfi Fisac, cuando lo normal era esperar ahí una bronca por la situación, despejó la mente de su equipo. No es su suerte, pero Albicy metió dos triples y despertó. Se unió un Costello que no dejó de percutir salvo cuando estaba Nzosa delante para firmar un parcial de 10-0. Otro triple de Albicy reducía la renta (48-52) y el Unicaja estaba en un momento groggy. Encontró aire con dos triples de Brizuela y Thompson después de que Alberto Díaz sacara dos tiros libres. Pero el partido se le había descontrolado al Unicaja, ya no sometía al rival desde la defensa, como ocurrió durante 15 minutos. Y entrar en un concurso de triples por parte de los dos equipos no parecía una buena coyuntura, sobre todo con los canarios liberados tras pasar un momento crítico.

Pero el Unicaja es ahora un equipo más consistente que hace un par de semanas. Va encontrando señas de identidad y tiene más confianza, la que casi no había encontrado desde que empezó la pretemporada. Fue clave en esos momentos Brizuela, con un día espectacular para anotar, su tope vistiendo de verde. Encontró maneras de penetrar en una defensa endeble, sin mucha consistencia. Fue clave Alberto defensivamente, en varias acciones capitales, robando balones, fuera tocándolos, forzando faltas de ataque y evitando, de manera inteligentísima, una canasta segura de Wiley para colocarse a tres puntos.

Y, lo que es más importante, va sumando piezas productivas al puzle. Fue decisiva la victoria en Valencia para revertir una situación complicada. En GranCanaria jugó los últimos minutos con aplomo. No con las mejores decisiones quizá, pero enfrente había un equipo herido que venía de recibir varias palizas. Y tuvo aplomo para llevarse un triunfo que equilibra por primera vez en la temporada su balance (3-3) y le mete en la zona media de la tabla tras un comienzo malo. Hay que darle el crédito a estos jugadores y al entrenador. Creen mutuamente en ellos, es evidente, pese a que pudiera parecer lo contrario los primeros partidos. Si eso no sucede, no se revierte una situación de juego tan mala. Hay mejores caras, mejor química desde fuera. Con las victorias todo fluye mejor. Y hay más ganas de ver al equipo.

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